encabezado_seccion
encabezado_seccion

La esperada explosión de la nova T Coronae Borealis

El evento estelar podría ocurrir entre septiembre y finales de este 2024

05-09-2024

Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC


A unos 2600 años luz de la Tierra, en la constelación de la Corona Boreal, se ha estado cocinando desde hace unos meses un fenómeno astronómico único que tiene a los astrónomos y aficionados a la expectativa: el estallido de la nova T Coronae Borealis (T CrB), que podría ocurrir entre el mes de septiembre y hasta finales de este 2024.

No hay una fecha exacta, pero según las observaciones más recientes y la misma historia de vida de este sistema de estrellas, los especialistas esperan que pronto ocurrirá. Por el momento, este espectáculo astronómico único es monitoreado por distintos observatorios del mundo y aficionados a la astronomía. Incluso la NASA anunció que la aparición de esta nova podrá ser visible desde la Tierra a simple vista.

¿Pero qué es lo que está pasando en ese rincón del Universo? El fenómeno es resultado del ciclo de vida de las estrellas.

T CrB es lo que se conoce como un sistema binario. Es decir, compuesto por dos estrellas muy cercanas una de la otra y justo por esta misma cercanía una de ellas despoja de su material a la otra.

Este sistema binario está integrado por una estrella que se encuentra en las últimas etapas de su vida (gigante roja) y poco a poco va cediendo su material a una enana blanca (estrella que agotó todo su hidrógeno y sólo quedó un núcleo muy compacto).

La enana blanca absorbe el material de la gigante roja y empieza a llenar su atmósfera con esos elementos.

Una vez que la enana blanca acumuló mucho material, éste se calienta y explota. El estallido es lo que observaremos en el firmamento como una nova (nueva estrella).

“Realmente no es una nueva estrella, sino que hay un proceso que hace que brille más esa estrella que estaba muy oscurecida en el cielo”, explica el doctor Luis Alberto Zapata González, director del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica de la UNAM.

Aunque ya desde hace varias décadas se sabía de la existencia de las novas, fue en el siglo XX que se comprendió mejor que este fenómeno estaba ligado a un sistema binario entre dos estrellas, cuya característica es que debe de tener una distancia parecida a la que existe entre Mercurio y el Sol, es decir, de alrededor de 0.4 unidades astronómicas.


 

Inicio de “superactividad”

La aparición de la nova de T Coronae Borealis ha generado gran expectativa, ya que se le conoce como nova recurrente, cuya característica es que son estrellas que explotan y se apagan, pero después de varios años vuelven a tener el mismo proceso.

“Lo más interesante son las recurrentes porque como ya las hemos visto podemos un poco predecir qué es lo que va a ocurrir con esta nova y más o menos ver en qué año puede volver a explotar y brillar en el cielo”, comenta el doctor Zapata González, especialista en el estudio de la formación de estrellas y sistemas planetarios.

En el caso de la nova de T Coronae Borealis, se sabe que el periodo en el que vuelve a completar este proceso es aproximadamente de 80 años, el anterior ocurrió en 1946 y uno antes fue en 1866.

Esta información, más las observaciones de “la curva de luz”, que es ver su brillo a través del tiempo, son aspectos que los astrónomos de todo el mundo estudian para calcular la proximidad de la explosión.

“Vimos un fenómeno que se ha repetido anteriormente, una especie de extinción de su luz; si vemos la curva luz antes de brillar, lo que se ha visto es que se va oscureciendo, es decir, su brillo se va haciendo más pequeño y luego va a empezar a crecer. Eso ya se había visto en las explosiones anteriores. Entonces la gente está muy segura de que ese oscurecimiento en la estrella probablemente ya es indicio que va a explotar en algún punto y pronto. Y eso da más certeza de que ya viene la explosión. Exactamente el día y la hora no lo sabemos, es más o menos un rango de meses que debe de ocurrir el fenómeno”.

Ya desde junio de 2023, el doctor Bradley E. Schaefer de la Universidad Estatal de Luisiana y quien desde hace varios años ha seguido y estudiado la actividad de esta nova, consignaba en The Astronomer's Telegram que desde 2015 varios astrónomos se dieron cuenta de un aumento en el brillo de T Corona Borealis, actividad que es un precursor y presagio de una erupción próxima.

Con dicha información se destacaba que T CrB iniciaba un estado similar al que se vivió en 1938, es decir, ocho años antes de su anterior erupción en 1946.

Esta misma actividad es la que se ha observado actualmente con T Coronae Borealis, pues su fase superactiva terminó en 2023 y se espera su erupción a partir de septiembre de 2024 o hasta lo que resta del año, aunque no se descarta que incluso pueda ocurrir en 2025.

