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Las lenguas y sus hablantes, inspiración de Yolanda Lastra

Desde el gusto por aprender idiomas hasta la consolidación de su carrera como lingüista

07-07-2017

Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM

Un aspecto fundamental para documentar una lengua, es el trabajo de campo en las distintas comunidades y la convivencia con los hablantes. Estas características son fundamentales para distinguir cuál es la estructura de una lengua o un dialecto, ya que no siempre basta con conocer significados de palabras, sino entender cómo se desenvuelve una comunidad en su propia cotidianeidad.

Con base en este principio, la doctora Yolanda Lastra, investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, ha forjado su trayectoria como lingüista, ha impulsado a múltiples generaciones en este tipo de labor y ha logrado documentar las varias lenguas de nuestro país, labor que la ha colocado como una de las investigadoras más destacadas en su campo.

Originaria de la Ciudad de México, en 2015 fue galardonada con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de lingüística y literatura. Siempre le gustó el estudio de otros idiomas y, apoyada por sus padres, cursó una preparatoria bilingüe, donde aprendió inglés. Posteriormente viajó a Estados Unidos y gracias a una beca, estudió francés, inglés e historia en el Smith College.

Sin embargo, a su regreso a México, el grado académico obtenido en Estados Unidos (equivalente a una licenciatura) no le era reconocido por las instituciones nacionales, más que como un bachillerato. Esto habría provocado que volviera a cursar la licenciatura en nuestro país, pero no lo hizo debido a que perdió a su padre y empezó a trabajar para apoyar a su familia. A pesar de lo anterior, mantuvo la idea de seguir estudiando.

Entonces daba clases de español en la Embajada de Estados Unidos en México. En ese momento conoció al lingüista Robert Stockwell, quien vino a supervisar los cursos que ahí se daban y quien fuera la primera persona que la impulsó a estudiar lingüística.

Inicios en la Lingüística

Fue a Washington, D.C., con el propósito de asistir a la Universidad de Georgetown, en donde cursó la maestría en Lingüística. Al concluirla decidió regresar nuevamente a México. Sin embargo, por segunda ocasión se enfrentó al problema de la revalidación de sus estudios en el extranjero y no pudo ingresar al doctorado en Antropología que recientemente se abría en la UNAM.

De nuevo volvió a Estados Unidos, esta vez a la Universidad de Cornell, donde cursó el doctorado en Lingüística. Uno de sus intereses de acudir a esta institución era estudiar con el destacado lingüista Charles Francis Hockett.

Mientras estaba en esta universidad trabajó en un proyecto guiado por Donald Solá sobre el estudio del quechua. Por ello, la envían a Cochabamba, en Bolivia, para recoger datos sobre esta lengua. Además de ir a este lugar, tiene la oportunidad de llevar al informante a la Universidad de Cornell para continuar con la documentación de la lengua. Y es con este trabajo que obtiene su grado como doctora en Lingüística.

Por ese mismo tiempo, el doctor Solá crea el Proyecto Interamericano de Lingüística y Enseñanza de Idiomas (PILEI), cuyo primer simposio se realizó en la ciudad de Cartagena, Colombia. La doctora Lastra regresó a México a invitar a varios de los lingüistas del país para que acudieran a dicho evento, el cual fue relevante para los estudios lingüísticos que en ese momento se realizaban en todo el continente.

Posteriormente, la doctora Lastra es invitada por Stockwell para dar clases de lingüística en la UCLA, en donde permaneció durante dos años. Por esa época, finalmente, logra regresar a México, a la UNAM, como investigadora en el área lingüística.

Estudio de las lenguas

Una de las primeras lenguas que la doctora Lastra estudió y a la cual ha regresado varias veces, es el chichimeco. Realizó sus primeros trabajos en 1958, en San Luis de la Paz, Guanajuato. A partir de ese momento ha buscado en varias ocasiones hacer estudios relacionados con esta lengua.

Por azares del destino, al regresar a México no continuó estudiando el chichimeco, sino que se enfocó en el estudio del náhuatl, del cual reconoce que ya había varias investigaciones al respecto, aunque también era necesario hacer más trabajo sobre la extensión de esta lengua y sus hablantes, entre otros aspectos.

Sus aportaciones en la lengua náhuatl han estado encaminadas hacia la recopilación de datos para examinar la variación dialectal.

Otro de sus intereses de estudio fue el otomí, lengua que estudió durante varios años y en la cual también se involucró en el estudio de su cultura, tradiciones, variaciones dialectales, su sintaxis, etcétera.

“El otomí lo estudié por todos lados donde se habla, como unos 40 sitios, no mucho tiempo en cada parte, pues el estudio de una lengua se puede hacer en un solo lugar en profundidad o enterarse un poco de qué tan dispersa está la lengua y su variación dialectal”, explicó.

Cuidar la lengua materna

Para recopilar información y documentar una lengua es importante el trabajo de campo. Esto lo supo la doctora Lastra desde sus años de estudiante cuando realizó sus primeros levantamientos de datos en la comunidad de San Luis de la Paz. A partir de entonces, acudir a las comunidades, interactuar con sus habitantes y conocer su cultura, ha formado parte de la filosofía que ha implementado en su actividad científica y como profesora de múltiples generaciones.

Explicó que para el trabajo de campo es fundamental interactuar con sus informantes, que son personas de la zona quienes a través de diversas charlas le proporcionan información sobre la lengua. “En general la gente es amable y acogedora. El primer día puede ser difícil, pero en cuanto usted vuelve, todo es mejor”, señaló.

La doctora Yolanda Lastra, quien desde 2013 es parte de la Academia Mexicana de la Lengua, señaló que durante mucho tiempo se creyó que un país debería de tener una sola lengua, aunque es mejor que haya varias, porque esto representa un enriquecimiento para la cultura del propio país.

Si en México algunas lenguas han desaparecido es porque se priorizó el idioma español sobre las lenguas propias del lugar; incluso hubo épocas en donde se prohibía que se hablaran. Esto llevó a que éstas fueran olvidándose y no se transmitieran de generación en generación. Por lo anterior, puede ser que hoy los más jóvenes de una comunidad ya no hablen la lengua materna, concluyó.

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