05-04-2024
Por Liliana Morán Rodríguez, Ciencia UNAM-DGDC
El próximo 8 de abril acontecerá un eclipse total de Sol en el norte del continente americano. La comunidad científica considera que México tendrá las mejores condiciones climáticas para apreciarlo.
Ciudades como Mazatlán, Torreón, Monclova y Durango se oscurecerán totalmente en pleno día. En otras ciudades se podrá ver parcialmente, tal es el caso de la CDMX, que tendrá poco más de 70% de oscuridad. Su máximo será a las 12:14 horas.
Un eclipse solar total ocurre cuando se alinean la Luna, el Sol y la Tierra. La Luna pasa entre el Sol y la Tierra, por lo que su sombra tapa la cara del Sol. Las personas que se encuentren en la trayectoria (franja de totalidad) son quienes experimentarán los minutos de oscuridad total en pleno día.
“Durante el evento, la radiación del Sol no cambia, no hay formas de radiación raras o peligrosas porque nuestra estrella sigue comportándose igual. Lo único que tenemos es un objeto que nos está bloqueando la luz”, aseguró el doctor José Alberto Flandes Mendoza, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM en la conferencia de prensa “Gran Eclipse Mexicano 2024”.
Lo que sí cambia, explica, es la cantidad de radiación y luz que llega en la zona del eclipse total, ahí es donde se tendría la baja más grande de energía y estos serían los efectos:
-Al no recibir tanta energía empieza a enfriarse la Tierra y la atmósfera, las caídas de la temperatura pueden ser de entre 3 y 5 grados Centígrados en la zona de totalidad. Dependiendo de las condiciones climáticas, podrían ser más.
-Debido a que no está recibiendo tanta energía la Tierra, o al menos esa parte, de la atmósfera, los vientos cambian, se ralentizan porque hay menos turbulencias y mezcla en el aire cuando no hay calentamiento solar.
-El nivel de radiación puede bajar más del 50%. Eso quiere decir que quien tenga celdas solares, durante el tiempo que dure el eclipse recibirán la mitad de radiación que recibirían sin él. Esto puede variar si tenemos mucha nubosidad, porque podrían recibir todavía menos.
Por otro lado, los seres que se rigen con la luz del Sol o la oscuridad de la noche pueden desorientarse. Animales como las aves (pájaros, gallos) o los animales de compañía pueden ver o sentir que la luz del Sol no está presente y se preparan para dormir, luego en pocos minutos vuelve a aparecer la luz y deben despertarse de nuevo; su ciclo circadiano se ve afectado y se confunden”, explica el doctor Primoz Kajdic, también investigador del Instituto de Geofísica en entrevista con Ciencia UNAM.
El momento de un eclipse es esperado por los estudiosos de la actividad solar y su interacción con nuestro planeta.
La energía se produce principalmente en las estrellas. La nuestra, el Sol, emite en todas las frecuencias el espectro electromagnético, clasificadas en rangos de longitudes de onda: radio, microondas, infrarrojo, espectro visible, ultravioleta, rayos X y rayos gamma
La atmósfera filtra, en cierta medida, la radiación del Sol, particularmente la de alta energía.
Entre las capas de la atmósfera se cuenta con la ionosfera, en donde se encuentran partículas cargadas de electricidad (iones). Los gases están ionizados porque esta capa absorbe las radiaciones solares de menor longitud de onda y los más altamente energéticos (rayos gamma y rayos x).
La bajísima densidad de la termosfera permite que la sensación térmica en la capa más cercana a la Tierra sea mucho más baja y habitable; no podríamos vivir con 1,500 grados centígrados.
“Es un medio conductor que confina las ondas, entonces las longitudes de onda van a estar en función del grosor de la ionosfera. Si la ionosfera aumenta su ionización entonces tendremos un aumento en la amplitud y si la reduce, baja la amplitud
En la noche, sin radiación directa del Sol, la ionosfera se neutraliza parcialmente (se adelgaza). Algo similar pasa durante un eclipse y por eso aprovechamos para estudiarla”, precisa el doctor Flandes Mendoza.
Así, los integrantes de la comunidad científica pueden analizar si las comunicaciones a grandes distancias sufren variaciones día/noche o si los ciclos solares alteran el comportamiento de la ionosfera.
El doctor Alejandro Lara, también investigador del IGEF de la UNAM, adelantó que van a realizar experimentos de los cambios de la ionosfera y las ondas de muy baja frecuencia (VLF):
“Queremos estudiar qué pasa sin la frecuencia de la ionosfera. En todo el mundo hay transmisores que antes se usaban para ayudar a posicionar barcos, hay unos que todavía siguen emitiendo estas ondas que van rebotando en un receptor para poder medir los cambios en la ionosfera. La idea de hacerlo durante el eclipse”
Pretenden estar en tres locaciones (CDMX, Torreón y Zacatecas) con 3 antenas idénticas en las que van a ir registrando el cubrimiento de la Luna al Sol y así ir “limpiando” la señal del aporte que da el Sol; las diferencias entre las regiones brillantes y en las que no, con la finalidad de detectar cambios internos.
Otros investigadores aprovecharán el eclipse para observar la actividad del Sol y la de la corona solar, las temperaturas que alcanza y el material que se extiende por todo el espacio interplanetario, conocido como viento solar.
El último eclipse total de Sol que pudo verse en nuestro país fue en el año 1991. Entró por el océano Pacífico en Baja California Sur, siguió por algunas zonas de Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Aguascalientes, Guanajuato, Michoacán, Querétaro, Hidalgo, EdoMex, CDMX, Morelos, Guerrero, Puebla, Tlaxcala, Veracruz, Oaxaca y Chiapas. Siguió su trayectoria por Centroamérica hasta Brasil.
Este fenómeno astronómico es muy peculiar, sucede un par de veces al año en alguna parte del mundo. Estadísticamente, este evento de oscuridad total acontece cada 375 años en el mismo lugar.
En nuestro país, un eclipse total de Sol volverá a ser visible en el año 2052, pero en otras zonas del territorio nacional.
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