01-03-2013
Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM
Con el apoyo del buque oceanográfico Justo Sierra de la UNAM se han logrado destacadas contribuciones científicas en el estudio de las ciencias del mar. De origen noruego, se inauguró el 20 de noviembre de 1982 como un instrumento al servicio de investigadores de todo el país.
Tiene su base de operaciones en Tuxpan, Veracruz y con tres décadas al servicio de la comunidad académica oceanográfica, es un instrumento importante para estudiar los mares del Golfo de México.
Con la llegada del Justo Sierra se reforzó la capacidad de nuestro país para realizar investigaciones competitivas y de alta calidad, así como para contribuir en la formación de recursos humanos, labores que ya había iniciado dos años antes El Puma, buque oceanográfico también propiedad de la Universidad Nacional, cuya base se encuentra en Mazatlán.
Durante la primera década de su existencia la mayor parte de las campañas oceanográficas realizadas por el Justo Sierra fueron hechas sobre la plataforma continental. Después de los años noventa s se expandieron a la porción central de la zona económica exclusiva. En ese entonces, los proyectos estaban encaminados a estudiar los efectos de la contaminación, los recursos pesqueros y los recursos energéticos.
En la última década, las campañas oceanográficas se alejaron de la costa e incursionaron en aguas internacionales, con lo cual fue posible ampliar el tipo de investigaciones siendo algunas de las más destacadas el estudio y reconocimiento de nuevos ecosistemas.
Gracias a la riqueza y potencial de los mares del Golfo de México y El Caribe, el buque oceanográfico Justo Sierra ha contribuido a la realización de diversos proyectos de investigación de la UNAM y de instituciones como el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Enseñada, Baja California (CISESE), Pemex o el Cinvestav.
Uno de estos proyectos es el estudio de los frentes en el sur del Golfo de México. La doctora Adela Monreal Gómez, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, mencionó que con apoyo del buque Justo Sierra se han realizado diversas campañas oceanográficas para identificar que no siempre son superficiales, sino que pueden afectar a los organismos que habitan en el fondo de los ecosistemas acuáticos. Además durante estas navegaciones se han obtenido datos para modelar las corrientes oceanográficas.
Por su parte, el doctor David Salas de León, del ICMyL, habló de la investigación realizada en el Cañón de Campeche, el cual tiene 125 kilómetros de largo, 30 de ancho en la cabeza y cuya profundidad va desde los 200 hasta los 2 mil 800 metros. Explicó que cuando el agua entra en él por diferencias de densidad, tiende a compensar esa pérdida del fondo y se genera vorticidad, es decir, giros, que suceden no en la superficie, sino más abajo.
Se realizaron diversas campañas oceanográficas para estudiar el Cañón de Campeche y, entre otras cosas, se encontró que los organismos que ahí habitan no están distribuidos de forma aleatoria, siguen estructuras hidrográficas bien definidas y aprovechan los movimientos del agua, como las mareas o las ondas internas, para acoplarse en sus ciclos biológicos y tener efecto sobre la distribución del plancton.
Otro estudio apoyado por el Justo Sierra fue la campaña oceanográfica en la que participó el ICMyL para verificar la existencia de la Isla Bermeja, cuya aparición se menciona por primera vez en el siglo XVI, pero a partir del siglo XVIII empieza a haber dudas sobre su existencia y finalmente, en el siglo XX ya no era parte de los registros cartográficos.
Este proyecto se hizo en colaboración con el Instituto de Geografía de la UNAM y estuvo integrado por tres fases: un crucero oceanográfico, un vuelo a baja altura y la investigación cartográfica. El doctor Miguel Ángel Alatorre Mendieta, explicó que el buque oceanográfico Justo Sierra cuenta con ecosondas de profundidad que le permitieron rastrear la zona en donde se creía que se localizaba dicha isla y corroborar que no existió.
Asimismo, para el Laboratorio de Zooplancton del ICMyL apoyarse de la plataforma del Justo Sierra es fundamental en su trabajo de investigación. El doctor César Flores Coto, responsable de esta área, explicó que se han realizado distintas campañas oceanográficas en las cuales se ha registrado la presencia de al menos 307 especies, 283 géneros y 120 familias de larvas de peces. Con estos trabajos se han podido analizar diversas asociaciones y comunidades de los principales ecosistemas del sur del Golfo de México.
María Luisa Machain Castillo, investigadora del ICMyL habló de los estudios micropaleontológicos y paleoceanográficos realizados gracias al buque oceanográfico Justo Sierra, explicó que los microfósiles calcáreos permiten hacer estudios de reconstrucción ecológica. Con sus investigaciones han permitido establecer las características particulares de estos microfósiles y a qué factores ecológicos responde la distribución de las especies, para después utilizarlos en un registro geológico.
Insistió en que sin el apoyo del Justo Sierra se seguiría haciendo trabajo sobre las lagunas costeras y en áreas de muy baja profundidad, pero gracias a este buque, es posible delimitar los diferentes ambientes de depósito sedimentario en el sur del Golfo de México.
Dentro del trabajo que se ha realizado con el Justo Sierra destaca la colaboración con diversas instituciones, una de ellas con el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Enseñada Baja California (CICESE), que desde hace 18 años ha recibido apoyo de este buque para la realización de diversas campañas oceanográficas.
El doctor Julio Candela Pérez, investigador del CICESE, habló de más de 20 campañas, las cuales iniciaron con el fin de estudiar la dinámica del intercambio entre el Caribe y el Golfo de México, a través del Canal de Yucatán. El enfoque de este Centro ha sido el de mantener instrumentación anclada en diversos puntos de estos mares.
Asimismo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 2012 realizó una campaña oceanográfica con apoyo del buque universitario para continuar con el inventario y diagnóstico de recursos culturales sumergidos en el Golfo de México, así como para seguir con la búsqueda de los restos de Nuestra Señora del Jucal, navío de la flota de la Nueva España que existió en los años 1630-1631.
Cabe destacar que la importancia de la investigación oceanográfica realizada en México puede tener un impacto en el desarrollo económico del país, por lo que el buque oceanográfico Justo Sierra seguirá en la preferencia de los científicos como un instrumento para adentrarse al conocimiento de los mares.
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