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Especial México 500. Caída de Tenochtitlan. La llegada de los primeros africanos

A los que llegaron a principios del siglo XVI se les consideraba “motores de sangre”.

12-08-2021

Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC

Juan Garrido era un africano que se cree llegó en 1502 a América como liberto, es decir, que había nacido como esclavo y había obtenido su libertad al cabo de los años.

Garrido participó en las fuerzas expedicionarias de Diego Velázquez en la conquista de Cuba en 1511 y acompañó a Hernán Cortés en la conquista de México-Tenochtitlan. Incluso se cree que fue testigo de la derrota en la llamada Noche Triste y como un homenaje a los caídos durante ese acontecimiento, él mandó construir la capilla de San Hipólito, localizada en la Ciudad de México.

Otro hecho que se le adjudica, y que pudo haber transformado la alimentación en nuestro continente, es haber sido el primero en plantar trigo en estas tierras. 

Pero la mayoría de los africanos que llegaron al México de principios del siglo XVI eran mano de obra esclavizada; se les consideraba como “motores de sangre”. Ellos fueron traídos dado que hubo una alta mortalidad de indígenas por las guerras de conquista y principalmente por las epidemias, por lo que se encargaron de realizar las labores en las minas, en el cultivo de la caña, del cacao, del tabaco y del café.

Otra labor que los esclavizados desempeñaban era dedicarse al servicio de los conquistadores, es decir, eran sus sirvientes; a diferencia de los “negros conquistadores” como Juan Garrido, a ellos no se les permitía estar armados y algunos de ellos podían tener una mayor movilidad que quienes eran parte de la mano de obra esclavizada.

Llegada a América

A principios del siglo XVI, el rey católico Carlos I de España autorizó la transportación de 250 esclavos a América. Ellos fueron embarcados en lugares conocidos como “factorías”, es decir, grandes fortificaciones construidas en diversos puntos de la costa occidental africana y en donde se almacenaban las mercancías antes de ser transportadas a Europa o América.

El doctor Marco Antonio Pérez Jiménez, del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad de la UNAM, explica que una característica de la esclavitud de africanos por los europeos fue la deshumanización del esclavo y su paridad con el estatus de “mercancía”.

“Tanto así que en los primeros documentos coloniales nos encontramos con el nombre de ‘piezas de indias’, que era la forma que se les llamaba a los esclavizados traídos a América. Fue por esto que los historiadores de la primera mitad del siglo XX no entendieron, en un principio, que este término se refería a la población esclavizada."

"Es importante señalar esto porque el europeo deshumaniza al africano para convertirlo en una mercancía y así podemos entender cómo funciona durante cuatro siglos el comercio deshumanizante de esclavos de origen africano”, explica.

Es a partir de 1506 cuando oficialmente comenzó la expansión del esclavismo africano por los europeos hacia América, es decir, la trata transatlántica. 

La Nueva España fue uno de los primeros territorios en recibir masivamente mano de obra esclava para trabajar en las minas, la ganadería, en el servicio doméstico y en las plantaciones. Por lo tanto, explica el especialista, estaban en todo territorio, no sólo en las costas, como comúnmente se pensaba.

El también investigador del proyecto universitario Afroamérica. La tercera raíz explica que el momento más alto de la trata de esclavos a la Nueva España llegó entre mediados y finales del siglo XVII, es decir, cuando los portugueses tenían el control del tráfico comercial. Para ese momento los historiadores calculan que en territorio colonial había alrededor de 250 mil esclavos.

“Sin embargo, se calcula que uno de cada dos esclavizados entró por la vía del contrabando, es decir, no fue registrado en las actas de compraventa ni pagaron el impuesto correspondiente (recordemos que tenían la categoría de mercancía). Por lo que podemos calcular medio millón de esclavizados hacia finales del siglo XVII”.

Con la recuperación demográfica de la población indígena y el aumento en el mestizaje de esta población con los africanos (las llamadas castas), a comienzos del siglo XVIII el México colonial abandona paulatinamente el sistema esclavista y favorece el sistema del pago de un jornal.

Esto ocurre, de acuerdo con el doctor Pérez Jiménez, porque era más barato pagar un jornal a esa población libre, que traer un esclavo, “alimentarlo”, cuidarlo y finalmente correr el riesgo de que se revelara contra su amo.

  • A principios del siglo XVIII hay una recuperación de la población indígena que había sido menguada por las guerras de Conquista y sobre todo por las epidemias, así como una mezcla con la población afrodescendiente y, en menor medida, con la española. Así surgen las castas.

Registros históricos

En 1790 el virrey de Revillagigedo mandó levantar un censo general de la población de la Nueva España; su finalidad era saber con cuántas personas se contaba para defender el virreinato de alguna amenaza extranjera, sobre todo de los ingleses. La información que se recopiló fue tan precisa que incluye a todas las personas que vivían en una casa, desde el jefe de familia, la mamá, los hijos hasta los sirvientes, los oficiales, etcétera.


Así, durante más de dos siglos, este fue el último censo donde se registró a la población de origen africano; lo que permitió saber que más de un millón de negros, pardos, morenos y mulatos habitaban en ese momento en el país, y que se ubicaban a lo largo y ancho del territorio colonial.

Después, se originó un proceso de “invisibilidad estadística”, es decir, durante los siglos XIX y XX se dejó de registrar a la población por su origen étnico, prácticamente “borrando” a indígenas y afrodescendientes en el levantamiento de los censos en México. 

La Tercera Raíz

En 2020 se realizó un nuevo censo en el que nuevamente se registró la presencia de esta población, cuyos integrantes son llamados “afromexicanos”, “negros” o “afrodescendientes” y que representan al 2% de todos los mexicanos.

El investigador destaca que su inclusión demográfica en el censo de 2020 es un reconocimiento necesario porque han sido poblaciones históricamente negadas, racializadas y cuyo acceso a mejores condiciones de vida se encuentra muy limitado, motivo por el cual hay una gran migración de población afromexicana a Estados Unidos.

Por eso, agrega, es necesaria la implementación de políticas públicas para el resarcimiento de la deuda histórica que se tiene con estas poblaciones, a través de acciones afirmativas que les permitan un mejor acceso a la educación, a la salud y al empleo.

"Estos reconocimientos no vienen gratuita ni directamente del gobierno, sino desde luchas legítimas e históricas de organizaciones indígenas y afromexicanas, las cuales provienen desde de 1992. Este reconocimiento es resultado de una lucha constante y en algunas ocasiones muy represiva, por la inclusión y el reconocimiento de sus derechos”, concluye. 


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