-
Generoso en el momento de compartir sus saberes y habilidades, de memoria e inteligencia prodigiosas, y sobre todo, un maravilloso ser humano, así era el ingeniero José Ruiz de la Herrán Villagómez (16 de diciembre de 1925–5 de septiembre 2022).
-
La infancia de José de la Herrán dista mucho de haber sido “una infancia común”. Sus espacios de recreo fueron los llanos de Coapa —donde se encontraban la antena y planta transmisora de la XEW—, así como los pasillos de dicha radiodifusora; sus juguetes: herramientas, motores, bulbos, mecanos, material electrónico y piezas para construir telescopios.
-
A los seis años tuvo su primer “trabajo formal”, el cual consistía en ordenar y limpiar la herramienta de la planta de transmisión de la radiodifusora XEW, dos años después se convirtió en el operador del transmisor de 5 kilowatts (el 5D).
-
Visitar el museo del Instituto Franklin y su planetario, en Filadelfia, EUA, reafirmó su gusto por la ciencia y la tecnología. A partir de esa experiencia, él y su papá comenzaron a construir telescopios. “Construimos los telescopios más grandes que un aficionado haya construido en América Latina. El más grande tenía 50 cm de diámetro y una distancia focal de 7 m”.
-
José de la Herrán —admirador de los tecnólogos Edison, Kilby, Noyce y Nakamura— estudió la carrera de ingeniería mecánica y eléctrica en la Escuela Nacional de Ingenieros (antecedente de la Facultad de Ingeniería, UNAM). Se especializó en óptica, medición, manufacturas y aleaciones de acero.
-
En el laboratorio que él y su padre montaron en la XEW empezaron a diseñar circuitos y al paso de los años fueron capaces de construir estaciones de radio completas. Ambos diseñaron y pusieron en funcionamiento las radiodifusoras de AM más potentes de México (XEW, XEQ, XEWA, XEQB, XEWB, XEWK), así como más de 80 radiodifusoras en el interior de la República.
-
A finales de los años 40, la curiosidad y el deseo de saber más llevaron a José de la Herrán a experimentar con el nuevo e innovador medio de comunicación: la televisión. En la XEW aceptaron su propuesta de montar un laboratorio de televisión, esto le permitió diseñar y construir dos cámaras, las cuales presentó en la Asociación de Ingenieros y Arquitectos.
-
En la década de los sesenta su trayectoria profesional dio un giro de 180 grados. Lo invitaron a trabajar a Campos Hermanos, empresa siderúrgica fabricante de aceros especiales que en 1940 había construido la torre antena de 200 metros de la XEW.
Durante su estancia diseñó y construyó un horno eléctrico de arco de 20 toneladas.
-
Inició su labor de divulgación de la ciencia y la técnica con un grupo de trabajadores de Campos Hermanos, a quienes dedicó una hora cada lunes, miércoles y viernes para hablarles de astronomía y otros temas. Fue uno de los pilares de la divulgación de la ciencia en México, tarea a la que dedicó más de 50 años a través de diversos medios.
-
El bulbo era el componente electrónico que más le gustaba al ingeniero. Se refería a ellos como obras de arte, por eso durante décadas se dedicó a coleccionarlos. En ese conjunto, de más de cinco mil piezas, hay bulbos de todos los tamaños y formas, así como los más potentes que se fabricaron para la radiodifusión.
-
“Cuando fue el primer vuelo a la Luna me dije: ¿Yo qué estoy haciendo aquí? Yo que soy entusiasta, que he leído todas las novelas de ciencia ficción, todas las posibilidades que se han presentado en la mente humana, y ahora que se realiza algo que era totalmente ciencia ficción ¡yo tengo que ir a verlo!”
José de la Herrán
-
El ingeniero de la Herrán formó parte del grupo Meccano, el cual estaba integrado por coleccionistas y aficionados al juguete Mecano. A lo largo de los años construyeron diversos modelos a escala de observatorios, locomotoras, la Estación Espacial Internacional, juegos de ferias, naves espaciales, autos….
-
“Mi mayor esperanza para el futuro es que los seres humanos aprendamos a vivir en paz. Las guerras son la demostración de nuestra estupidez como grupo humano y son, desde el punto de vista racional, no sólo perjudiciales sino absurdas y abominables. Una vergüenza para dicha humanidad que sin duda posee cerebros capaces de razonar inteligentemente”.
José de la Herrán