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Cazador de microbios y astrónomo aficionado: Enrique Galindo

Creador del primer biofungicida desarrollado con tecnología mexicana

19-06-2017

Por María Luisa Santillán. Imágenes: Bárbara Castrejón, DGDC-UNAM

En 2015 el doctor Enrique Galindo Fentanes, del Instituto de Biotecnología de la UNAM, fue reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes. No obstante su destacada trayectoria académica y científica, su vida está coronada al ser un hombre de familia, tener dos hijos de los que se siente orgulloso y una esposa que lo ha acompañado y como él dice “apoyado en todas mis locuras”.

Sonriente, amable y generoso con su plática, el doctor Galindo habla de su familia. Orgulloso narra cómo su abuelo fue un autodidacta de la fotografía y con solo estudios de secundaria y los conocimientos que había adquirido en esta profesión logró trabajar para grandes empresas como la Kodak y Agfa, hasta que se incorporó como profesor de la UNAM en esa materia.

De su padre comenta que fue el primer profesionista de su familia, estudió ingeniería química y fue gerente de la empresa Bacardí, durante 33 años.

"La educación puede hacer un cambio sustancial en dos generaciones. Mi abuelo sólo estudió la secundaria, mi padre una licenciatura en la UNAM y de no ser por ésta no hubiera podido estudiar, pues no tenía los recursos. Yo estudié un doctorado. Soy heredero de todas esas ventajas.”


Astrónomo aficionado

Galindo Fentanes vivió su infancia en el estado de Puebla, en la destilería que tenía dicha empresa cerca del municipio de Izúcar de Matamoros. Ahí no llegaba la señal de televisión, por lo que cuando el hombre iba a llegar a la Luna, su padre –quien pensaba que no debían perderse ese tipo de eventos– colocó una antena a más de un kilómetro de su casa, incluyendo cables y amplificadores de señal.

El 20 de julio, día del gran evento, obreros y empleados de la fábrica, así como sus familiares, pudieran observar cuando Neil Armstrong apuntó que aquél era “un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”.

Desde niño, su padre le inculcó el gusto por la naturaleza y en particular por la Astronomía. Fue así que lo llevó a observar un eclipse total de Sol en 1970 en la región de Miahuatlán, Oaxaca. Muchos años después el doctor Galindo quiso darle esta misma oportunidad a su hijo y cuando cumplió 15 años, lo llevó a ver uno a África, en Zimbawe.

En la actualidad se considera astrónomo aficionado; es el responsable de la sección de astronomía del periódico La Unión de Morelos y pertenece a un club de astronomía amateur en el Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM.

Cazador de microbios

¿Por qué con toda esta influencia, el doctor Enrique Galindo no estudió Astronomía? Al salir de la preparatoria pensó en dedicarse a esta profesión, pero su padre le regaló el libro Los Cazadores de Microbios, de Paul de Kruif. En él, el autor habla –de forma particularmente atractiva– de los pioneros de la microbiología, no sólo de sus aportaciones científicas, sino de su vida cotidiana.

“Cuando terminé de leer el libro dije: quiero ser cazador de microbios y se me cumplió. Me dedico a cazar microbios y por eso he recibido muchas distinciones, siendo la mayor hacer lo que más me gusta”.

Estudió ingeniería química en la Universidad Autónoma de Puebla. Posteriormente, apoyado del doctor Rodolfo Quintero, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, cursó la maestría enfocando sus estudios en la parte de fermentación e ingeniería para producir los intermediarios para hacer la insulina recombinante, es decir, insulina humana producida en bacterias

Por la época en que terminó su maestría, el doctor Francisco Bolívar Zapata gestó un grupo de investigadores que fue el pionero que creó el Instituto de Biotecnología, que en ese momento se llamaba Centro de Investigaciones sobre Ingeniería Genética y Biotecnología.

“En noviembre de 1984 nos fuimos a Cuernavaca y concursé por la plaza de investigador asociado en este nuevo centro. Fui de los fundadores. Cuando llegamos éramos 7 investigadores, ahora somos 104.”

Estudio de la hidrodinámica de fermentaciones

El primer proyecto por el que se interesó el doctor Galindo Fentanes fue el estudio de los polisacáridos microbianos. Durante 15 años estudió el proceso para producir un polímero bacteriano (la goma xantana), que permite que los alimentos, sobre todo algunos aderezos, tengan ciertas propiedades de viscosidad. Esta característica la brinda un polímero que produce una bacteria.

Además desarrolló un proceso fermentativo para producir aroma de coco. Por este trabajo su equipo ganó un premio que dan de forma conjunta Conacyt y una empresa refresquera.

  • Una de las líneas que ha mantenido durante toda su carrera como investigador es la hidrodinámica de fermentaciones, es decir, le interesa entender cómo se mueve el fluido, que es agua fundamentalmente, dentro de los fermentadores.

“Eso nos llevó a estudiar más de fondo las fermentaciones. Empezamos a estudiar estos fenómenos metiendo cámaras de video dentro de los fermentadores para ver qué pasaba con las gotas de aceite y las burbujas de gas. Una cosa que descubrimos y reportamos en varios artículos científicos es que la mayor cantidad de las burbujas se quedan atrapadas dentro de gotas de aceite; no están libres y se agotan de oxígeno.”

Un trabajo fructífero

Dos de los trabajos a los cuales ha dirigido sus esfuerzos en los últimos años son la escritura y publicación del libro El quehacer de la ciencia experimental y el desarrollo de un biofungicida que inicialmente se utilizó en la producción de mango, sobre todo de exportación.


 


Fungifree AB, es el primer biofungicida que se desarrolló en México. Empezó siendo un producto para mango, en específico para la enfermedad antracnosis. A partir del desarrollo de este producto, el doctor Galindo Fentanes, junto con dos socios creó la empresa Agro&Biotecnia, que es una spin-off del Instituto de Biotecnología de la UNAM.

En la actualidad Fungifree AB está autorizado para 20 diferentes cultivos y para 3 enfermedades que son ocasionadas por hongos: para antracnosis en mango, papaya, aguacate y cítricos, para la enfermedad cenicilla polvorienta que afecta a las cucurbitáceas y solanáceas como son el pepino, el chile, el jitomate, berenjena, sandía y melón; y para controlar el moho gris, que afecta a las frambuesas.

  • Fungifree AB fue el primer producto que desarrollaron en su laboratorio; en la actualidad cuenta con la autorización de Cofepris y Sagarpa. Se comercializa en México desde finales de 2012 y piensan exportarlo a Centro América, Sudamérica y en particular Brasil.


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