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El científico debe asumirse ignorante: Gabriel Gutiérrez Ospina

“La ciencia es más que curiosidad”: Gabriel Gutiérrez Ospina. Foto: Bárbara Castrejón.

29-04-2014

Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM




Desde que el doctor Gabriel Gutiérrez Ospina llegó al Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, el laboratorio que dirige ha diversificado sus líneas de investigación.

Mientras el especialista habla de cada uno de los proyectos en curso, suelta la frase que nos explica la razón de tanta diversidad. “A mí me gusta la ciencia; me llaman la atención muchas cosas y si me llaman y me gustan, las intento”.

El proyecto de neurociencias que ha trabajado desde hace casi 20 años consiste en mostrar que la actividad cerebral asociada con el uso, no promueve ni el crecimiento, ni la reorganización del cerebro, sino que es algo intrínseco a este órgano lo que la promueve. Asume que la plasticidad y el crecimiento del cerebro,  son eventos progresivo-constructivos que no involucran la eliminación selectiva de conexiones cerebrales.

Producto de estas investigaciones, publicó un artículo en el que se muestra que en ratas cegadas al nacimiento, el cuerpo se modifica (Toscano-Márquez et al., 2008, Proc. Natl. Acad. Sci. USA 105: 15973-15978). Así, la dualidad cerebro-cuerpo es sujeto de reorganización morfo-funcional cuando la vista se pierde.

Su trabajo fue el primer reporte en el mundo sobre este hecho. “Lo que encontramos fue básicamente que la musculatura periférica, esquelética y la transmisión sináptica de la placa neuro-muscular se modifica después de la pérdida de la vista”, comentó.

Además de trabajar sobre la plasticidad cerebral en individuos ciegos, también desarrolla proyectos sobre el comportamiento magnetoceptivo de las tortugas marinas, los mecanismos de la eyaculación estratégica y la competencia espermática, las células troncales, el envejecimiento, así como fenómenos de reproducción de las mujeres diabéticas y de inervación en cáncer.

En cada uno de estos proyectos lo han acompañado estudiantes y colegas, que al igual que él han hecho de la ciencia una forma de vida y buscan, a través de estos trabajos, entender los mecanismos que subyacen a la operación de la naturaleza.

Atención en el cerebro

Los primeros intereses que tuvo Gutiérrez Ospina por el cerebro aparecieron en su época de estudiante de secundaria. Recuerda que en ese momento tenía la idea de utilizar herramientas matemáticas para entender el funcionamiento de este órgano.

Cuando llegó a la preparatoria pensaba estudiar el cerebro para curar la esquizofrenia. Fue esta idea la que lo acompañó cuando decidió consultar los programas académicos de varias carreras, con el fin de identificar cuál lo acercaría más a su objetivo.

Finalmente decidió estudiar Medicina y fue de los primeros egresados de esta carrera que tanto el servicio social como el internado lo realizó en el área de la investigación. Fue durante estas etapas que conoció al doctor Alejandro Bayón Caso, quién se convirtió en su tutor.

“Era extraordinariamente enciclopédico; un tipo muy humano y crítico de todo. Él fue quizá la persona que me formó en el ámbito de las neurociencias y creo que con él fui muy bien educado en esa transición del dogma médico al científico”.

Mientras estudiaba la maestría, Gabriel comenzó a colaborar en el laboratorio de la doctora Carmen Clapp, con quien estudió y documentó la presencia de las variantes de la proteína prolactina en el cerebro.

Narra que por esos años acudió a un seminario al Instituto de Fisiología Celular impartido por el doctor Dale Purves, quien es considerado uno de los neurobiólogos más destacados del siglo pasado y con quien realizó una estancia posdoctoral en la Universidad de Duke.

“Lo que aprendí de Dale es a ser realmente científico, porque la gente confunde las preguntas científicas y la curiosidad con ciencia y eso no es hacer ciencia; hacer ciencia es tener una concepción de un problema, tenerlo perfectamente analizado y ver qué de esa concepción es equívoca o no está bien planteado, y una vez que uno identifica las debilidades de ésta, le entra y la tumba o ayuda a consolidarla”.

Después del trabajo realizado con el doctor Purves, Gutiérrez Ospina realizó una segunda estancia posdoctoral en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapell Hill, bajo la supervisión de Joseph D’Ercole. Durante este tiempo fue que empezó a enfocarse en demostrar que el crecimiento del cerebro no depende de la actividad asociada con el uso, sino que es un proceso selectivo y constructivo y no hay fenómenos de regresión.

Terminada su estancia, regresó a México y se incorporó al Instituto de Neurobiología de la UNAM con la doctora Sofía Díaz. Durante tres años continuó trabajando sobre esa misma línea de investigación, para la cual, junto con la doctora Díaz creó un modelo que permitiría evaluarla.

Comenta que a su salida de dicha institución se incorporó al Instituto de Investigaciones Biomédicas por invitación del doctor Horacio Merchant, con quien empezó a colaborar. Después de algunos años, conformó el laboratorio que hoy dirige.

El científico que quiere ser

El doctor Gutiérrez Ospina comenta que algunas de las características que debe tener una persona que quiere dedicarse a la ciencia es ser muy analítico, crítico y propositivo, así como intentar no generar dogmas, además siempre debe asumirse ignorante y tener creatividad, no comprar los cánones.

Agrega que la generación del ritualismo alrededor de las grandes vacas sagradas y sus concepciones, es intelectualmente dañina, pues esta forma de hacer ciencia genera información útil pero tangencial, no provoca, no cambia, no es reflexiva, sólo agrega.

“Lo que necesitamos es ser iconoclastas; es sentarnos y analizar con profundidad nuestras concepciones, ver si real o parcialmente están bien cimentadas o existen deficiencias, pero es mucho más fácil hacer ciencia del montón que ser iconoclasta”.

En su opinión, el científico debe tener una habilidad casi infinita para tolerar a la frustración. Se debe pensar y decidir “el tipo de científico que se quiere ser; si se desea ser un científico en serio o ser un artesano de la ciencia. Desde mi perspectiva, existen muchos artesanos, pero muy pocos científicos”.

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