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La calidad y el color del teñido con tintes naturales dependen de la preparación de las fibras; la estación del año en que se recolectan las plantas utilizadas y del tipo de suelo en el que crecen; también de la forma en que se obtienen los extractos, los mordentes para fijar o intensificar los colores y los entonadores, así como del tiempo de cocción.
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Por su origen las substancias colorantes son orgánicas e inorgánicas. Las orgánicas conocidas como tintes, se obtienen de animales o vegetales, son solubles en agua y se incorporan en las fibras por medio de un proceso químico natural. Las inorgánicas, llamadas pigmentos, son de origen mineral, debido a que no son solubles en agua se aplican indirectamente empleando un aglutinante.
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En Mesoamérica para teñir las fibras primero las liberaban de impurezas lavándolas con los frutos, hojas y raíces machacadas de plantas como la azucena, el nardo o la tuberosa, que desempeñaban la función de jabón.
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La lana es una fibra muy elástica y extensible. El 10 a 25% de grasa que contiene, la hace un bocado muy apetecible para las larvas de la polilla. La longitud del pelo, el rizado, la elasticidad, fineza y color están determinados por la raza, clima, alimentación, y la parte del cuerpo del animal de la que proviene.
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En el proceso de teñido se fija, intensifica o cambia el tono del colorante utilizando un agente fijador o “mordente.” Estas sales minerales o metálicas funcionan mediante un proceso químico ácido o alcalino, al añadirse al baño de tinte.
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Los tintes que se obtienen de la grana cochinilla son 10 veces más fuertes que los de otras especies. Después de la Conquista, los españoles la exportaron a Europa y de ahí llegó hasta el Medio y Lejano Oriente. En el s. XVIII la grana mexicana suplantó a especies usadas desde la antigüedad en el Viejo Mundo y ya para el XIX era el insecto más exportado en todo el mundo; sin embargo, su comercio colapsó con el incremento de la popularidad de los tintes químicos.
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La corteza del mangle rojo se usa para teñir el algodón y el henequén. También puede utilizarse como mordente para fijar la grana cochinilla y otros tintes. Actualmente, su empleo ha disminuido debido a que la construcción de complejos turísticos y de vivienda en su hábitat los está destruyendo.
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El caracol púrpura está prácticamente extinto porque en la actualidad cuando se les "ordeña" no se les preserva. En la época prehispánica se desprendía el caracol de la roca, se le soplaba y entonces el animal secretaba el tinte; luego, se devolvía a su lugar y se podía volver a ordeñar después de un mes ya que regeneró el tinte. Para teñir 200 g. de algodón se requiere el tinte de 90 a 150 caracoles.
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El añil es una planta silvestre, tropical y leguminosa, originaria de América. De sus hojas se extrae una sustancia colorante que se llama “indican”, la cual mediante un proceso de fermentación libera “indoxil”, que contiene el principio colorante.