27-09-2021
Por Isabel Pérez S., Ciencia UNAM-DGDC
Luego de once años de conflictos, muertes y agitación social finalmente México lograría la consumación de su independencia del reino de España.
Dos fechas son significativas. El 27 de septiembre de 1821 el ejército Trigarante de Agustín de Iturbide y sus aliados entró triunfante a la Ciudad de México, conmemorando el acontecimiento de manera simbólica.
Al día siguiente, el 28 de septiembre, tuvo lugar la firma del Acta de Independencia que de manera oficial avalaba el nacimiento de una nueva entidad política: el Imperio Mexicano, cuyo territorio abarcaba desde lo que hoy es el norte de California hasta el sur de Costa Rica.
La Consumación de la Independencia de México fue un proceso muy complejo, colectivo y regionalizado. Fue un desarrollo crucial y fundamental que incluye lo que se ha llamado la Era de las Revoluciones. La historia de ese momento se entiende a partir de las crisis imperiales, de las reformas, de las revoluciones, pero también, de las restauraciones y las contrarrevoluciones.
1821 puede mirarse desde diversos ángulos asociados a las facetas políticas y aquellos que tienen que ver con la guerra; este conjunto de experiencias políticas transitó en un mundo movilizado y armado, comparte Rodrigo Moreno Gutiérrez, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
El desenlace del movimiento independentista en 1821 tiene que ver, al menos, con dos conjuntos de fenómenos: uno relacionado con la circunstancia alterada debido al sufrimiento provocado por una guerra prolongada que para 1821, ya llevaba más de once años impactando de diversas formas en muchas regiones de la Nueva España.
- A principios del XIX, la extensión de Nueva España rebasaba los cuatro millones de kilómetros cuadrados, más del doble del territorio mexicano actual (Fuente: mexicana.cultura.gob.mx)
Ese impacto de la guerra, agrega, se percibe en las comunidades, en la forma de ejercer el gobierno y en la militarización. Y es esa Nueva España alterada que todavía forma parte de la monarquía española la que tendría que explicar la gestación del movimiento definitivo y definitorio del independentismo de aquel año.
El otro conjunto de fenómenos para tratar de entender la consumación de la independencia, es la vigencia de un régimen constitucional recientemente restablecido en 1820 y que alteró de nueva cuenta el ejercicio del poder y la toma de decisiones empezando por el rey y en cada una de las provincias, en el nivel virreinal, provincial y local. Un grupo de individuos asumieron prácticas constitucionales que tenían que ver con la construcción de gobierno representativo.
Dicho suceso, con Agustín de Iturbide al frente, empezó a construirse en el mes de febrero de 1821 y en siete meses alteró por completo el escenario novohispano al grado que termina por romperlo. “En esos siete meses tuvieron que haber pasado muchas cosas como para que un conjunto de comunidades, se adhirieran incorporando sus propios intereses a ese programa político independentista”.
Rodrigo Moreno considera que las causas del movimiento pueden diversificarse en términos regionales, y en ese contexto, identificar los intereses de los grupos armados que decidieron incorporarse en algún momento de esos siete meses, con episodios interesantes protagonizados por el Ejército Trigarante, que no existía antes del 24 de febrero de 1821.
Lo que ocurrió en aquel año, añade el investigador, fue un movimiento político y militar que tiene una faceta colectiva política y un brazo armado visible con un núcleo en el sur de México y que usualmente sólo identificamos por sus líderes, entre ellos Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero.
Se dio entonces la propagación del proyecto político que termina imponiéndose en la capital del antiguo virreinato de la Nueva España, para dar paso al momento simbólico que fijó el inicio formal del imperio mexicano.
“Lo que pasa en septiembre de 1821 es el consenso entre un grupo de personas para el establecimiento de una entidad política independiente de la monarquía española; a partir de ese proyecto político se reconoce la existencia de una entidad que ya no se asumirá como perteneciente a la monarquía española constitucional, sino como una entidad política imperial monárquica constitucional que se asume independiente en términos de que puede gobernarse a sí misma”, resalta el especialista para Ciencia UNAM.
Fue en ese momento que comenzó formalmente la construcción de un Estado y la búsqueda de la finalización de un proceso bélico. Eso fue el objetivo del Ejército Trigarante: buscar la paz mediante el término de la guerra, la cual se obtuvo a través de las armas.
Uno de los principales logros de la Consumación de la Independencia fue una entidad política independiente que llevó el nombre de Imperio Mexicano, lo que supone la pretensión de romper los vínculos políticos y de sujeción con la metrópoli y en general con ese conjunto llamado monarquía española.
Con la consumación, algunos de los beneficiarios inmediatos fueron aquellos que encabezaron el movimiento armado y que, de algún modo, se habían mantenido en una suerte de línea secundaria en el escalafón militar en las provincias novohispanas y que, por este movimiento independentista, desplazan a quienes en realidad gobernaban militarmente las provincias y todo el virreinato, pasando a ocupar ellos el lugar.
De este modo, “la naturaleza del proceso de la consumación estuvo condicionada por una lógica de guerra. Su origen, su desarrollo, sus mecanismos de expansión, su estructuración y su financiamiento, en suma, se articularon en función del conflicto. Como toda guerra, la que se vivió en la Nueva España en 1821 reconfiguró los protagonismos individuales y colectivos, modificó las identidades políticas, redefinió objetivos, condicionó pactos y, en consecuencia, reestructuró el poder”, concluye el académico.
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