04-09-2013
Por Naix’ieli Castillo García, DGDC-UNAM
Las contribuciones de Jaime Urrutia Fucugauchi a las Ciencias de la Tierra en México, son notables. Se le reconoce por haber impulsado la creación de una red de laboratorios, grupos de investigación y facilidades analíticas, que incluyen los laboratorios de Paleomagnetismo, Núcleos de Perforación, Procesado Sísmico y Radiocarbono en el Instituto de Geofísica de la UNAM, en donde fue director entre 1997 y 2005.
Son famosos sus trabajos de exploración en el antiguo cráter enterrado de Chicxulub en el Noroeste de la Península de Yucatán, mismos que le han permitido hacer contribuciones en el tema de extinciones y fechamiento de eventos geológicos. Entre otros reconocimientos, Jaime Urrutia Fucugauchi ha recibido el Premio Nacional en Ciencias y Artes y el Premio Universidad Nacional.
Actualmente es presidente de la Sociedad Mexicana de Física, pero también ha sido el titular de la Unión Geofísica Mexicana, la Comisión de Geofísica de la Academia de Ingeniería, la Unión Mexicana de Estudios del Cuaternario y el Colegio de Ingenieros Geofísicos. Recientemente fue nombrado miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Mi abuelo, mi padre y varios de la familia trabajaban en una de las minas en el norte del país, la mina de Santa Eulalia, la que dio origen a la ciudad de Chihuahua. La ciudad no está donde está la mina porque ahí no había agua, pero la mina es la que detonó que surgiera la ciudad, cerca de ahí, donde llegaba un río.
Se trata de una mina de la época colonial de donde se extraía plata, plomo, zinc y otros minerales, ahora, el lugar, está parcialmente abandonado. Mi madre era la maestra de la escuela y un tío era el médico del pueblo. La niñez transcurrió alrededor de las actividades mineras y fue un buen acercamiento a las ciencias de la Tierra. Sin embargo, comencé a estudiar ingeniería química y luego ingeniería mecánica en electrónica y eventualmente me cambié a ingeniería geofísica.
Formé parte de la primera generación de ingenieros geofísicos que graduó la UNAM de 1970 a 1974. Cuando estaba en la carrera, vi una convocatoria donde buscaban estudiantes para participar en un crucero geofísico del Instituto Scripps, con unos 60 días de navegación para explorar los fondos marinos en el Pacífico mexicano en la zona de la dorsal y zonas de fractura.
El crucero, realizado en 1973, fue una experiencia interesante y una introducción a las nuevas propuestas de esparcimiento de los fondos oceánicos, anomalías magnéticas marinas y tectónica de placas que, en ese entonces, estaban en desarrollo.
Hice mi tesis de licenciatura sobre el proyecto de geofísica marina de Scripps acerca de anomalías magnéticas marinas y tectónica de placas. Más adelante, entré a trabajar en Pemex en la Gerencia de Nuevas Técnicas con Antonio Camargo, precisamente el ingeniero que descubrió el cráter de Chicxulub; solo que en ese entonces aún no se había descubierto, faltaban unos años para el hallazgo cuando yo trabajé con él, fue mi primer jefe.
La tesis de maestría fue sobre estudios paleomagnéticos, que incluyeron la implementación de las facilidades analíticas. Posteriormente, salí a estudiar el doctorado, en la Escuela de Física de la Universidad de Newcastle. El director era el Prof. Keith Runcorn, del grupo de científicos que había desarrollado buena parte de las investigaciones de paleomagnetismo y deriva continental.
Se trataba, de hecho, del grupo que había impulsado la teoría de tectónica de placas. Era un grupo muy versátil, multidisciplinario y multinacional que hacía estudios de geofísica en la luna, el uso de cables transatlánticos, geomagnetismo, magnetismo de rocas y deriva continental. Me encantó estar ahí, considerando que era lo más maravilloso que había encontrado.
El grupo se encontraba haciendo estudios de paleomagnetismo en Italia, descubriendo que Italia había rotado. Según sus estudios, el proto-mar Mediterráneo se había cerrado con la colisión de África contra Europa formando la cadena montañosa de los Alpes. Posteriormente, el Mediterráneo se volvió a abrir, y con ello Italia que se había quedado ahí comprimida, regresa rotando. Era interesante ver que se podían descubrir ese tipo de eventos.
Las localidades en el centro de Italia en los montes Apeninos incluían algunos de los sitios en donde el grupo de Walter Alvarez, hijo del Premio Nobel Luis Álvarez y otros investigadores estaban haciendo estudios de estratigrafía y paleontología. En las localidades de Gubbio estudiaron una capa, de un material de arcilla rico en iridio, que se encontraba dividiendo los periodos Cretácico y Terciario.
