07-03-2013
Por Miriam Maltos, DGDC-UNAM
Un paso importante en la inclusión de las mujeres al campo de trabajo ha sido su incorporación a espacios laborales entendidos como enteramente masculinos, como las corporaciones policiacas.
Sin embargo, al interior de estas instituciones existe una relación de poder marcada tendencialmente por el género, en este caso masculino, que refiere a la policía como una entidad con una fuerte carga machista, según la investigadora Olivia Tena Guerrero, del Centro de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.
“Sabemos que se ha construido históricamente una relación entre violencia y masculinidad ligada al cuerpo masculino y este espacio, el espacio policial, parece haberse construido como el espacio legitimo para ejercer esta clase de violencia”.
El culto a las masculinidades, advierte la especialista en estudios de género, es usado como estructura de prestigio, dentro del cual las mujeres son difamadas, tratadas con bajos estatutos, con condescendencia y negando su valor social.
Es así como el mundo policial ha establecido a la figura masculina como prioridad y símbolo de respeto, teniendo así dificultades para lidiar con los problemas de género, pues las masculinidades mantienen históricamente una posición principal. Por ello, “se espera que las mujeres se comporten como los varones, siendo ellos el referente a seguir como patrón de normalidad”.
Autora del estudio El impacto del trabajo en el empoderamiento de las mujeres en el espacio laboral de la policía, el caso de la Secretaria de la Seguridad Pública del D.F., Tena Guerrero mencionó que el uso de lenguaje agresivo, ejercicio de formas autoritarias de poder y consumo excesivo de alcohol son algunas de las estrategias de adaptación de algunas mujeres que han llegado a ocupar puestos de mando, en el afán de estar cerca de lo que la masculinidad impone como forma de comportamiento normal dentro de la institución policial.
Sin embargo, la investigación ha mostrado que también hay quienes se esfuerzan todos los días por recordar y demostrar a sus compañeros y a la institución toda, que ellas son mujeres y que desde esta identidad pueden cumplir con las obligaciones que les impone el ser policía, como ellas mismas lo narran.
En ese sentido, algunos estudiosos afirman que las nuevas policías han establecido ciertos cambios como parte de esta adaptación a las instituciones policiacas, pues han generado una forma casi pura de masculinidad hegemónica, al enfatizar, primero, las acciones agresivas, luego un fuerte sentido de competitividad y después orientaciones heterosexuales exageradas, frecuentemente articuladas con fuertes actitudes misóginas y patriarcales. .
De igual forma, señaló que la exposición al peligro está muy asociada al estímulo o al prestigio, los cuales son fundamentales para el estilo de vida y la autoimagen de la policía, por lo cual las policías han adoptado estas premisas como parte del desarrollo de su labor.
“La mayoría de las policías, podemos decir, declaran no tener miedo en las situaciones de riesgo, ni al uso de armas”.
La presencia de las mujeres en la policía se ha convertido, desde el punto de vista de algunos autores, en una amenaza que exhibe el trabajo policíaco, en su mayor parte, como una labor que no implica peligro físico, ni lucha constante, ni un trabajo que las mujeres no puedan realizar, recalcó.
Olivia Tena resaltó que las mujeres representan un número muy bajo dentro de las instituciones policiacas, lo que conlleva que las corporaciones no logren atender estas dificultades, vinculadas frecuentemente con las relaciones de género que se encuentran muy regularmente en estos sitios. “Quizás algunos argumentos tengan que ver con el hecho de que son minoría numérica y que es mucho más fácil invisibilizarlas”.
La doctora en sociología estableció que la poca investigación sobre mujeres en la policía en nuestro país responde a su baja representación en la profesión y tampoco se observa un gran interés al interior de las corporaciones por atender las problemáticas vinculadas con las relaciones de género, lo cual quizás también tenga que ver con el hecho de que son minoría numérica.
Sin embargo, algunos estudios presentan, como parte del problema, la minoría de mujeres en las corporaciones policiacas, situación que debe resolverse analizando los diversos factores que tienen las mujeres para su ingreso, permanencia y ascenso a puestos de mando.
Por ello, la académica universitaria puntualizó que es necesario el hacer propuestas de una reforma al interior de las instituciones policiacas para cambiar las condiciones de vida de las mujeres desde una perspectiva feminista. Pues no es posible que el trabajo policial con la ciudadanía tenga un carácter confiable, mientras al interior de la misma institución no se desarrolle una cultura democrática y de igualdad, meta final de todas las miradas feministas.
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