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Especial Bioética. Órganos para trasplantes: ¿donadores en “automático”?

La polémica propuesta para incrementar la disponibilidad de órganos en México

25-05-2018

Por Guillermo Cárdenas Guzmán, Ciencia UNAM, DGDC

Cinco décadas después del primer trasplante de riñón en México, realizado por un equipo médico liderado por Federico Ortiz Quesada en 1963, este tipo de cirugías, que se han vuelto rutinarias, aún enfrenta serios obstáculos técnicos y sociales. Uno de ellos es la falta de órganos disponibles para abastecer la creciente demanda.

Y es que a medida que crece la población, aumenta también la carga de enfermedades crónicas que a la larga pueden requerir órganos de “repuesto”. Según los datos del Centro Nacional de Trasplantes, la cantidad de estas cirugías realizadas en el país pasó de 3988 a 4938 entre 2012 y 2017, es decir, registró un incremento de 23% durante ese periodo.

Aun así, persiste un déficit importante, ya que actualmente en las listas de espera para recibir un órgano o tejido están inscritas más de 22 mil personas, de las cuales dos terceras partes (más de 14 mil pacientes) requiere un riñón y más de 7 mil un trasplante de córnea.


En vida es posible donar fragmentos de algunos órganos o un riñón. Después de la muerte, por paro cardiorrespiratorio o muerte cerebral, órganos, tejidos y células  son los que puedan aprovecharse.

Para aumentar la disponibilidad de estas piezas biológicas, procedentes tanto de personas vivas como fallecidas, la LXIII Legislatura de la Cámara de Diputados seguirá discutiendo una iniciativa, previamente avalada por el Senado el pasado 3 de abril, que propone modificaciones y adiciones en varios artículos de la Ley Federal de Salud.

Donación “en automático”

La propuesta prevé considerar como donador al que de manera presunta consienta la disposición, para después de su muerte (post mortem), de órganos, tejidos o células y que no haya manifestado disposición en contrario.

También considera como donador al que expresamente consienta la disposición en vida o para después de su muerte, de su cuerpo, órganos, tejidos o células.

Así, en caso de aprobarse esta reforma, todas las personas mayores de edad y en goce de sus facultades mentales que no expresen su deseo en contra, se convertirían, de manera automática, en donadores potenciales, lo que técnicamente se denomina consentimiento presunto.

Las personas que no deseen hacerlo (para que nadie disponga de sus partes vitales) deberán notificar este deseo. En la Ley actual son quienes desean donar los que deben hacer explícita esta voluntad.

Dicha propuesta también contempla establecer una Procuraduría de órganos y comités de vigilancia en los hospitales donde se realicen trasplantes, además de un “candado” para garantizar que se respeten las costumbres de comunidades indígenas y las creencias de grupos religiosos que les impiden convertirse en donadores.

“En México tenemos 3 donadores de órganos por cada mil personas, mientras en España (país líder en esta materia) son alrededor de 15. Eso es lo que queremos: que la gente esté concientizada de la importancia de la donación”, plantea el maestro Pedro Alberto González Santillán.

En entrevista, el secretario técnico de la Comisión de Salud de la Cámara Baja explica que la medida pretende varios objetivos: el primero y primordial es salvar vidas, pues 90% de los pacientes que demandan un trasplante en México fallecen mientras están en las listas de espera.

También se busca mejorar la calidad de vida de los pacientes que necesitan órganos o tejidos (quien recibe un riñón, por ejemplo, puede vivir hasta 30 años más), así como ahorros importantes en los costos de atención en el sector salud.


González Santillán menciona que el costo de la hemodiálisis que se practica a un paciente con insuficiencia renal, ronda los 150 mil pesos al año. El de una cirugía de trasplante es similar, pero en los años subsecuentes sólo se invertirían unos 60 mil pesos para proveerle medicamentos que eviten el rechazo de su sistema inmunitario (inmunosupresores).

Dilemas éticos

En países como Bélgica, Noruega, Francia, Finlandia y España el esquema del consentimiento presunto ha funcionado. Pero una reforma similar aprobada en Holanda en febrero pasado generó polémicas por cuestiones éticas y el rechazo de miles de ciudadanos.

En México también diversos médicos y expertos en bioética han cuestionado la forma en que fue propuesta la reforma legislativa y sus potenciales implicaciones.

Arnoldo Kraus, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, dice que debemos preguntarnos si las personas con menores recursos económicos en el país, que son 50 o 60 millones, tendrían la información oportuna y los medios suficientes para expresar su negativa a la nueva Ley.

El especialista, integrante del Colegio de Bioética A.C., también señala que en México no existen condiciones de infraestructura hospitalaria que permitan la procuración, manejo y seguimiento adecuado de los órganos “La pobreza es un tema ético y los recursos con los que cuenta el sector salud no son suficientes”.

En este contexto, recuerda que los medicamentos inmunosupresores, además de ser costosos, con frecuencia escasean y requieren una estrecha vigilancia médica.

Otra crítica del doctor Kraus se dirige hacia el esquema de donación “en automático”, en el cual las autoridades de salud dispondrían finalmente de los órganos si no hay objeción y son adecuados para un trasplante.

El especialista de la Facultad de Medicina comenta que como alternativa podrían aplicarse otros esquemas de donación, como el que se basa en el principio de reciprocidad, que han adoptado países como Israel y Singapur.

Con este esquema, los pacientes dispuestos a donar son colocados en los primeros lugares de las listas de espera de órganos, de manera que se logra un trato más equitativo y no generalizado, como ahora ocurre en México.

Kraus propone ir más allá: dar más peso a la medicina preventiva y que se atiendan con mejores recursos y de forma oportuna enfermedades crónico degenerativas como la diabetes, que al evolucionar da paso a problemas como ceguera e insuficiencia renal crónica, que pueden requerir trasplantes.

“Lamentablemente nos falta mucha cultura sobre donación y persisten muchos mitos sobre los trasplantes”, reconoce González Santillán, quien entiende que el tema genere mucha oposición. Sin embargo, aclara, la misma reforma establece que el sector salud deberá realizar campañas de difusión para explicar sus beneficios.”

  • Actualmente la Ley General de Salud establece que toda persona es disponente de su cuerpo y que podrá donarlo de manera integral o sólo determinadas partes; asimismo, dispone que los órganos y tejidos se obtengan preferentemente de personas fallecidas. 

La Ley vigente también señala que la donación de órganos para trasplantes se rige por principios de altruismo, ausencia de afán de lucro y confidencialidad, por lo que su obtención y utilización deben hacerse en forma gratuita.

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