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Mieles nativas de los mayas, usos de ayer y hoy

Abeja melipona nativa de México. Colección UNAM, Facultad de Ciencias. Foto: Bárbara Castrejón Gómez.

06-09-2012

Por Naix’ieli Castillo García, DGDC-UNAM

 

Los antiguos mayas tenían amplios conocimientos sobre entomología y técnicas específicas para el cultivo de la miel de sus abejas nativas. Esto lo sabemos gracias al Códice Madrid, también llamado Códice Trocortesiano, y a los estudios de Laura Elena Sotelo Campos, Genoveva Ocampo Rosales, y María Elena Guerrero Gómez, investigadoras del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.

El Códice Madrid es uno de los pocos códices mayas que se conservan; fue enviado a Europa durante la conquista y actualmente se resguarda en el Museo de América, en Madrid. En él se retratan algunos aspectos de la vida cotidiana y ritual de los mayas de la Península de Yucatán. Se sabe que el códice es de esa área geográfica porque en sus ilustraciones representa los cenotes que solo se encuentran en esa región.

Dibujante de abejas

Los científicos que han estudiado el códice saben que fue escrito e ilustrado por diferentes escribas. Uno de ellos, el escriba 9, era sin lugar a duda una persona con profundos conocimientos sobre los insectos, el equivalente al entómologo de nuestros días.  

A principios del siglo XX, dos investigadores del Museo Peabody de Arqueología y Etnología Americana de la Universidad de Harvard, Alfred Tozzer y Allen Glover hicieron una identificación de figuras animales en los códices mayas. Ellos observaron las abejas dibujadas por el escriba 9 como la Melipona fulvipes, una especie de abeja sin aguijón nativa de la península de Yucatán. Estas abejas sin aguijón no habitan exclusivamente en el continente Americano, hay otras especies de amplia distribución a nivel mundial.

Las abejas dibujadas en el códice maya no son las productoras de miel con aguijón, como Apis mellifera, porque estas no existían en el continente americano en esa época sino que fueron traídas más adelante desde Europa.

Laura Elena Sotelo Campos, investigadora del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, dijo que aunque a simple vista la abeja se podría parecer a cualquier otra abeja productora de miel como Apis mellifera, el escriba maya registró con gran detalle las estructuras del insecto.

La investigadora señaló que se han comparado fotografías de detalle en las que se muestra el frente, las alas y una vista dorsal de las abejas meliponas, con los dibujos del códice maya y que la semejanza es prueba de los notables conocimientos del escriba número 9.

En las 42 abejas dibujadas en el Códice Madrid se pueden encontrar detalles con sorprendente precisión de la cabeza, el abdomen, el órgano ovopositor y las alas de las abejas meliponas.

Por ejemplo de la cabeza, el dibujante maya ilustra los ojos, el clípeo, las mandíbulas y las antenas con sus tres partes anatómicas. También reconoce en las patas del insecto las tres partes que la conforman: el fémur, la tibia y los tarsos. Además dibuja las venas de las alas y el abdomen con todas sus estructuras, los tergos abdominales, las bandas apicales y las vellosidades del abdomen.

El escriba maya, dibujó los jobones, es decir los troncos huecos en los que las abejas meliponas hacen su colmena, así como las estructuras de cera en las que se almacena la miel y otras estructuras de la colmena donde se crían las abejas e incluso las abejas reinas y abejas ovopositando.

En el México prehispánico se cultivaban y aprovechaban las mieles en muchas regiones, como prueba de ello, Laura Elena Sotelo Campos, mostró un documento, llamado Matrícula de Tributos en el que se observa que la zona de Guerrero entregaba cantaros de miel a Tenochtitlan, que recibía 200 ollas de miel dos veces al año.

El poder curativo de la miel

La doctora Genoveva Ocampo Rosales, ha estudiado documentos como el Chilam Balam de Chumayel y el Ritual de los Bacabes, ambos textos mayas escritos después de la conquista, en los cuales ha encontrado abundante información sobre los usos de la miel.

Especialmente en El Ritual de los Bacabes que es un libro de recetas médicas, la investigadora encontró que para cada tipo de enfermedades que distinguían los mayas hay, al menos una receta a base de miel, que para esta cultura tenía el efecto benéfico de restaurar el equilibrio del organismo humano frente a la enfermedad.

Los estudios de la especialista indican que los mayas utilizaban la palabra kinam, que en su lengua significa rigor, fuerza y fortaleza, para indicar el poder de las mieles para curar o restaurar el hun ol, que era el bienestar y la armonía de los corazones.

“La miel, el producto natural más ampliamente utilizado en la medicina maya, era considerado un alimento del Sol, creador y regenerador, elaborado misteriosamente en el estómago de las abejas meliponas” señaló Genoveva Ocampo.

