05-11-2012
Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM
Desde hace algunos años se han incrementado los casos de mujeres que presentan ovarios poliquísticos en todo el mundo. Aunque al principio se pensaba que su incidencia era mayor pasados los 40 años, en la actualidad está apareciendo en etapas tempranas de la vida. Algunos estudios plantean que su incremento pudiera estar ligado al tipo de alimentación, el estrés, el uso indiscriminado de anticonceptivos, la obesidad o factores genéticos.
Se conoce como Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP) porque es una patología multifuncional, en la cual se presentan diversos factores y las alternativas clínicas para las pacientes que lo padecen aún son muy reducidas. En la actualidad, no hay una evidencia contundente que indique por qué surgen los quistes y aunque no se puede prevenir, sí es posible evitar los factores de riesgo como son la obesidad o disminuir el consumo de alimentos con muchos conservadores, como los embutidos o los productos enlatados.
De acuerdo con la doctora Leticia Morales Ledesma, del Laboratorio de Biología de la Reproducción de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, un quiste es un folículo ovárico que se atrofia y en el cual no se observa el ovocito, que es la célula sexual de la mujer.
El síndrome se inicia con la formación de unas estructuras conocidas como prequistes y después se forman los quistes, los cuales se caracterizan por presentar un menor número de capas de células de la granulosa, involucradas mayormente en la producción de estrógenos, y una hipertrofia de las células de la teca, presentes en el estroma del ovario y que producen hormonas como los andrógenos y progestágenos, y en menor cantidad estrógenos.
Este síndrome al no causar una molestia en particular no es detectado sino hasta que la mujer busca embarazarse y no lo logra, por lo que al acudir al médico se descubre que no ovula por la presencia de quistes a nivel ovárico. Así, 10 por ciento de las mujeres infértiles presentan quistes foliculares.
El que una mujer tenga un periodo menstrual normal no significa que esté ovulando, tampoco son una señal de la presencia de quistes los fuertes dolores que algunas mujeres sienten durante su menstruación, es más, la investigadora comenta que no hay estudios contundentes que aprueben estas ideas.
Un indicador que se ha tomado como base para hablar de la presencia de quistes es el hirsutismo, es decir, la aparición excesiva de vello en algunas áreas del cuerpo. También la obesidad pudiera ser un referente, aunque cabe aclarar que no todas las mujeres que la presentan desarrollan SOP, pero las que tienen el síndrome sí pueden presentar obesidad.
La doctora Morales Ledesma señaló que un indicador externo de ovulación podría ser un ligero aumento en la temperatura corporal, lo cual implicaría que la mujer se la midiera diariamente para poder percibir ese aumento (que es de décimas de grado). El problema que se presenta es que el registro se tendría que tomar siempre bajo las mismas condiciones.
Existe una característica fisiológica que se ha visto que presentan las mujeres con Síndrome de Ovario Poliquístico y que es una disminución en la respuesta a la insulina, es decir, son más resistentes a ésta, por lo que también se puede asociar la diabetes tipo dos en pacientes con SOP.
Por otra parte, algo que se ha comprobado en las últimas décadas es que el SOP es un síndrome con implicaciones genéticas. Primero se hicieron estudios en ratas a quienes se les inducía el síndrome y al seguir por generaciones a sus crías descubrieron que éstas también lo desarrollaban. Actualmente un grupo de investigadores chilenos trabaja con una población de mujeres en las que detectaron que la mamá y la hija presentaron SOP, por lo que aparentemente estaría asociado con algunos genes que pueden desencadenarlo, aunque no están descritos todavía.
Una de las formas de tratar este síndrome es la electroacupuntura, en la cual se estimulan con agujas las terminales nerviosas que se sabe llegarán al ovario. Con este método se ha observado que algunas mujeres llegan a ovular y disminuye la aparición de quistes.
Otra alternativa que se ha practicado desde hace algunos años es la escisión en cuña, que consiste en cortar la parte del ovario donde se encuentran los quistes, lo que permitirá que la mujer ovule. La investigadora comenta que este tipo de soluciones se ofrecen a las mujeres que desean embarazarse para que logren su objetivo, sin embargo, agrega que hasta el momento no se tiene la seguridad que con esta solución no vuelvan a aparecer los quistes.
Finalmente, una alternativa más para quitar los quistes es extirpar el ovario, pero ésta se ofrece como una solución sólo cuando en la mujer se detecta que el ovario está invadido de quistes y ya no busca tener hijos.
