19-09-2014
Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM
Ana Rosa Moreno Sánchez fue parte del equipo del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés) que en 2007 compartió con el estadounidense Al Gore, el galardón de Premio Nobel de la Paz “por sus esfuerzos en la reunión y difusión de conocimientos sobre los cambios climáticos provocados por el ser humano", según declaró en ese momento el presidente del Comité Nobel, Ole DanboltMjoes.
Además, desde hace años la investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM, quien es bióloga de formación, ha trabajado en el área de la salud ambiental, labor que académicamente es avalada por un posgrado en Ecología Humana de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas.
Le preguntamos ¿cómo una bióloga ha destacado tanto en el área de la salud? Estando abierta al aprendizaje, nos dice. Viendo y viviendo otras realidades y vinculándose con gente de distintos sectores y organizaciones internacionales, así como a través de la globalización del conocimiento, pues “puedo escribir algo que le da sentido a México, pero también a otros países y viceversa. Debemos estar abiertos al aprendizaje”, señaló.
Ana Rosa Moreno Sánchez, al comienzo de su carrera trabajó en un centro de investigación en Chiapas, en donde tuvo sus primeros acercamientos con el área de la salud ambiental. Ahí investigaba aspectos que tenían que ver con enfermedades infecciosas y transmisibles y su relación con el medio ambiente. Además, se enfocaba en estudiar cómo las poblaciones estaban más expuestas a riesgo en ciertos lugares en comparación con otros. Éste fue un enfoque novedoso, pues poca gente lo realizaba.
Dos de sus padres académicos fueron el doctor Rodolfo Carcavallo, de Argentina, y el doctor Frederick Sargent, norteamericano. Este último fue el pionero en el desarrollo del concepto de la Ecología Humana asociada a la salud, es decir, cómo los cambios ambientales producidos por el ser humano pueden afectar su propia salud.
También laboró en el Instituto Nacional de Perinatología, en donde trabajó en temas de riesgos ambientales para la gestación. Posteriormente en la Escuela Nacional de Salud Pública de México (hoy Instituto Nacional de Salud Pública), en donde se hizo cargo del diseño y desarrollo de la especialidad de salud ambiental bajo el apoyo del Centro Panamericano de Ecología Humana y Salud de la Organización Panamericana de la Salud de la OMS, lo que le dio la oportunidad de tener su primer acercamiento a la Organización de la Naciones Unidas.
Ya con la experiencia en el área de la salud ambiental se incorporó a la Dirección de Salud Ambiental de la Secretaría de Salud y luego fue invitada a formar parte del equipo de trabajo del Centro Panamericano de Ecología Humana y Salud de la ONU.
“Esa vinculación con Naciones Unidas me dio una perspectiva diferente de las cosas. Empecé a trabajar en muchas actividades con evaluación de riesgos; si bien siempre fui staff nacional participaba en proyectos internacionales. Este centro trabajaba para toda América Latina y el Caribe, eso significó que tuve un fogueo muy interesante en el sentido de conocer profesionales de otros lugares, conocer otras realidades a través del trabajo y asesoría a los gobiernos sobre lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer en cuestiones de salud ambiental y de comunicación de riesgos ambientales, así como en actividades de capacitación en estos temas a lo largo de la región”.
Durante 11 años trabajó para Naciones Unidas y fue en ese proceso que el doctor Rodolfo Carcavallo la invitó a incorporarse al grupo de profesionales del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático. Así, su primera colaboración con éste fue durante el segundo informe del IPCC, en donde participó como autora contribuyente.
“Éste es un informe mundial que se publica cada cinco o siete años, de hecho se publicaron los resultados del Grupo de Trabajo I de 5º Informe de Evaluación en septiembre de 2013, y en marzo y abril de 2014 se publicaron los resultados de los Grupos de Trabajo II y III. Dicho informe está organizado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización Meteorológica Mundial y se convoca a científicos de todo el mundo para que hagan evaluaciones sobre cambio climático”, explicó.
Posteriormente, de parte de Naciones Unidas fue propuesta para participar como autora líder en el trabajo de IPCC. Asimismo, participó en el cuarto y en el quinto informe mundial de Perspectivas del Medio Ambiente (GEO, por sus siglas en inglés), así como en el Reporte GEO-Salud enfocado en América Latina y el Caribe, ambos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
“Para la elaboración de estos informes, uno va a reuniones y conoce a mucha gente, ve cuáles son los enfoques de los demás participantes. Eso es muy enriquecedor porque esta experiencia internacional le permite a uno poner en perspectiva la realidad de su país”, comentó la universitaria.
Como autora líder participó en el tercer informe del IPCC que se publicó en 2001 y en el cuarto que salió en 2007. Fue justo en este año cuando la Fundación Nobel le otorgó al Panel Intergubernamental en Cambio Climático el Premio Nobel de la Paz por el trabajo científico que ha realizado. Para el quinto informe fue invitada a participar como editora revisora, a partir de su experiencia con el trabajo del IPCC.
Todo lo que pase en el medio ambiente directa o indirectamente va a tener repercusiones en el ser humano, por lo que el sector salud debe fortalecerse en trabajar con profesionales de diversas áreas del conocimiento a fin de crear políticas públicas en beneficio de la población, dijo la también investigadora del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM.
"La pobreza es un factor importante para cuestiones de salud ambiental. Las poblaciones indígenas la mayoría de las veces tienen muchos riesgos, por ejemplo, riesgos alimentarios porque viven de agricultura de temporal y si hay sequía no producen o si hay inundaciones se quedan sin cosechar. Además muchas de estas personas ponen sus viviendas en lugares altamente riesgosos que pueden ser vulnerables a inundaciones y deslaves. Eso pasa en general en América Latina", apuntó.
Agregó que la urgencia de desarrollo que los países tienen a costa del deterioro ambiental y por ende de la salud humana, es algo que comparten prácticamente todas las naciones de América Latina. Además de que la legislación en esta materia llega a ser débil, por lo que es necesario contar con leyes más fuertes que permitan tener los elementos jurídicos que logren mejorar la calidad ambiental para disminuir exposiciones que impliquen riesgos y proteger la salud de la gente.
En su opinión, entre los principales temas que deben investigarse en materia de salud ambiental se encuentran la contaminación del aire, el cambio climático y la exposición a alimentos. "Es necesario que nos enlacemos con otras áreas del conocimiento, con toda una diversidad de profesionales que ayuden a entender la forma en que ciertos factores o decisiones en otros sectores van a tener impacto en la salud humana", concluyó.
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