12-08-2024
Por Trinidad Esmeralda Vilchis Pérez*/Nancy Merary Jiménez Martínez**
Posiblemente recuerdes la película Wall-E, en la que un pequeño robot se encarga de limpiar el planeta Tierra, devastado, repleto de basura y abandonado por la humanidad. Durante mucho tiempo, las producciones cinematográficas han mostrado esta visión de un futuro post apocalíptico como ciencia-ficción; sin embargo, parece que parte de esa ficción está a punto de convertirse en realidad. En 2008, cuando se estrenó esta película, el escenario parecía lejano, hoy, 16 años después, es más cercano de lo que quisiéramos.
La producción de basura a nivel mundial se incrementa cada año en proporción alarmante. En 2018, el Banco Mundial estimó la producción mundial de residuos en 2,010 millones de toneladas al año y predijo que para 2050 la cantidad aumentaría a 3,400 millones. Unos años más tarde, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calculó que la producción anual en 2022 fue de 11, 200 millones, dato que rebasa las predicciones y enciende las alarmas.
Aunado al problema que implica este alto volumen de generación, se encuentra la gestión inadecuada. En muchos lugares no existen sistemas de manejo eficientes que incluyan recolección separada y disposición final apegada a las normas oficiales, lo que repercute en contaminación del suelo, aire y agua.
Consideramos basura a todo aquello que ya no es de utilidad. Hemos aprendido que la forma correcta de desecharla es colocarla en contenedores y entregarla en los camiones recolectores, pero ¿alguna vez te has preguntado a dónde va la basura?
Probablemente no, porque cuando ya no la vemos, creemos que desaparece por arte de magia; sin embargo no es así, siempre termina en algún lugar, puede ser un relleno sanitario, un vertedero a cielo abierto, alcantarillas, ríos, lagos, mares, el estómago de los animales o las células de nuestro cuerpo.
En el mundo, diariamente se producen más de 30 millones de toneladas de basura, una cantidad exorbitante difícil de imaginar, cuyo camino inicia en el momento en que adquirimos productos envasados en materiales como plástico, unicel, cartón, entre otros. Su manejo lo delegamos al gobierno, pues consideramos que son ellos quienes deben enviar camiones para su recolección. No obstante, el camino de la basura no termina ahí, en realidad apenas comienza.
Los camiones recolectores llevan la basura a espacios que se llaman rellenos sanitarios, donde debe compactarse con maquinaria especializada; el diseño del sitio debe contar con salida para los gases (metano) y líquidos (lixiviados), de manera que no contaminen el suelo ni el agua y tampoco se conviertan en bombas de tiempo que exploten (literalmente). Desafortunadamente en México son pocos los rellenos sanitarios que cumplen con los requerimientos de acuerdo con la ley.
Cuando la basura se lleva a las barrancas o terrenos baldíos, favorece el desarrollo de fauna nociva, despide olores fétidos y es arrastrada por la lluvia hacia los ríos, mares o lagos. La que se coloca en las esquinas de las calles generalmente termina esparcida por el viento tapando coladeras y alcantarillas.
La basura que producimos llegó para quedarse. Por su composición es imposible que sus elementos puedan reintegrarse a los procesos bioquímicos a través de los cuales la materia se regenera. El plástico, por ejemplo, se pulveriza en fracciones muy pequeñas (microplásticos) que se integran como agentes tóxicos en los alimentos que ingerimos.
Diversos estudios han comprobado la presencia de microplásticos en sangre y otras células humanas, convirtiéndose en factores que favorecen el desarrollo de enfermedades tan graves como el cáncer.
Por otra parte, los rellenos sanitarios mal planeados y administrados provocan graves problemas sociales que se relacionan con la proliferación de enfermedades que afectan a la población en general, en especial a un sector de la población que se dedica a lo que nadie quiere hacer: separar los residuos.
Los recuperadores urbanos, llamados durante mucho tiempo pepenadores, realizan una labor muy importante al rescatar de la basura aquello que puede tener valor nuevamente con lo que se disminuye la necesidad de extraer más elementos de la naturaleza. Sin embargo, estas personas carecen de protección social y se encuentran expuestos a riesgos de salud que se complican debido a la extrema pobreza en la que viven.
La contaminación por basura es un monstruo que nosotros mismos concebimos; crece silenciosamente en esos lugares lejanos en los que lo alimentamos a diario, sin ser conscientes de todo el daño que causa.
Desde hace algunas décadas, diversas organizaciones han promovido acciones para contribuir a disminuir la problemática causada por la basura. Una de estas es la conocida campaña o regla de las tres R, reducir, reutilizar y reciclar.
Muchas veces se confunde reciclar con reutilizar, pero no es lo mismo, reciclar no es una actividad que se pueda realizar de manera individual y cotidiana, sin embargo, hay algo muy importante que sí podemos hacer: separar desde la fuente, es decir, desde nuestros hogares, escuelas y centros de trabajo.
Si realizamos una separación selectiva en la que no se revuelva aquello que puede destinarse al reciclaje, eso se convierte en residuo y deja de ser basura. Esta acción simple puede disminuir el volumen de lo que llega a los rellenos sanitarios, alargar su vida útil y evitar que se extraigan nuevos materiales de la naturaleza.
