14-01-2020
Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
La sangre fluye del corazón a la aorta a través de nuestra válvula aórtica; lo hace después de que en un movimiento siastólico, en el cual se contrae el corazón, expulsa la sangre hacia la aorta y ésta, a su vez, impide que regrese al corazón por el mismo lugar.
Este es un mecanismo que experimentan siempre las personas que no padecen ningún tipo de enfermedad cardiaca. Sin embargo, los problemas se presentan cuando esta válvula aórtica tiene alguna disfunción, es decir, cuando no funciona adecuadamente. Esta condición médica llega a ocurrir en personas con edad avanzada o por alguna enfermedad congénita.
Dentro de las anomalías que pueden presentarse en la válvula aórtica se encuentra su mineralización, la cual se presenta porque en ella ocurren cambios hemodinámicos muy importantes que hacen incidir la sangre sobre las paredes de las válvulas, destaca la doctora Aurora de la Peña Díaz de la Facultad de Medicina de la UNAM.
La investigadora aclara que en su grupo de trabajo le llaman mineralizar en lugar de calcificar, porque a través de los estudios que han realizado han encontrado que no nada más el calcio —que es el mineral más abundante que circula en la sangre— impacta en los vasos y en las válvulas, sino muchos otros.
La calcificación vascular en Estados Unidos es un proceso que se conoce muy bien y está asociada hasta en 2.8% con personas de edad avanzada; en nuestra población todavía no se tiene ese análisis, pero la doctora De la Peña considera que el porcentaje debe de ser parecido.
Algunos de los factores reconocidos que podrían provocar mineralización en la válvula son la diabetes, la enfermedad reumática del corazón, las clamidias, la neumonía, la edad, las hiperlipidemias, fumar y la hipertensión.
¿Cómo fue que el grupo de investigación dirigido por la doctora De la Peña encontró estos minerales en la válvula aórtica? Esto fue posible gracias a un grupo de colaboración que establecieron con el Laboratorio Universitario de Petrología (LUP) del Instituto de Geofísica de la UNAM, a través del cual se adaptaron técnicas para poder detectar y estudiar la presencia de minerales en las válvulas.
En este laboratorio se cuenta con la tecnología para poder analizar muestras de rocas y minerales. La contribución del trabajo que han realizado en conjunto es que el cirujano retira un pedazo de la válvula, que posteriormente es enviada para su análisis al Instituto de Geofísica.
Una vez que llega al LUP es analizada a través de microscopía electrónica de barrido que permite identificar el material inorgánico en el orgánico, además de que por medio de otras técnicas se obtuvo cuál era la cantidad de cada mineral en la válvula.
De esta manera, los minerales que han localizado en las válvulas son calcio, magnesio, silicio, fosfatos, sulfatos, así como oro, plata y bismuto. “Como que queda un libro escrito de todo lo que circula por la sangre en cuestión de minerales y de algunas otras proteínas”, destaca.
Una vez que identificaron qué minerales había, el siguiente paso era conocer cómo llegan hasta las válvulas. Para responder esta pregunta, se apoyaron de estudios previos que habían realizado sobre mineralización aórtica, los cuales los llevaron a concluir tres aspectos.
El primero es que la mineralización inicia desde edades muy tempranas, en particular cuando el aporte de oxígeno es insuficiente. “Esto lo encontramos porque hicimos una investigación y publicamos que los niños que tienen enfermedades congénitas del corazón tienen más mineralización que los que no la tienen y además esto les causa una disminución en su aporte de oxígeno”, dijo.
Segundo, gracias a otro estudio encontraron que se depositan diferentes minerales, siendo el calcio el más abundante, en diferentes lechos vasculares. Y, por último, reportaron que hay otras moléculas que también dañan el endotelio de los vasos y esto incrementa la calcificación o el deposito de los minerales.
Asimismo, para saber cómo estos minerales llegan hasta la válvula han estudiado su transporte a través de microvesículas, comenta la investigadora responsable de Laboratorio de Trombosis y Fibrinólisis del Departamento de Biología Molecular en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez.
Desde su descubrimiento, se ha visto que las microvesículas tienen regulaciones tanto homeostáticas como patológicas, que participan en la calcificación de la válvula aórtica y que también pueden regular de manera positiva para el funcionamiento de la coagulación.
A partir de que una investigadora del Instituto Nacional de Cardiología encontró que en las microvesículas hay minerales, han podido suponer que éstas permiten el transporte de los minerales hacia la válvula aórtica, es decir, sería la manera en cómo llegan hasta ella.
La doctora De la Peña explica que los minerales llegan a las vesículas porque es más fácil que éstas los atrapen, ya que se forman de todo tipo de células y es probable que lleguen a nuestras células a través de la respiración, de los líquidos que ingerimos, los alimentos que consumimos, etcétera.
Explica que todos tenemos minerales en nuestro organismo, sin embargo, en algunas personas podría provocar un trastorno de su válvula aórtica, el cual en etapas avanzadas de la vida conduce a otros problemas cardiacos. Aunque, agrega, en niños con problemas congénitos de la válvula, se presenta primero el problema en la válcula y posteriormente ésta se va mineralizando más.
Los alumnos que colaboran actualmente con la doctora De la Peña son: José Conde Galindo, Miguel Ángel Rodríguez Hernández, Enrique Gutiérrez Sáenz y José María Sandoval Gutiérrez.
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