11-12-2019
Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
El magnetismo empezó a estudiarse en México entre 1879 y 1880, cuando el entonces presidente de México, Porfirio Díaz, encargó al secretario de Fomento a la Investigación, Vicente Rivapalacio, buscar conocimientos científicos que se estuvieran desarrollando en el mundo, traerlos e impulsar el desarrollo científico de la nación. Estas áreas fueron el magnetismo, la sismología, la meteorología y la astronomía.
Fue en ese momento cuando dieron inicio las mediciones de manera sistemática y oficial del campo magnético en nuestro país, aunque se tiene registro de que en 1630 ya se habían realizado mediciones, tal como la primera de este tipo en Cabo Corrientes, en la Bahía de Banderas, en Jalisco.
Así, el antecedente del actual Servicio Magnético es el Departamento Magnético de la entonces llamada Secretaría de Fomento, el cual entre 1879 y hasta 1920 perteneció al gobierno.
Cuando fue creado este observatorio magnético central se estableció en el Palacio Nacional. Posteriormente, con el fin de tener datos más fidedignos, se movió a Tacubaya, luego a Cuajimalpa, hasta que en agosto de 1914 llegó al pueblo de Teoloyucan, en el Estado de México, sitio en donde sigue hasta la actualidad.
Para finales de los años 40 se fundó en la UNAM, el Instituto de Geofísica, al cual se le encarga el cuidado del Departamento Magnético, que al ser responsabilidad de la universidad adquiere un carácter de servicio.
“A ese observatorio que da información y datos del campo magnético, a partir del 49, se le designa para publicar los datos y para estudiar los recursos naturales tales como petróleo, minería, e investigación”, explica el maestro Juan Esteban Hernández Quintero, coordinador del Servicio Magnético de la UNAM.
Una de las responsabilidades del Servicio Magnético es ir a cada región del país y tomar datos del campo magnético a través del tiempo. El maestro Hernández Quintero explica que realizan mediciones de dicho campo en más de 50 lugares distribuidos por todo el país.
“Esos datos ayudan a probar, a definir algunas teorías que actualmente estamos estudiando, por ejemplo, por qué cambia el campo magnético o si cambia igualmente en todos lados, pues resulta que en la península de Yucatán cambia más lento en comparación con Baja California. A este producto de nuestro servicio les denominamos las cartas magnéticas”.
Un observatorio magnético necesita no tener cerca lo que se conoce como ruido magnético, es decir, que cuando influye la electricidad o se acercan muchos metales al lugar en donde se están realizando las mediciones se empiezan a tener valores no tan fidedignos porque no se está midiendo la naturaleza propia del fenómeno.
Al respecto, el también actual coordinador de los Servicios Geofísicos en el Instituto de Geofísica, destaca que la manera de resolver el ruido magnético es realizando una gestión correcta de los datos, además de que en paralelo buscan lugares en la República mexicana en donde al menos se tenga la certeza de que en varias décadas no habrá un cambio tan dramático de la zona.
De esta manera, en cada lugar de México en donde realizan mediciones del campo magnético deben cumplir con un protocolo para medir.
“Los lugares más sencillos anteriormente eran los aeropuertos, porque, aunque hay aviones, el lugar en donde despegan y aterrizan no siempre lo están ocupando; entonces, hay algunas ventanas de tiempo en donde se tiene un lugar relativamente estable y se mide. Otros lugares que actualmente nos sirven bastante son las zonas arqueológicas, porque hay instituciones encargadas de su cuidado y son zonas muy tranquilas”.
Sobre todo, buscan sitios que tengan la característica de que el campo magnético debe de ser lo suficientemente estable para asegurarse de que lo que están midiendo es lo que se encuentra en el interior de la Tierra.
En el Servicio Magnético cuentan con distintos tipos de instrumentos para realizar las mediciones. Al principio cuando se formó, se contaba con una brújula horizontal, una brújula vertical e instrumentos para detectar las componentes del campo geomagnético.
El maestro Hernández Quintero explica que el magnetismo se comporta como lo que se conoce como un vector, es decir, es un campo vectorial que tiene la característica de que tiene una magnitud, una dirección y un sentido. Adicionalmente se puede descomponer, o sea, se puede medir un ángulo de este vector. Para medir esto se cuenta con instrumentos que automáticamente descomponen el campo y en lugar de medir un valor total del campo, se mide cómo se comporta hacia el sur, el norte, el este y el oeste.
Los instrumentos utilizados para estas mediciones son los magnetómetros, los cuales los hay de precesión protónica, tipo fluxgate, etcétera. En la actualidad, el uso de estos aparatos también sirve de apoyo al estudio de lo que se conoce como clima espacial.
“La instrumentación con la que contamos consta de varios magnetómetros tanto vectoriales como de intensidad total. Tenemos la instrumentación necesaria para responder a determinado tipo de fenómeno que estemos estudiando”, dijo.
Para la recopilación de la información actualmente cuentan con una plataforma automatizada, la cual puede consultarse en la página web del Servicio Magnético, en donde además es posible ver cómo ha ido variando la curva del campo magnético. El envío de la información es cada hora, primero, al Instituto de Geofísica ubicado en la Ciudad de México, y posteriormente al campus en Morelia. Además, se envía a los centros mundiales de datos, uno en Edimburgo, Inglaterra y otro en Estados Unidos.
“Hace 20 años no pasaba nada si se iba la luz o si de repente dejaba de funcionar algún instrumento, pero actualmente ya no es posible. Si deja de funcionar 24 horas ya empiezan a emitirse alertas de que nuestro observatorio necesita atención, porque es importante estar monitoreando, sobre todo por estas cuestiones del clima espacial, porque son acciones asociadas con el comportamiento propio del campo y a posibles efectos sobre la tecnología moderna”, explica.
Este Servicio Magnético en la actualidad se ha convertido en una red global de trabajo, la cual está en crecimiento. En un futuro se instalarán nuevas estaciones, en los estados de Michoacán, Nuevo León y Yucatán.
Entre las aplicaciones de los datos proporcionados por este servicio se encuentran algunas enfocadas al estudio de la variación secular, es decir, el cambio en las decenas y centenas de años, hasta el apoyo a la actividad del volcán Popocatépetl para conocer los cambios en su actividad; también colaboran con empresas como Pemex, en situaciones de desastres.
El maestro Hernández Quintero destaca que su equipo humano de trabajo en la sede del Servicio Magnético de la Ciudad de México es la doctora Ana Caccavari Garza, además de que el doctor Armando Carrillo Vargas y el maestro Gerardo Cifuentes se encuentran físicamente en la sede de Morelia, así como técnicos y estudiantes que apoyan en su labor diaria.
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