24-10-2017
Por Emiliano Cassani, Ciencia UNAM-DGDC
Mediante un mapa recién incluido en la plataforma web www.atlasnacionalderiesgos.gob.mx, cualquier ciudadano podrá consultar si su vivienda, negocio o terreno se encuentra en zonas de vulnerabilidad física del subsuelo: hundimientos, subsidencias (hundimiento verticales de una cuenca sedimentaria como consecuencia del peso de los sedimentos que se depositan de una manera progresiva) o agrietamientos.
Este mapa de vulnerabilidades es resultado de la investigación, Análisis de vulnerabilidad física a la subsidencia, hundimiento y agrietamiento en la Ciudad de México, realizada por científicos del Centro de Geociencias de la UNAM, en colaboración con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED).
El mapeo muestra que hay zonas críticas en la Ciudad de México. Estos lugares que ya se tienen identificados, no pueden ser arreglados, alertaron los autores.
“Si el hundimiento y el fracturamiento es importante o severo, las personas no deben esperar, necesitan tomar acciones y no poner en riesgo a su familia. Se podría pensar en reforzar las estructuras, pero no habrá estructura sin importar la cantidad de concreto que se le añada, que pueda resistir si se encuentra dentro de una vulnerabilidad física marcada, lo que queda es desalojar ese lugar y que se utilice ese suelo para otra cosa que no sean viviendas”, expuso el doctor Carlos Valdés González, director general del CENAPRED, en la presentación del mapa en conferencia de prensa.
Con estos datos, cualquier individuo que quiera comprar o construir una vivienda en la Ciudad de México podrá consultar este mapeo para tomar una decisión informada.
De acuerdo con el estudio, un 3.9 por ciento del territorio de la Ciudad de México tiene una alta vulnerabilidad al fracturamiento; mientras que 23.6 por ciento tiene media vulnerabilidad y 35.3 por ciento, baja vulnerabilidad. Un 37 por ciento de la superficie no presenta hundimientos.
Las fracturas no son fenómenos superficiales, se propagan de abajo hacia arriba. “Hay muchos tipos de fracturas; unas son colapsables, es decir, se pueden abrir súbditamente, y representan un riesgo para la vida humana; en esas zonas recomendamos construir áreas verdes. Otras tienen una deformación más lenta; con esas fracturas podemos lograr una mejor convivencia si se hace un diseño arquitectónico adecuado, una buena cimentación en congruencia con la fractura que ya está y va a estar ahí”, explicó la responsable del proyecto por parte de la UNAM, la doctora Dora Carreón Freyre.
“Si las calles donde hay vulnerabilidades físicas se rellenan con cemento o concreto se hace una cuchilla que solo acrecienta el problema. Esto porque son elementos rígidos en elementos de tierra suaves, son como un cuchillo en mantequilla, que con el peso de los carros y las construcciones se seguirá encajando”, explicó la también investigadora del Centro de Geociencias.
Anteriormente se pensaba que las fracturas se originaban de forma aleatoria, sin sentido geológico, no obstante las investigaciones han comprobado que es posible saber dónde y por qué aparecen.
Las fallas denominadas Copilco y Mixhuca forman una especie de corredor de deformación; tienen una distribución que las caracteriza porque están en sedimentos lacustres. Esas fallas cruzan de sur a norte, desde la delegación Xochimilco hasta la Cuauhtémoc; la de Mixhuca atraviesa Iztacalco, Iztapalapa y Cuauhtémoc; y la de Copilco es una línea recta que cruza Benito Juárez y Cuauhtémoc.
Dentro del corredor de deformación, se encontraron coincidencias en los colapsos que hubo en los sismos del 19 de septiembre de 1985 y de 2017. Si bien no se pueden predecir los sismos, sí se pueden conocer las fracturas.
Las fracturas más graves se agrupan en dos, las que están bordeando las zonas montañosas de la sierra de Santa Catarina, el Cerro de la Estrella y el Peñón del Marqués, y las de la zona centro, mencionó la doctora Dora Carreón.
El costo de la investigación fue de poco más de 5 millones de pesos, sin embargo se necesita por lo menos una inversión de 100 millones para tener una precisión mucho mayor.
“El gobierno de China, tiene tan solo en la ciudad de Shanghái, 34 estaciones de deformación profunda, en la que tienen pozos de hasta 300 metros de profundidad, con extensómetros (sensores de profundidad); mientras que en México no hay ninguna. Las que hemos colocado son seis y son superficiales. Una estación profunda debe tener un costo aproximado de 10 millones de pesos, no por la instrumentación sino por el costo de la perforación. Se podría empezar con dos estaciones en la Ciudad de México para tener mejores resultados”, exhortó la doctora Carreón Freyre.
La investigadora concluyó que estos mapas son muy dinámicos. “Esta es una primera versión, del trabajo de un año; se puede integrar nueva información si se sigue monitoreando a mediano y largo plazo.”
Por lo pronto, este mapa permitirá a la ciudadanía y tomadores de decisiones informarse acerca de los fenómenos del subsuelo, con el propósito de ser una herramienta para la reconstrucción y para futuros desarrollos de infraestructura con el fin de prevenir desastres.
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