08-03-2022
Por Naix’ieli Castillo, Ciencia UNAM-DGDC
Si alguna vez has estado embarazada o has convivido con alguien en esta etapa, sabes que es una etapa de cambios, no solo físicos sino también psicológicos, en la que se experimentan emociones intensas y cambiantes como alegría, llanto, angustia, mal humor, euforia o preocupación.
El embarazo y el posparto son eventos delicados en la vida de una mujer, donde experimenta vulnerabilidad en muchos sentidos. Los cambios hormonales y psicológicos por los que atraviesa su cuerpo son muy fuertes y debe pasar por ellos mientras tiene la responsabilidad de cuidar del recién nacido.
La doctora Ingrid Vargas Huicochea, investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, comenta que en años recientes se empieza a poner atención en la salud mental de las mujeres embarazadas.
Es importante cuidar la salud mental especialmente en mujeres con antecedentes de afecciones psiquiátricas o con factores de riesgo, ya sea biológicos o medioambientales. También mujeres que nunca han experimentado algún problema con su salud mental, deben estar atentas y acudir con un especialista si detectan que necesitan ayuda en esta etapa de su vida.
Si una mujer ya tiene una vulnerabilidad biológica o está en un ambiente que amenaza su salud mental, es más fácil que desarrolle algún problema. Los más comunes en embarazadas son la depresión y los trastornos de ansiedad. También se han observado exacerbaciones de enfermedades como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.
“En alguna paciente que ya tenga una historia con estas enfermedades, puede haber una recaída”, señala la doctora Ingrid Vargas Huicochea. La principal razón de que ocurran estas recaídas es el abandono del tratamiento y en segundo lugar, el impacto por los cambios hormonales.
Existen muchos mitos y temores alrededor de los medicamentos psiquiátricos, por eso cuando una mujer está en tratamiento farmacológico y se entera que está embarazada, su primera reacción es suspenderlo. Ella piensa: “dejo de tomarlo porque le va a hacer daño a mi bebé”.
- La suspensión del medicamento psiquiátrico en una paciente que está siguiendo un tratamiento implica un riesgo de recaídas de entre el 70 y el 90 por ciento.
“El problema es que por lo general toman esta decisión sin siquiera consultar a sus médicos tratantes y la realidad es que hay muchos medicamentos que se pueden tomar durante el embarazo, sin ningún problema, en beneficio de la mamá y del bebé. Lo mejor sería comunicarse con su médico para que haga los ajustes necesarios”, comenta la especialista.
Mientras el bebé está en el vientre, lo que le suceda a la madre va a impactar en él. Cuando la depresión, ansiedad u otro trastorno está presente en el organismo de la madre, no solo hay una disregulación de los neurotransmisores que genera cambios en su estado de ánimo.
El desequilibrio también causa un estado continuo de estrés patológico porque es constante, sostenido e intenso, este a su vez, genera las sustancias propias del estrés que alcanzan al bebé en el vientre materno. Estos niveles no deseables de neurotransmisores y hormonas son como bombas químicas que afectan el desarrollo del feto.
“Lo que se ha visto es disregulación neuro-hormonal, y un impacto en el tamaño de las estructuras cerebrales del pequeño, así que no es algo ajeno, lo que le suceda a la mamá, el bebé también lo va a experimentar”. Por eso es muy importante continuar los tratamientos cuando hay alguna enfermedad mental.
Es cierto que existen algunos fármacos no indicados durante el embarazo, entre ellos están, por ejemplo, las benzodiacepinas y los anticonvulsivos. Sin embargo, los antidepresivos –especialmente los de generaciones más recientes, y los antipsicóticos de segunda generación que se usan en casos de esquizofrenia, bipolaridad o ansiedad/depresión de difícil tratamiento– sí pueden administrarse con tranquilidad de que no habrá daño al bebé, pero siempre bajo vigilancia médica.
La especialista resalta que el uso de estos fármacos es seguro durante el embarazo, pero no ocurre lo mismo durante la lactancia porque la gran mayoría de los fármacos psiquiátricos sí pueden pasar al bebé a través de la leche materna.
