03-01-2020
Por Isabel Pérez/Luz Oliva, Ciencia UNAM-DGDC
La intolerancia a la lactosa es una afección también llamada “absorción insuficiente de la lactosa”.
Se trata de un trastorno gastrointestinal relativamente común manifestado por distensión, aumento en los ruidos intestinales, producción excesiva de gases y hasta diarrea. Es ocasionada por una mala digestión de lactosa.
Para saber si existe digestión deficiente de lactosa y si se es intolerante, es necesario realizarse diversos tipos de estudios. Por ejemplo, la medición de hidrógeno en aire espirado después de consumir una cantidad de lactosa (generalmente 25 gr) o la cuantificación de xilosa en orina de 5 horas después de administrar un compuesto a base de galactosa y xilosa que requiere, para su absorción, del efecto de lactasa.
Afortunadamente, no hay una afectación directa en la salud por esta situación, las personas que son hipolactásicos, es decir, que tienen menor cantidad de lactasa, con que dejen de consumir lácteos es suficiente para detener las molestias.
“En México tenemos una genética especial en cuanto a la producción de la enzima lactasa; y un porcentaje variable de la población, aproximadamente 30 por ciento, tiene menos cantidad de lactasa y por lo tanto, digiere de manera incompleta la lactosa”, señala el especialista.
Quienes padecen intolerancia a la lactosa podrían tener una digestión deficiente, es decir, la lactosa no se digiere correctamente por una enzima que normalmente se produce en las células del intestino delgado llamada lactasa.
La lactosa, añade, se encuentra en la leche y sus derivados, y la intolerancia a ésta se debe entender como una serie de problemas o molestias que se ocasionan cuando se ingieren alimentos elaborados con lácteos.
La lactosa es un disacárido, un azúcar que consta de dos moléculas: glucosa y galactosa; esta clase de azúcar es el principal hidrato de carbono de la leche, explicó Luis Federico Uscanga, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM.