25-06-2018
Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC
La tortura es todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero, información o una confesión, señala la ONU.
En la Antigua Grecia la tortura se aplicaba a los esclavos –y en ciertas circunstancias a los extranjeros–, cuando testificaban en un juicio para asegurarse que decían la verdad.
Según Amnistía Internacional, existe en el mundo una prohibición de la tortura y todas las formas de crueldad y humillación desde 1948, año en que se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Hasta hoy, 156 países han firmado la Convención contra la Tortura de Naciones Unidas, pero la prohibición va más allá y es vinculante, incluso, para los Estados que no se han unido a los tratados de derechos humanos pertinentes
Para investigar y documentar los incidentes de tortura y otras formas de maltrato, así como castigar a los responsables de manera completa, efectiva e imparcial, en 1999, la Organización de las Naciones Unidas adoptó el Protocolo de Estambul, manual elaborado por más de 75 expertos en leyes, salud y derechos humanos e involucra a más de 40 organizaciones de 15 países.
Este documento establece consideraciones generales de lo que debe tomarse en cuenta durante las evaluaciones médico/psicológicas para identificar las causas y consecuencias de lo que puede llegar a configurar el delito de tortura, explica María del Carmen Montenegro Núñez, académica de la Facultad de Psicología y coordinadora del Programa Único de Especialización en Psicología (PUEP) de la UNAM.
La tortura, enfatiza, se ejerce por parte de los servidores públicos, por eso se considera una violencia de Estado.
·México está entre los primeros países que ejercen tortura.
Las evaluaciones que se realizan a quien acusa tortura son médicas y psicológicas, y de acuerdo con los lineamientos del Protocolo de Estambul, se deben considerar los factores psicosociales de la persona que dice haber sido víctima de tortura.
Cabe aclarar, que los médicos y los psicólogos no son quienes determinan si hubo o no tortura, ellos sólo aportan pruebas a través de las evaluaciones médico/psicológicas, para que sea el juez quien así lo determine.
Resultado complejo
“Nuestra tarea como psicólogos es dar cuenta del sufrimiento o la afectación de un individuo a partir del hecho que refiere. En ocasiones elaborar estos diagnósticos no es fácil, porque hay que garantizar que la ansiedad, estrés postraumático o cualquier otro sufrimiento esté estrechamente vinculado al hecho delictivo, detalla María del Carmen Montenegro.
Desafortunadamente, cuando la tortura ejercida no es grave y durante la evaluación no se refleja un daño severo, pareciera que no sucedió, por lo que las evaluaciones deben ser muy detalladas ya que las reacciones de una persona dependerá de la historia previa del individuo, como es su fortaleza o resiliencia, tanto como de los aspectos simbólicos involucrados en el ejercicio de la violencia.
Algunas veces la tortura no es física sino emocional y que aunque a simple vista no se detecta habrá que cuidar de no minimizar el hecho y hacer evaluaciones precisas, ya que la violencia psicoemocional tiene importantes afectaciones a mediano y largo plazo.
Uno de los retos, subraya la especialista, radica en la dificultad de comprobar el ejercicio de la violencia y el daño causado. Por ello, quien evalúe psicológicamente con base en el Protocolo de Estambul debe tener claro el concepto de tortura, pues de lo contrario, se puede incurrir en imprecisiones y con ello generar condiciones de impunidad o de revictimización.
El protocolo evalúa, no castiga
Es importante que quienes realizan las evaluaciones psicológicas consideren que no todas las personas reaccionan igual ante un acto de tortura. Asimismo, debido a que muchas de las personas que se presume que han sufrido tortura están internadas en algún Centro de Reclusión, el proceso puede llevar un tiempo considerable.
- El Protocolo de Estambul no es para castigar a quienes ejercen la tortura, es para evaluar las señales de daño emocional y físico que ésta ha dejado.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en 2017 las quejas por tortura se multiplicaron por cinco y la Procuraduría General de la República (PGR), resuelve menos del 1% ciento de los casos.
El 12 de diciembre de 1997, la Asamblea de las Naciones Unidas, por recomendación del Consejo Económico y Social proclamó el 26 de junio como el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura con miras a erradicar esta forma de violencia y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
Resultados del Protocolo de Género UNAM, 2020
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