La recetas contenidas en El Ritual de los Bacabes, revelan que los mayas utilizaban la miel de sus abejas meliponas para trastornos del aparato respiratorio, digestivo, circulatorio e inmunológico; paliar enfermedades de los ojos, los oídos, la piel, la boca y los órganos internos; así como para calmar las fiebres y en remedios para picaduras y mordeduras de artrópodos venenosos y vertebrados venenosos como lagartos y serpientes.

La empleaban también para aliviar el hambre de los ayunos forzados por la enfermedad  y decían que aclaraba las ideas del enfermo y le daba kinam para combatir las dolencias.

Genoveva Ocampo Rosales mencionó que las indiscutibles propiedades medicinales de las mieles nativas, han influido para evitar la pérdida del conocimiento ancestral sobre la domesticación de las abejas meliponas y la recolección de los productos empleados en muy diversos padecimientos.

Además, estimó que conforme avancen los descubrimientos arqueológicos en ofrendas, tumbas y ciudades, se podrá el enriquecer el conocimiento sobre la importancia que tenían las abejas meliponas y su miel en los procedimientos curativos de la antigua sociedad maya.

Ceremonia perseguida por la Inquisición

A partir del estudio de los usos de la miel en la cultura maya, las investigadoras del Centro de Estudios Mayas documentaron la permanencia hasta nuestros días de un ritual que involucra el uso de mieles nativas y que había sido prohibido por la Inquisición durante la época de la Conquista.

En la península de Yucatán existen algunas comunidades mayas que siguen cultivando sus alimentos, entre ellos la miel, a la manera tradicional. Las investigadoras visitaron una comunidad en el municipio de Tixcacalcupul en Yucatán. 

Los habitantes compartieron con las especialistas, el conocimiento ancestral que tienen sobre meliponicultura y sobre ceremonias de fertilidad de la tierra en las que se utilizan las mieles nativas.

María Elena Guerrero Gómez, especialista en paleografía o el estudio de la escritura antigua, se ha dado a la tarea de buscar en documentos de la época Colonial, todo lo relacionado con la miel.

En un documento del siglo XVIII en el que hay dibujados tributos, la investigadora encontró unas botijas de miel, sin embargo no se trata de un documento relacionado con la zona maya.

También en el libro de Fray Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán, quien, además de narrar muchas costumbres de los mayas y quejarse de los pocos frailes que hay en la región para detectar las idolatrías de los indios, menciona que los mayas hacían un vino de miel, agua y una raíz de un árbol con el que se emborrachaban. Otras crónicas, como las Relaciones Geográficas de Yucatán, hablan de una bebida que preparaban los mayas con miel y que tenía un uso ritual.

Durante la Colonia, la Inquisición prohibió tanto la siembra del árbol como la preparación del vino de miel, llamado por los mayas balché, por su estrecho vínculo con las idolatrías. María Elena Guerrero Gómez, estudió una serie de procesos judiciales de los siglos XVI, XVII y XVIII relativos a indios hechiceros o indios ocultadores de ídolos.

En los procesos, se describe una ceremonia que se realizaba en el traspatio de las casas. En esta ceremonia, los indígenas mayas utilizaban hojas de una planta llamada ha’bin, un jobón que es el tronco donde las abejas meliponas hacen su colmena, candelas hechas con cera de Campeche y las raíces del árbol del balché para la preparación del vino de miel. Además los participantes en las ceremonias se pinchaban en la lengua, en la oreja y en la punta de los dedos para hacer un pequeño ofrecimiento de sangre.

En la visita que las investigadoras hicieron a la comunidad maya ubicada en el municipio de Tixcacalcupul, pudieron constatar que la ceremonia, prohibida por la Inquisición en el siglo XVI, aún se lleva a cabo con los mismos elementos y con los mismos fines que son pedir lluvia, buenas cosechas, y salud para los dueños de las milpas y de toda la comunidad.

El único cambio que se ha dado es que el vino de miel ahora se prepara con azúcar, porque la miel de las abejas meliponas es escasa y toda se destina a uso medicinal.

Aún falta mucho por saber sobre la relación de los mayas con sus mieles nativas, así como alguna evidencia que explique quién, cuándo o cómo trajeron los españoles las abejas con aguijón a nuestro continente.

También falta documentar cómo empezó a crecer el comercio de la miel en la época prehispánica y el conocimiento de las propiedades medicinales entre los mayas. Además de abundar en el conocimiento de las prácticas rituales,  los mitos y la aplicación de la miel, cera y propóleos como productos medicinales.

La abejas meliponas están en riesgo de extinción en las regiones mayas en donde antes abundaban; los jobones ya no se encuentran en los traspatios, por eso las investigadoras hicieron un llamado a la conservación de estas abejas, a través de estímulos a la práctica de la meliponicultura y la protección de su hábitat.

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