El iridio y otros elementos del grupo del platino son relativamente escasos en la corteza terrestre, pero abundantes en meteoritos y núcleos de cometas. El grupo de los Alvarez propuso que, este horizonte rico en iridio se debía al impacto de un gran meteorito hace unos 65 millones de años. El impacto ocasionó cambios en el clima y sistemas de soporte de vida, produciendo la extinción de alrededor del 75 por ciento de las especies. En la propuesta, el sitio de impacto quedó como parte de las interrogantes.
En 1981, gracias a los trabajos de Petróleos Mexicanos en busca de yacimientos petroleros, Antonio Camargo y Glen Penfield propusieron que los datos de anomalías geofísicas en la península de Yucatán correspondían a un cráter enterrado o una estructura volcánica gigante. Este hallazgo eventualmente se combinó con la teoría propuesta por Luis Alvarez
El asteroide o núcleo de cometa impactó sobre la superficie de la Tierra hace aproximadamente 66 millones de años, modificando no solo la evolución geológica, sino también la evolución de la vida. Este evento marca el paso de la era Mesozoica a la era Cenozoica. Antes del impacto, en forma coloquial, los ecosistemas estaban dominados por los dinosaurios, y los mamíferos, la clase de vertebrados a la que pertenecen los primates y humanos, eran organismos pequeños y ocupaban espacios marginales en los ecosistemas de los continentes.
Los retos para estudiar el cráter de Chicxulub es que el tipo de estudios que deben hacerse son semejantes a los que se hacen en la industria petrolera y tienen costos altos y requieren de equipos, buques oceanográficos y otras plataformas de observación. Las perforaciones con recuperación continua de núcleos tienen costos elevados del orden de centenas de millones de pesos.
Hasta ahora, se han hecho alrededor de 12 perforaciones con recuperación continua de núcleos en el cráter de Chicxulub. Las primeras las hizo Pemex iniciando en 1952, como parte de los programas exploratorios. En 1994 y 1996 hicimos las primeras perforaciones con fines científicos, recuperando continuamente núcleos para estudiarlos en el laboratorio. Posteriormente, en 2000 hicimos otras perforaciones dentro del cráter principal.
Actualmente, estamos preparando el programa de perforaciones marinas, que, con un poco de suerte, llevaríamos a cabo en 2014. En este momento nos encontramos en la etapa de seleccionar los sitios de perforación. Para elegirlos tenemos que hacer, durante años, muchos estudios con ayuda de barcos y aviones y usando otras técnicas de geofísica. En el programa se planea perforar en la parte central del cráter dentro de las estructuras de anillo de picos y levantamiento del basamento.
Hay muchas cosas que queremos investigar sobre el evento, por ejemplo, cuánto tiempo tardó la vida en recuperarse en la zona del impacto. En la parte profunda, en el centro del cráter, el calor y presión del impacto produjeron un sistema hidrotermal, con circulación de fluidos calientes, asociado a la unidad de roca fundida. La unidad de roca fundida se ha calculado que tardaría varios cientos de miles de años o cerca de un millón de años en enfriarse. El sistema hidrotermal generó condiciones para el desarrollo de organismos extremófilos. También queremos saber que tipo de organismos vivieron en esos ambientes extremos usando fuentes de energía diferentes del Sol y de oxígeno.
En la zona del Golfo de México, el Caribe y Yucatán se tienen los registros para saber qué sucedió en los primeros instantes del impacto, los primeros segundos, minutos, horas, días y meses. También nos gustaría saber, por ejemplo, si después del evento el cráter quedó cubierto de agua o estaba seco.
En México, hay muchas oportunidades para la industria y la investigación en geofísica. México tiene una rica tradición en geociencias que se extiende a las épocas prehispánicas y la colonia con el desarrollo de la minería, también es un país petrolero. El territorio tiene una gran variedad de estructuras geológicas de amplio interés. En Yucatán, contamos con uno de los tres cráteres más grandes del mundo en tamaño, además de una gran extensión de litorales y zona económica exclusiva.
El tipo de exploración que hacemos para estudiar al cráter de Chicxulub, se presta para la búsqueda de recursos y es muy probable que los encontremos. Como ha sucedido en los otros dos cráteres grandes que hay en el mundo, en Sudáfrica y en Canadá, donde se han encontrado, oro, diamantes y níquel. La diferencia es que, en México, debemos ser cuidadosos y vigilar el impacto ambiental de nuestras acciones.
Una forma de financiar investigaciones de ciencia básica, relacionadas con ciencias de la Tierra sería establecer centros de investigación vinculados directamente con la industria petrolera o la industria minera en los que se pudieran llevar investigaciones directamente relacionadas con esos temas, pero también otras paralelas como los estudios del cráter de Chicxulub o de exploración del fondo marino.
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