La pesca en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno

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  La zona pesquera denominada Pacífico Norte es la mejor organizada en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno. Hay cooperativas que desde el desarrollo endógeno, son ejemplos de calidad e innovación. Su gran mercado es el asiático.

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  Las cooperativas de producción pesquera de la zona Pacífico Norte, cuentan con una amplia organización y se caracterizan por su preocupación social y ambiental.

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  En la zona de la Laguna y esteros de San Ignacio, los pescadores del campamento El Dátil limpian con esmero el producto de una jornada laboral. La falta de instalaciones, les obliga a realizarlo en plena playa.

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  Miles de conchas del callo de hacha y almeja Catarina, entre otras, se amontonan en medio de las dunas que rodean la Laguna y los esteros de San Ignacio. Se crea así un paisaje singular.

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  En la zona de la Laguna Ojo de Liebre se llevan a cabo labores de monitoreo de la almeja mano de león. Hasta la mortandad de esta especie, en mayo de 2011, fue la captura más importante tanto en cantidad como en valor económico de la zona. Hoy, aún no se conocen los motivos a su extinción.

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  La desaparición de la almeja mano de león ha puesto en jaque al sector pesquero de la Laguna Ojo de Liebre. El cierre de pescaderías en la localidad de Guerrero Negro es el síntoma más visual de esta crisis económica. La alternativa, la almeja concha espina, aún crea reticencias en el mercado asiático.

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  Pescador cooperativista del Estero de La Bocana (municipio de Mulegé). Trabajar para una cooperativa de la zona Pacífico Norte es un privilegio. Hay lista de espera.

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  Pescador de Bahía Tortugas (municipio de Mulegé). En la Reserva existen los pescadores jornaleros y los permisionarios. La calidad de vida de ambos varía considerablemente.

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  En la zona pesquera denominada Golfo o Santa Rosalía, las lanchas se apilan en las calles esperando una nueva belle époque en la captura del calamar gigante. Esta especie abundó frente a la costa rosalina hasta el azote del huracán Jimena, en 2009.

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  Santa Rosalía cuenta con patrimonio industrial del siglo XIX. En esta localidad, la mina y la pesca son las alternativas laborales. Cuando la primera cierra, la gente vuelve al mar.