17-09-2021
Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
Las llamadas luces de terremoto (earthquake lights o EQL) son un fenómeno que causa desconcierto entre las personas cuando ocurre un sismo. No son pocos los videos que circulan en las redes sociales en donde se puede observar cómo algunas partes del cielo se iluminan justo en el momento de la sacudida terrestre.
El sismo del pasado 7 de septiembre (2021), cuyo epicentro estuvo al suroeste de Acapulco, Guerrero, y que tuvo una magnitud de 7.1, se sintió en distintas partes de la República mexicana, una de ellas la Ciudad de México. El sismo ocurrió cerca de las 9 de la noche, y poco después empezaron a circular videos en donde se veían distintas luces en espacios que, hacen pensar, son las afueras de la ciudad.
El maestro Juan Esteban Hernández Quintero, del Instituto de Geofísica de la UNAM, explica que básicamente existen dos fuentes de las que proviene esta luminosidad. La primera se produce cuando, en el momento del sismo, las oscilaciones provocan cortos circuitos sobre ciertos transformadores o cables de luz generando chispas y connatos de incendios muy locales.
La segunda fuente son las luces de terremoto, cuya existencia es controversial para algunos investigadores, pero otros han buscado explicarlas. Algo que hoy se sabe es que estas EQL son resultado de la interacción de las cargas eléctricas que hay en el subsuelo y que siempre están presentes gracias a la composición mineral de éste.
El suelo está compuesto por distintos materiales, en algunos lugares existen las rocas ígneas (cuyo origen es el enfriamiento del magma), las cuales tienen un contenido muy rico en minerales y se prestan a la combinación eléctrica.
Ejemplo de éstos son los ferromagnesianos, cuya interacción con el agua subterránea y el movimiento natural del terreno generan corrientes eléctricas naturales, las cuales siempre están presentes.
El investigador, quien es jefe del Servicio Magnético de la UNAM, explica que a veces, cuando no hay ningún terremoto, estas cargas eléctricas llegan a acumularse y se distribuyen en el subsuelo, es decir, se van reacomodando sin que sean perceptibles por la población. En general se les conocen como corrientes telúricas.
Sin embargo, este tipo de fenómeno eléctrico a veces toma un giro diferente cuando estas cargas eléctricas se acumulan en gran volumen hasta alcanzar una masa crítica. Ésta, al combinarse con un movimiento repentino (como podrían ser las ondas superficiales de un sismo, una agitación del suelo por un deslave abrupto o algún otro tipo de colisión), provoca que las cargas responsables de la corriente eléctrica se sacudan y liberen su energía en forma de luz.
“He visto que la gente cree que es una especie de gas el que sale expulsado, pero comprendamos que es un fenómeno eléctrico, que en el momento en que se libera este plasma, estas cargas generan algo que llamamos romper la rigidez dieléctrica de la atmósfera, es decir, es tanta la carga de partículas positivas que en cuestión de segundos cambian las propiedades eléctricas de la atmósfera y hay emisión de luces”, explica.
Agrega que la atmósfera es neutra, no conduce electricidad, salvo cuando se rompe esa propiedad dieléctrica. Por ejemplo, un rayo rompe esa propiedad, porque las nubes empiezan a acumular cargas eléctricas positivas y negativas. Cuando éstas se separan y la masa crítica de partículas es muy grande no es posible mantener esa energía, entonces sale en forma de rayo.
“Algo equivalente pasa en el momento en que la corteza terrestre acumula esa cantidad de energía y se combina con esta sacudida: rompe las propiedades dieléctricas de la atmósfera y esa energía halla un camino”, puntualiza el investigador.
Cabe destacar que si esas cargas eléctricas están en el subsuelo y no hay ningún movimiento, ahí permanecerán y se van a equilibrar eléctricamente sin el fenómeno lumínico.
Con un voltímetro es posible medir una diferencia de potencial en el suelo, lo cual es un indicativo de que hay cargas libres (positivas y negativas) que están constantemente moviéndose. En algunos tipos de suelo es más fácil medirla, como en aquellos que tienen muchos minerales conductores, como los basaltos y gabros.
Explica que, por ejemplo en zonas como la península de Yucatán, es probable que esto no sea fácilmente medible, ya que está compuesta por roca blanca, caliza (carbonato de calcio), que proporcionalmente tiene una pobre composición de minerales ricos en fierro.
Ahora bien, hasta el momento no existe evidencia de que estas luces aparecen antes de un sismo, aunque el maestro Hernández menciona que se ha estudiado el hecho de que gases inertes, como el radón, son susceptibles de salir por las fracturas que existen en el suelo antes de un terremoto al combinarse con el oxígeno y generar fenómenos luminosos más locales.
Aunque han surgido algunos estudios que buscan explicar estas luces de terremoto, señala que aún hace falta mucho por estudiar y conocer este fenómeno, por lo que es mejor informarse en fuentes confiables como el Servicio Sismológico Nacional.
“He encontrado en la literatura algunos artículos en donde afirman que estas luces pueden ser predictoras de un sismo; los he leído y no tienen una información contundente que nos diga que ocurren poco antes de un sismo, no está comprobado. De hecho, algo que sabemos, que el mismo Servicio Sismológico Nacional siempre nos hace la aclaración, es que hasta la fecha no se puede predecir un sismo. Además, ciertamente este fenómeno puede darse sin que haya un sismo fuerte asociado”, concluye el investigador.
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