No se sabe aún por qué aparece este síndrome. Una de las hipótesis plantea que se produce una mayor actividad de las fibras simpáticas (que son parte del sistema nervioso autónoma y que llegan al ovario) antes de que aparezcan los quistes. La doctora Morales Ledesma señala que la actividad de un nervio se mide porque empieza a sintetizar mayor cantidad de las sustancias que produce.
“En este caso en los nervios simpáticos hay un neurotransmisor típico que es la noradrenalina, la cual se empieza a sintetizar en mayor cantidad y aparentemente esa sería la responsable de que empiecen a formarse los quistes foliculares”, comentó la investigadora universitaria.
Un grupo de investigación planteó que si la noradrenalina llega al ovario por los nervios y por tanto, al quitarlos el ovario empezaría a funcionar. Esta hipótesis se demostró con estudios en ratas a las que les quitaron el nervio ovárico superior de ambos ovarios. Dejaron pasar alrededor de 30 días y observaron que el ovario empezaba a ovular y sintetizaba hormonas de manera normal. A raíz de esto su conclusión fue que los quistes ováricos aparecían por el aumento de la noradrenalina.
Tomando como base esta investigación, el grupo de trabajo de la doctora Leticia Morales Ledesma publicó un artículo en el que partieron de la hipótesis de que si se quitaba el nervio ovárico superior sólo de un ovario, éste tendría que ovular y al que no se le quitó no ovularía. Sin embargo, la respuesta que encontraron fue contraria, es decir, el que tiene alto contenido de noradrenalina es el que ovula y el otro no.
“Nuestra pregunta es: por qué, si la noradrenalina era la causante de la aparición de quistes no se recuperó la función del ovario denervado, en el cual disminuye drásticamente la concentración de la amina. Entonces, esto nos llevó a plantear que existen otras vías de regulación nerviosa, las cuales serían responsables de que se active la aparición de estos quistes”, explicó la investigadora universitaria.
Con una nueva línea de investigación, el grupo de trabajo de la doctora Morales Ledesma estudia la sección del nervio vago que también llega al ovario. “Es un nervio craneal y en ése observamos que cuando hacemos la sección del vago izquierdo o derecho o de los dos, los dos ovarios responden. Eso nos lleva a plantear que probablemente a nivel de ovario hay una comunicación nerviosa, que podría explicar el por qué cuando realizamos la sección unilateral del nervio ovárico superior responde el ovario inervado. Entonces, decimos que probablemente entre estos ovarios haya una comunicación neural que permite al ovario enterarse cuándo tiene un nervio o cuándo no lo tiene.”
De acuerdo con la investigadora existen varias evidencias fisiológicas que apoyan la idea de que hay una comunicación entre los ovarios a través de los nervios, pero aún no existe ninguna evidencia anatómica.
Como parte del trabajo de investigación que se desarrolla en la Unidad de Biología de la Reproducción a la cual pertenece la doctora Leticia Morales se realizan diversos estudios en ratas con Síndrome de Ovario Poliquístico.
Una de ellas consiste en dejar al ovario sin la principal fuente de noradrenalina, con lo cual no se formarían quistes, esto a través de la sección del nervio ovárico superior e inducir posteriormente el síndrome con valerato de estradiol, que es un estrógeno, esperando que el fármaco no sea capaz de inducir el síndrome ya que no hay hiperactividad de las fibras simpáticas. Lo que se ha observado es que la rata a pesar de esto no ovula, por lo que se está trabajando en la observación histológica de los ovarios, para analizar si verdaderamente no hubo formación de quistes.
Un estudio más consiste en inyectar el valerato de estradiol directamente en el ovario y observar qué ocurre y cómo actúa. Otro proyecto de investigación está enfocado en el estudio del ganglio celíaco, en el cual convergen muchas terminales nerviosas y que es periférico, es decir, no está sobre la médula espinal. Se sabe que en este ganglio se encuentran los somas de las neuronas que forman el nervio ovárico superior, así como terminales nerviosas del vago, por lo que se estudia qué tipo de comunicación existe entre ambos nervios para que se dé una determinada respuesta con cada uno.
Asimismo se trabaja con el péptido intestinal vasoactivo que viaja por el nervio ovárico superior y que aparentemente está involucrado en la aparición del síndrome. Así como también se analiza si el plexo ovárico tiene alguna relación con el SOP.
El Síndrome de Ovario Poliquístico es muy estudiado en todo el mundo, México trabaja en aportar sus conocimientos en esta patología con el fin de identificar por qué y a partir de qué surge. No hay una cultura de la prevención en nuestro país, sobre todo porque no se sabe qué lo provoca y al no existir un tratamiento que desaparezca por completo los quistes lo recomendable es evitar factores de riesgo como la obesidad, la alimentación o el estrés desde etapas tempranas de la vida.
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