Hay muchos programas e iniciativas que promueven la separación, sin embargo, para que este proceso sea realmente exitoso y permanente, se requiere un sistema que contribuya a crear una nueva cultura para el manejo de residuos.
Las universidades, mediante la investigación, generan datos relacionados con la contaminación por basura que hacen evidente la necesidad de cambiar los procesos de producción, los hábitos de consumo y la disposición final de los residuos. También realizan algunas estrategias para su manejo, como los esquemas de separación o la prohibición de plásticos de un solo uso.
Aunque estas acciones registran algunos avances, la magnitud del problema requiere de intervenciones más profundas que incluyan a la educación y la reflexión sobre la relación entre producción-consumo-descarte.
Desde 2016, en el campus Morelos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se desarrolla el Programa de Manejo Integral de Residuos Sólidos Universitarios con enfoque Basura Cero (MIRSU-B0), que busca aprovechar los residuos orgánicos a través del compostaje; separar y enviar a cadenas de reciclaje los residuos inorgánicos reciclables; y disminuir, hasta llegar a cero, los no aprovechables, es decir, la basura.
Para lograrlo, se precisa del involucramiento de toda la comunidad universitaria para aprender en conjunto sobre los residuos y en qué consiste un sistema de manejo integral.
Dentro del campus Morelos, se le pide reflexionar sobre lo que compran y pensar qué residuos se van a generar. Una vez generados deben separarlos cuidadosamente considerando lo que va, lo que no va y cómo va en cada contenedor.
Al personal de intendencia se le invita a manejarlos de forma separada, compostar los residuos orgánicos y acopiar los inorgánicos, para finalmente entregarlos a recicladores de residuos que puedan enviarlos a las cadenas de reciclaje para su aprovechamiento.
El sistema se complementa con una evaluación constante para saber cuáles son los aspectos que se pueden fortalecer y mejorar con procesos de capacitación, pues
El programa ha sido muy exitoso y multipremiado a nivel nacional e internacional; en 2022 fue invitado a formar parte de un Programa Nacional de Investigación e Incidencia (Pronaii), respaldado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conahcyt), Estrategia transdisciplinaria de investigación y resolución en la problemática nacional de los residuos sólidos urbanos, aplicada en seis ciudades mexicanas.
Una de sus metas es implantar Basura Cero en oficinas de dependencias federales, estatales y municipales, instituciones públicas de educación a todos los niveles de cada ciudad, de manera que las prácticas aprendidas puedan trascender hacia los hogares y las comunidades, generando un efecto multiplicador.
Diversas instituciones ya se sumaron a Basura Cero en las ciudades de Acapulco, Cuetzalan, Coatzacoalcos, Ensenada, Minatitlán, Nanchital, Puebla y Tlaxcala (24 en total), entre ellas se encuentran escuelas en las que los jóvenes se involucran activamente y muestran una creciente preocupación por atender este problema desde la prevención, la reducción y el adecuado manejo.
Gretta Thumberg, activista que busca concientizar acerca de los efectos del cambio climático, afirma en sus conferencias que los jóvenes heredarán una casa en llamas y enfrentan el reto de encontrar alternativas para disminuir los impactos de la actividad humana en el planeta.
Compartir y formar parte de estrategias que contribuyan a mitigar el impacto de la actividad humana en el planeta, es la mejor manera de solidarizarse con el esfuerzo de las generaciones presentes y futuras.
La encomienda que llevan los jóvenes sobre los hombros es enorme. Aportar e implementar soluciones para mejorar las condiciones del planeta requerirá actos valientes y decisiones inteligentes, por lo que, al igual que los protagonistas de las películas, es necesario asumir retos y estar preparados para enfrentarlos, de lo contrario, la distopía de un mundo repleto de basura nos alcanzará.
Responsabilizarnos del manejo de nuestros residuos es uno de esos grandes retos y estamos contra el tiempo. Las transformaciones que se requieren surgirán de mentes creativas e innovadoras de profesionistas formados en una cultura de la prevención, reducción y separación; para ello, la práctica desde la escuela es de vital importancia.
Fuentes:
González, F. (31 de julio de 2023). ONU: Pasamos del Calentamiento a la Ebullición Global. Wired/Ciencia. https://es.wired.com/articulos/onu-pasamos-del-calentamiento-a-la-ebullicion-global
Jiménez, N. (2022). ¿Qué es Basura Cero? La Escoba Digital, noviembre, 4, 9-16. https://conahcyt.mx/la-escoba-4/
Kaza, S., Yao, L. C., Bhada-Tata, P., Van- Woerden, F. (2018). What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050. Urban Development. World Bank. http://hdl.handle.net/10986/30317
Magaña, P. (2011). ¿Es sólo basura? Ciencias 102, abril-junio, 24-26. https://revistacienciasunam.com/es/110-revistas/revista-ciencias-102/954-ies-solo-basura.html
Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (2022). Manejo de residuos sólidos. https://www.unep.org/explore-topics/resource-efficiency/what-we-do/cities/solid-waste-management
*Doctora en Ciencias Ambientales por la Universidad Autónoma de Guerrero. Investigadora por México Conahcyt. adscrita al Instituto de Ecología, A.C. Soporte Local de Investigación e Incidencia Basura Cero del Pronaii-Residuos.
**Doctora en Estudios Urbanos y Ambientales por el Colegio de México. Investigadora en el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, campus Morelos, UNAM.
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