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Monogamia ¿mito o realidad?

Estudios recientes en animales y humanos han registrado sustancias involucradas en la monogamia. Imagen: Jareni Ayala.

27-05-2014

Por Naix’ieli Castillo, DGDC-UNAM.



El amor es un fenómeno complejo. Una de las preguntas frecuentes es si la monogamia es un mito o una realidad para los seres humanos. Desde el punto de vista biológico, es importante considerar que de todas las especies que hay en la naturaleza únicamente el uno por ciento es monógama. Los primates no formamos parte de ese grupo.

Wendy Portillo Martínez,  investigadora del Instituto de Neurobiología de la UNAM, comentó que la dopamina, conocida por muchos como el neurotransmisor del amor, se encuentra involucrada en todas las conductas placenteras, por ejemplo, hacer ejercicio, consumir drogas o durante la conducta sexual.

Estudios recientes han descubierto que la dopamina se encuentra relacionada con la monogamia en una estructura cerebral conocida como núcleo accumbens. La especialista del Instituto de Neurobiología de la UNAM comentó que ya se ha demostrado que cuando hay una relación estable con una sola pareja, se incrementan los niveles de este neurotransmisor. Otros experimentos en modelos animales han probado que el bloqueo de este neurotransmisor tiene el efecto de que los machos copulan con otras hembras.

Además de la dopamina, se han estudiado también los efectos de la oxitocina y la vasopresina. La oxitocina se libera cuando nos dan un abrazo, un masaje y también durante el contacto sexual.  Se le conoce como la hormona de la confianza y se sabe que elimina la neofobia, es decir el temor a las situaciones nuevas. Esta molécula participa también en otras funciones como en la contracción muscular para la liberación de leche durante la lactancia.

La vasopresina, por otro lado, participa en la función cardiovascular y la presión sanguínea. Esta molécula se encuentra en acción cuando vemos a alguien atractivo y aumenta nuestro ritmo cardiaco.

Especies monógamas

Algunos estudios en con modelos animales intentan comprender mejor la poligamia y la monogamia y las moléculas del organismo que se encuentran involucradas. Los resultados podrían extrapolarse a los humanos ya que los modelos son mamíferos, como nosotros, afirmó la doctora.

Uno de los modelos más usados son los ratones de la pradera. En esta especie de roedores, una vez que un macho encuentra una hembra, le gusta, copulan y forman una pareja de por vida. Es una de las pocas especies monógamas que existen en la naturaleza. Los investigadores estudian qué la distingue de otras especies de ratones que son polígamos.

Los estudios demostraron que la vasopresina y la oxitocina son importantes en la formación de lazos en estos animales. Una vez que los ratones monógamos copulan, en el macho la oxitocina y la vasopresina inducen la agresión a intrusos y los cuidados paternos.

Se ha observado que los monógamos tienen más receptores a oxitocina que los parientes promiscuos en varias estructuras del cerebro, entre ellas, la corteza prelímbica y el núcleo accumbens. También tienen más receptores a vasopresina en las estructuras relacionadas con la motivación.

Wendy Portillo comentó que un grupo de investigadores en Estados Unidos hicieron el experimento de inducir en los ratones polígamos la formación de más receptores a la hormona vasopresina y encontraron que se volvían monógamos. Fue así como se determinó que estas hormonas son importantes en la poligamia y la monogamia.

¿Y los humanos?

En Noruega, otro grupo de investigadores encontró un polimorfismo en un gen relacionado con los receptores a vasopresina en humanos. En un estudio encontraron que los hombres  con esta variante de un gen relacionado con la vasopresina permanecían solteros y los que estaban casados tenían importantes problemas con su pareja por tener relaciones extramaritales. La hipótesis es que como la vasopresina no podía hacer su efecto, presentaban este comportamiento de tener muchas parejas sexuales.

Frente a la pregunta de que si la monogamia en los humanos es una realidad o un mito, la investigadora destacó que solo el uno por ciento de las especies en la naturaleza es monógama y los humanos no somos una de ellas, sin embargo, la sociedad ha tratado de que seamos monógamos principalmente, para evitar problemas en la sucesión de los bienes, señaló en la presentación de una charla de divulgación en Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM.

En conclusión, dijo, biológicamente es muy difícil mantener la monogamia. Se sabe que una tercera parte de los matrimonios termina en divorcio y este porcentaje aumentará a medida que las sociedades se hagan más abiertas. De hecho, el adulterio es un fenómeno muy común y en algunas sociedades incluso se acepta abiertamente la poligamia.

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