Si el embarazo es un periodo delicado para una mujer vulnerable, el posparto lo es mucho más; al grado que es mínimo el porcentaje de mujeres que no recae si ya tiene una enfermedad mental.
“Durante el embarazo ocurren cambios hormonales que son muy fuertes pero al menos son paulatinos y el cuerpo tiene sus mecanismos para buscar el equilibrio. En cambio, en el posparto, de manera súbita la “fabrica” de hormonas que ha estado presente durante nueve meses desaparece y de la noche a la mañana el cuerpo y el cerebro dejan de recibir esas mareas de hormonas que por varios meses estuvieron ahí.”
En un cerebro vulnerable, el posparto significa un gran riesgo de recaída, por ello el embarazo tiene que estar monitoreado no solo por el ginecólogo sino también por el psiquiatra. “En cuanto sale el bebé y la placenta, tiene que entrar el tratamiento farmacológico completo para contener la recaída”, detalla la doctora Vargas Huicochea.
Un conflicto que se presenta frecuentemente en el posparto es que la gran mayoría de los medicamentos psiquiátricos no son compatibles con la lactancia porque se excretan en la leche materna. Muchas mujeres se enfrentan a conflictos y presiones del esposo o la familia para amamantar, aunque eso implique dejar los tratamientos.
Los beneficios de la lactancia son innegables, pero cuando se trata de mujeres que padecen problemas de salud mental es una condición muy particular en la que no solamente la salud, sino la vida de la mujer y del bebé pueden estar comprometidos, por lo que es de máxima importancia sopesar el riesgo-beneficio.
“Es importante que la mujer pueda disfrutar a su bebé, el posparto, el inicio del proceso de crianza sin sentirse terrible, y sin estar agobiada por la depresión y la angustia. Muchas madres abandonan el contacto con el psiquiatra porque consideran que las quieren alejar de la experiencia de la lactancia, pero cuando regresan a consulta ya se encuentran muy mal” advierte.
La doctora Ingrid Vargas explica que hay una condición llamada “blues posparto”. La mujer, que enfrenta un fuerte cambio en su organismo, experimenta un estado de ánimo en el que se muestra más sensible, puede llorar repentinamente o ser muy emotiva.
Este cambio psicológico no es patológico y va de la mano de los cambios hormonales. El blues posparto no produce sufrimiento y rara vez dura más de una semana.
La depresión posparto es una condición totalmente diferente. En este padecimiento, la depresión vinculada a los cambios hormonales es tan intensa que el cerebro de la mujer está “aniquilado”, no puede pensar e incluso una tarea sencilla como preparar algo de comer o planear el baño del bebé parece imposible de realizar.
En estos casos hay ánimo bajo, pérdida de la capacidad de disfrutar, dificultad en la toma de decisiones, pensamientos de culpa, de incapacidad y anticipación catastrófica.
Para muchas de ellas es muy complicado pedir ayuda de un especialista, en gran medida porque socialmente prevalece la presión de que la maternidad es el periodo más feliz en la vida de una mujer. Por lo mismo, quienes lo viven diferente suelen ser blanco de críticas; se reprimen y viven solas ese dolor y sufrimiento.
Esta es una de las condiciones psicopatológicas, con una cifra negra importante ya que el reporte oficial está muy por debajo de la incidencia real.
Es muy importante que las mujeres sepan que no es normal estar angustiadas, tristes o preocupadas todo el tiempo, ni en el embarazo, el posparto ni en ningún otro momento de la vida, asegura la especialista. Tampoco es natural sentirse desmotivada, con un permanente nudo en la garganta o con insomnio. Si hay un sufrimiento constante esa es la alerta que nos indica que es momento de buscar atención.
La doctora Ingrid Vargas Huicochea concluye que en México el tema de la salud mental de la mujer en estas delicadas etapas de su ciclo reproductivo comienza a tomar fuerza, y que los médicos obstetras y médicos familiares ya están más sensibilizados con estas condiciones y más frecuentemente dirigen a los pacientes con los especialistas en salud mental, cuando es necesario.
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