Historia de una nova recurrente

Diversos aspectos maravillan alrededor de este estallido, uno de ellos es su ocurrencia alrededor de cada 80 años. Incluso se ha realizado un rastreo en documentos históricos sobre otros momentos cuando aconteció el mismo fenómeno.

La primera vez que se observó fue en 1217, siendo el abad alemán Abbott Burchard, quien lo consignó en la Crónica de Ursperger (una crónica monástica medieval).

En ella se destacaba: “En la temporada de otoño del mismo año, a la hora de la tarde después de la puesta del sol, se vio una señal maravillosa en cierta estrella del oeste.  […] como nosotros mismos hemos observado, antes era pequeña y después volvió a ser pequeña, pero luego brilló con mayor luz, y se vio elevarse de él hacia lo alto del firmamento cierto rayo muy claro, como un rayo grande y alto. Y esto se vio durante muchos días […]; Después de eso, la estrella fue fallando gradualmente y volvió a su pequeñez”.

Esta información ha sido documentada por el doctor Bradley E. Schaefer en el texto The recurrent nova T CrB had prior eruptions observed near December 1787 and October 1217 AD, publicado en el Journal for the History of Astronomy.

En este mismo artículo, el doctor Schaefer explica que el astrónomo inglés Francis Wollaston publicó un catálogo en 1789 de todas las estrellas “brillantes e interesantes”; en él consigna las observaciones de lo que se piensa que pudo haber sido la explosión de la nova T CrB casi a finales de diciembre de 1787.

En este sentido, las explosiones de 1866 y 1946 fueron descritas por astrónomos aficionados. La primera por M. Walterb y la segunda por A. Kamenchukc. 



Una oportunidad para la investigación astronómica

Las estrellas nacen, durante casi toda su vida queman hidrógeno mediante reacciones termonucleares en su centro y mueren cuando se les acaba el hidrógeno. Por ello, las observaciones que podrán realizarse a partir de la nova T Corona Borealis este año son una oportunidad para estudiar con mejor tecnología una nova recurrente, afirma el doctor Luis Zapata González.

Agrega que en comparación con el estallido que ocurrió en 1946, hoy se cuenta con mejores telescopios que podrían brindarles mayor información sobre las curvas de luz y su comportamiento, así como el estudiar la energía liberada y los datos de todo el espectro de luz visible y no visible, con el fin de conocer qué procesos están ocurriendo en ese sistema.

En el documento de The Astronomer's Telegram, el doctor Schaefer destaca la importancia de que este anuncio permita a investigadores de distintas partes del mundo utilizar sus telescopios para observar el estallido de la nova y realizar distintos estudios alrededor de ella, por ejemplo, “intentar comprender el estado alto previo a la erupción, ya que aún no está claro si el aumento de luminosidad proviene de una mayor acreción o de la combustión nuclear en la enana blanca”.

La NASA también ha informado que los actuales detectores de rayos gamma y las nuevas herramientas que existen para la astronomía de rayos X “podría ofrecer una visión sin precedente de los ciclos de vida de los sistemas binarios y de los procesos estelares menguantes, pero poderosos, que los alimentan”.

La explosión de una nova recurrente como T CrB es un fenómeno astronómico único que regularmente sólo podremos ver una vez en la vida y por primera vez un suceso de esta naturaleza podrá ser estudiado con la más alta tecnología.

Pero aun si no contamos con potentes telescopios y observamos el cielo por unos momentos, podríamos notar un brillo particular, un tenue punto de luz: el momento de la explosión estelar a miles de años luz de nuestro planeta.  


Si deseas saber más de la evolución de las estrellas, sigue este ciclo de conferencias:


 

Publicaciones relacionadas


Explora la ciencia en la UNAM en tu formato preferido

Enrédate         Síguenos en nuestras redes sociales

 

Gacetas UNAM

 

Misión espacial

 

Covid-19

 

Navega por la Ciencia en la UNAM


Ciencia Joven

Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC)
Hecho en México. Todos los derechos reservados 2024. La información aquí publicada tiene como fuente principal a investigadores de la UNAM y es responsabilidad de quien la emite; no necesariamente refleja el punto de vista de esta institución. Los contenidos pueden ser reproducidos con fines no lucrativos, siempre y cuando no se mutile, se cite la fuente completa y su dirección electrónica. De otra forma, requiere permiso previo por escrito de la institución. Créditos

Apoyado por Proyecto PAPIME PE306815

Sitio web administrado por:
Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM

Desarrollado por Smart Systems

/DGDCUNAM