13-01-2020
Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
Más de 200 años después de que se realizó el último censo poblacional donde se contabilizó a la población de origen africano en México (en el Censo de Revillagigedo de 1791) se llevará a cabo el Censo de Población y Vivienda en 2020, el cual registrará a la población afromexicana, que había permanecido ausente de este tipo de registro.
El doctor Marco Antonio Pérez Jiménez, del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad de la UNAM, destaca que “mujeres y hombres de origen africano han permanecido invisibles y en calidad de desaparecidos de los registros de población general en México después de la abolición de las castas en 1822, excepto por algunos registros a nivel local”.
Explica que no sólo tenemos un rezago con respecto a nosotros mismos de más de dos siglos, sino que a nivel Latinoamérica, pues en Colombia desde 1993 y en Brasil desde 1989 se ha registrado a la población de origen africano.
Algunos datos que se tienen hasta el momento indican que en nuestro país se tiene un registro de 1.4 millones de mexicanos que se autoidentificaron como afros, es decir, 1.2% de la población, la cual se ubica principalmente en los estados de Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Estado de México y Ciudad de México. En estas últimas dos sobre todo se ubican por cuestiones de migración.
Además del registro de la población afromexicana en el censo de 2020, también se han realizado otras acciones para lograr este reconocimiento. El 9 de agosto de 2019 se estableció una enmienda constitucional al artículo 2 que señala que la Constitución reconoce a los pueblos y comunidades afromexicanos, cualquiera que sea su autodenominación, como parte de la composición pluricultural de la nación y que tendrán los derechos que ahí se establecen a fin de garantizar su libre determinación, autonomía, desarrollo e inclusión social.
Uno de los aspectos que el doctor Pérez y sus colaboradores han estudiado es cómo y cuándo llegó la población africana a nuestro país. Desde la llegada de Cortés arribaron a México los primeros africanos que venían como esclavos y tenían habilidad para las armas, por lo que también formaron parte de las luchas de conquista.
Mucha de esta población africana es movida por los portugueses, quienes tienen el monopolio del tráfico de esclavos dado por el Vaticano. Son llevados a La Habana en donde muchos son vendidos y luego son transportados al puerto de Veracruz, que es el principal lugar de trata de esclavos en la Nueva España.
Los primeros africanos que llegaron a México trabajaron las minas, las plantaciones de cacao, de café, en el servicio doméstico, pues cuando arribaron a nuestro país, la población indígena había disminuido por la alta mortalidad que enfrentó en esos años.
- Se calcula que cuando Hernán Cortés llega a México hay 20 millones de habitantes en el altiplano mexicano, que mayormente estaba dominado por el imperio mexica y al final del siglo XVI se contabilizaron sólo a 2 millones de personas, es decir, hubo una mortalidad de 90% de la población indígena.
Sin embargo, a mediados del siglo XVIII dejaron de llegar esclavos a la Nueva España, sobre todo por dos razones, la primera es que se recupera la población indígena y porque hay un mestizaje en la sociedad novohispana que da nacimiento a las castas, que son fruto de la mezcla entre los tres principales grupos: españoles, indígenas y africanos, y mucha de esa población ya nace libre, explica el maestro Pérez Jiménez.
Una de las interrogantes que surgían con respecto a la población africana que llegó a México, es qué pasó con ella después de la época de la Conquista y la Colonia. Al respecto, el doctor Pérez Jiménez destaca que su importancia fue mayor en los primeros siglos coloniales, ya que posteriormente se contrataba a población que era libre y producto del mestizaje que se dio en el país, a diferencia de otras naciones como Estados Unidos, Cuba o Brasil en donde seguían llegando millones de esclavos a sus territorios.
Durante el México independiente ocurrió la abolición de la clasificación por castas, es decir, se deja de señalar a la población como indio, mestizo, español, mulato, negro. “La demografía evita esta categoría, por eso ni nuestros padres o abuelos habían escuchado de ellos, pues se frenaron todos los estudios sobre la población de origen africano en México”, destaca el investigador miembro del proyecto Afroamérica. La Tercera Raíz.
Agrega que para estudiar la presencia de esta población en el país, exploraron su presencia en dos estados de la República mexicana: Guanajuato y Veracruz, y encontraron dos procesos de mestizaje muy distintos.
En Guanajuato ocurrió un proceso de asimilación muy importante al sector indígena; la mezcla fue tan importante que en cuatro generaciones desaparecieron todos los registros de la población de origen africano en este estado y se vivió un proceso de afroindianidad que se refiere a la importante mezcla biológica de las dos poblaciones, pero principalmente a la mezcla socio cultural de elementos religiosos, de la cocina, de baile y de otras tradiciones que los africanos trajeron.
Y en otras regiones donde ni indígenas ni mestizos eran mayoría, como en Veracruz, los descendientes de africanos conservaron sus características étnicas y culturales diferenciadas del resto de la población en el México independiente, por lo que su presencia es más evidente hasta la actualidad.
El maestro Pérez Jiménez concluye que de este tipo de dinámicas poblacionales, que se han generado a lo largo de nuestra historia, es de donde se desprende la importancia de contabilizar a la población afromexicana en nuestro país.
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