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María Ester Brandan, formadora de físicos médicos

Mejorar el diagnóstico de cáncer de mama, otra pasión profesional de María Ester Brandan. Foto: Arturo Orta. Diseño: Bárbara Castrejón.

11-10-2013

Por Naix’ieli Castillo García, DGDC-UNAM




María Ester Brandan Siqués, investigadora del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México, inició su formación profesional en el área de física nuclear experimental. Tras varios años de dedicación a este campo, se convirtió en fundadora y coordinadora del Programa de Física Médica de la UNAM.

La doctora Brandan es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, la Sociedad Americana de Física y la Academia de Ciencias del Mundo en Desarrollo. Ha presidido la División de Física Nuclear y la División de Física Médica de la Sociedad Mexicana de Física. Entre otros galardones, recibió la Medalla de la Sociedad Mexicana de Física por impulsar el desarrollo de esta ciencia en México.

¿Cómo surgió su interés por la física?

En mi familia sí había profesionales, pero no había antecedentes de carrera científica. Fue en la preparatoria, gracias a que tuve una magnífica profesora de física y matemáticas, que surgió mi interés por esta ciencia.

Creo que desde niña tenía un talento especial para la física, porque mis recuerdos de la infancia me llevan a haberme hecho preguntas muy básicas, por ejemplo, sobre la velocidad de la luz y las sombras que me fascinaban. Mi padre tenía un gran respeto por los avances científicos, como la llegada del hombre a la Luna.

En mi vida de joven, eso me llevaba a preguntarme cosas y la física estaba dentro de lo que yo me preguntaba. Entré a estudiar la licenciatura en la Universidad de Chile; ahí había un ciclotrón, un acelerador de partículas, y a mi me fascinaba. Me gusta meter las manos en los fierros y después analizar los datos y descubrir cosas nuevas. Esa etapa es fascinante.

¿Cómo llegó a dedicarse a la física médica?

Para hacer mi doctorado al más alto nivel, tuve que salir de Chile. Decidí hacerlo en Estados Unidos, en un grupo experimental de física nuclear muy respetado en la Universidad de Wisconsin.

Estando en este grupo de física nuclear, la Universidad me obligaba a tener una segunda área de conocimiento, y cuando supe que se hacían ciencias radiológicas, una disciplina muy cerca de la física, ni lo dudé.  Así empecé a conocer a la gente que trabajaba en el área de física médica.

Mi tesis de doctorado fue un proyecto de física médica. Hice un detector que era un cilindro que se exponía a un haz de neutrones. Las paredes del cilindro estaban hechas de un plástico que era equivalente a tejido. Era un experimento de física nuclear relacionado con el uso de neutrones en radioterapia.

¿Qué es la física médica?

La física médica es un área de la física que se refiere a cualquier aplicación de un concepto o de una técnica de física a la medicina, para ayudar a la prevención, diagnóstico o tratamiento de enfermedades. 

Hay muchos conceptos de física en medicina, desde la medición de la temperatura y de la presión, hasta instrumentos como el estetoscopio, que fue inventado a partir de instrumentos de física.

A finales del siglo XIX ocurrió el descubrimiento de los rayos X y más adelante el descubrimiento de la radioactividad; esos dos procesos físicos encontraron aplicaciones muy valiosas y prometedoras en la medicina. Una radiografía es la presencia más patente de la física médica, para cualquier persona, pero hay muchas otras aplicaciones.

Esta disciplina tiene dos vertientes, una de investigación y otra como profesión, reconocida desde hace pocos años por la International Labor Organization. En resumen, un físico médico es una persona que recibió entrenamiento básico de física y luego a través de una especialidad, que en la UNAM es un posgrado, recibió los conocimientos necesarios para poder aplicar esa física al ámbito médico.

El físico medico trabaja muy de cerca con los radiólogos, los radioncólogos y radioterapeutas, que son los médicos más cercanos al mundo de la física. Pero también puede asociarse con el oftalmólogo, si el físico aporta sus conocimientos de óptica; el traumatólogo, si el físico aporta sus conocimientos de biomecánica; o el neurólogo, si se aplican los conocimientos de resonancia magnética para imágenes cerebrales.

¿Cómo surgió la maestría en física médica en la UNAM?

La maestría se creó hace 16 años. Su misión era formalizar la etapa del proceso formativo profesional porque en ese entonces, los físicos que se requerían en el hospital, como parte de un equipo multidisciplinario, eran físicos que habían hecho una carrera, pero solo habían recibido cursos, algunos de ellos promovidos por la Agencia Internacional de Energía Atómica o la Organización Mundial de la Salud; en México no existía un posgrado diseñado para ellos explícitamente.

En 1997, se diseñaron dos programas de maestría en México y son los únicos que existen hasta la fecha. Uno de ellos en la UNAM y otro en la Universidad Autónoma del Estado de México, en Toluca. El de la UNAM reside en el Posgrado de Física y el de la UAEM, en la Facultad de Medicina. Ambos programas han graduado a 130 personas, de las cuales, cerca del 60 por ciento trabaja en un hospital. 

¿Qué es lo que más le apasiona de la física médica?

Sin duda, me ha apasionado el haber tenido la posibilidad de crear el programa de educación en física médica, al punto que sigo a cargo de la coordinación. A nuestra maestría ingresan alrededor de 10 estudiantes cada año y prácticamente no hay pérdida en el camino.

Por lo general, tenemos 20 estudiantes regulares y 10 en proceso de titulación. Eso es lo que más me ha apasionado.  Aunque nunca me hubiera imaginado que me iba a apasionar la formación o la coordinación de cursos, es muy gratificante ver a los graduados conseguir trabajo porque salen muy bien preparados.

¿Cuál considera que es su mayor aportación?

Definitivamente, haber impulsado el programa de formación de físicos médicos, aunque yo tengo mi propia línea de investigación en mamografía digital. Yo trabajo con mamografías, pero no es que hubiera en mí una fascinación  por las imágenes radiológicas, sino que encontré a una médica radióloga, Yolanda Villaseñor, del Instituto Nacional de Cancerología, que es excepcional en radiología de la glándula mamaria.

Ella me enseñó las necesidades clínicas y juntas pudimos ir avanzando en la definición de distintas metas y concretar proyectos de trabajo e investigación conjuntos; de tal manera, que hemos desarrollado estrategias para mejorar el diagnóstico de lesiones malignas en la mama usando mastógrafos digitales comerciales. 

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