23-01-2019
Por Ma. Luisa Santillán/Jareni Ayala, Ciencia UNAM
La epilepsia se caracteriza por una predisposición a padecer convulsiones recurrentes. Esto genera consecuencias neurobiológicas, cognitivas, psicológicas y sociales.
Sobre su origen, se sabe que existen aspectos genéticos, ambientales y socioculturales que pueden ser responsables de esta enfermedad.
Para el doctor Gustavo Vega Gama, de la Academia Mexicana de Neurología, la epilepsia puede definirse como una alteración cerebral producida por la aparición de eventos relacionados con la actividad eléctrica cerebral; ésta se caracteriza por ser súbita, repetitiva y crónica. Sus manifestaciones son motoras, sensoriales, autonómicas y mentales.
Una de las características de esta enfermedad es que está ligada a la pobreza, a las bajas condiciones socioeconómicas y de salud. Costa Rica, Honduras y México son los países con mayor incidencia de epilepsia en América Latina.
Por su parte, el doctor Roberto Suástegui Romano, de la Facultad de Medicina, de la UNAM, señala que la epilepsia desencadena una especie de efecto dominó con otros trastornos, los cuales conducen a un deterioro de la calidad de vida de quienes la padecen de ahí la importancia de diagnosticarla oportunamente.
La frecuencia de esta enfermedad en los adultos se debe a un tratamiento inadecuado, un diagnóstico tardío o es la continuación de una enfermedad que se inició en la etapa pediátrica.
Asimismo, las causas más frecuentes de epilepsia en adultos mayores de 35 años son: accidente vascular cerebral, tumores cerebrales, abstinencia alcohólica, trastornos metabólicos, enfermedad de Alzheimer o causas idiopáticas, es decir, que se desconocen las causas.
No todos los casos de epilepsia son iguales, algunos son sencillos de tratar y los pacientes se controlan con dosis bajas de medicamentos; otros requerirán dosis más altas, y otros más necesitarán la dosis máxima tolerada.
A pesar del surgimiento de fármacos antiepilépticos de nueva generación, alrededor de 30% de los pacientes con epilepsia no responden al tratamiento farmacológico clásico, por lo que una opción para ellos es la cirugía.