26-02-2020
Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
La nutrición acuícola tiene dos objetivos fundamentales: se aplica a cultivos con fines de producción de crustáceos, peces, moluscos para la alimentación de los humanos y también es útil para lo que hoy se denomina acuarofilia, es decir, para darle alimentos a los peces que son criados en un acuario.
Además, está enfocada en generar los modelos y verificar todos los ingredientes que son realmente digeribles por un organismo; tiene un carácter científico, pero también una aplicación económica, pues al ser parte de la acuacultura, aporta conocimiento que es útil para las grandes compañías de alimentos.
En la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias de la UNAM, ubicada en Sisal, Yucatán, desde hace algunos años llevan a cabo una línea de investigación enfocada al estudio de la nutrición acuícola.
La doctora Martha Gabriela Gaxiola Cortés, responsable de estos proyectos, destaca que en esta área de estudio se tienen que desarrollar aspectos relacionados con procesos industriales para generar ingredientes que sean aceptables por los organismos, los cuales además tienen que incluir el concepto de sustentabilidad, es decir, que no estén desgastando a los ecosistemas.
La nutrición acuícola investiga el efecto de alimentos e ingredientes convencionales y alternativos en las respuestas fisiológicas, bioquímicas y nutrimentales de especies de peces, crustáceos y moluscos de interés comercial. Busca el desarrollo de nuevas formulaciones alimenticias, su valoración nutritiva a través de su composición química, su comportamiento en el medio acuoso, así como estudios relacionados con biodigestibilidad de nutrientes y alimentos para organismos acuáticos.
En la nutrición acuícola, en especial, el principal ingrediente que sostiene la acuacultura es la harina de pescado, que sirve para dar de comer a peces en cautiverio y que se obtiene de grandes cardúmenes de sardina, de arenques o de peces. Sin embargo, éstos se han visto disminuidos al haber una extracción para producir dicha harina.
Desde hace varios años distintos investigadores han trabajado en tratar de quitar la harina de pescado como uno de los alimentos principales de la acuacultura, lo cual, de acuerdo con la doctora Gaxiola Cortés, es muy difícil porque es un ingrediente multipotencial, es decir, tiene un alto perfil proteico, cierta cantidad de grasa, complejo B y una composición mineral adecuada.
Una propuesta en la que trabaja la doctora Gaxiola Cortés para sustituir la harina de pescado consiste en regresar a los productores primarios del medio marino, por ejemplo, las microalgas y analizar su valor nutricional.
Al respecto, explica que gracias a que se han hecho distintas investigaciones para analizar el potencial de las microalgas como biodisel se generaron los biorreactores, sin embargo, resulta muy caro obtener el combustible, por lo que las grandes compañías están volteando a ver el uso nutricional de estas microalgas.
En la actualidad, existen algunos trabajos usando microalgas en polvo, se les extrae toda el agua y se concentran para darlas como alimento a los camarones, sin embargo, la universitaria explica que no se puede hacer la sustitución total por el momento porque se ha observado que los animales no crecen bien.
Asimismo, en la acuacultura se había avanzado en dar microalgas purificadas en polvo, pero tienen barreras para la digestión empezando por la pared celular y algunas tienen toxinas.
La doctora Gaxiola recomienda analizar su uso para saber cuáles podrían ser útiles para aplicarse a la acuacultura, así como separar por métodos químicos o físicos los componentes de las microalgas para ver la fracción proteica, la fracción lipídica, el complejo B, los esteroles y los pigmentos que son las moléculas de las que están constituidas las microalgas. Posteriormente modificarlas, caracterizarlas perfectamente bien y hacer los ensayos para ver si se logra la sustitución total de la harina de pescado.
Por lo tanto, dice, se debe trabajar en esta línea durante los próximos 10 o 15 años para dejar de extraer los peces de los océanos y buscar recuperar los ecosistemas.
En los peces también se han dado distintos problemas por la nutrición. Uno de ellos se presenta cuando se sustituye la harina de pescado que tiene entre 50 y 70% de proteína, por algunas pastas que sólo proporcionan alrededor de 35 o 45% de ésta.
Además de que la composición aminoacídica es deficiente, por lo que cuando se le suministran estas pastas consistentemente el animal ya no puede sintetizar su propia proteína a las tasas que lo necesita hacer y crece menos.
Asimismo, esas fuentes de proteína vegetal tienen muchos factores nutricionales que bloquean a las enzimas digestivas, sobre todo la pepcina en el caso de los peces y las proteasas como la tripcina, en los camarones, y no digieren bien el alimento.
En los camarones la deficiencia de omega 3 tiene repercusiones en aspectos de la reproducción, ya que se ha visto que no se desarrollan bien las gónadas. Además de que los camarones si no consumen colesterol en su dieta no pueden sintetizar la hormona de la muda que es la que les ayuda a mudar, es decir, cambiar su exoesqueleto y poder crecer.
Los dos criterios fundamentales con los que se decide la eficiencia de una formulación son: supervivencia y crecimiento, el cual incluye longitud y peso.
“En la actividad acuícola eso es lo que van a sacar de la producción los productores, la biomasa, es decir, cuántos kilos tengo. La biomasa es la combinación del número de supervivientes por su peso, luego por hectáreas, entonces, a ningún productor le va a convencer una formulación en donde no tengo el mejor crecimiento”, señala.
Entre los primeros trabajos que realizó la doctora Gaxiola Cortés en el ámbito de la nutrición acuícola, además de la nutrición de diversas especies de camarones peneidos, se encuentra el conocer el sistema digestivo de la especie Octopus maya rojo del Caribe. Así, iniciaron por identificar qué podía comer este animal, cómo podían darle el alimento y cómo aprovechaba el alimento, entre otros aspectos.
En el caso de los peces, algunas especies con las que ha trabajado consistentemente son el róbalo blanco, el mero rojo del Caribe y el pargo canané, que son especies locales.
En cuanto al róbalo blanco señala que se han realizado varios trabajos de investigación para conocer la nutrición en esta especie, desde juveniles tempranos, con alimentos de los cuales se hicieron pruebas a nivel piloto comercial. El problema con esta especie es que no es tan consistente como para que haya productores que quieran instalar una industria.
“Hace 15 años que llegamos aquí no querían ni saber del asunto, ahorita empiezan porque se está acabando la pesquería en la zona; hay pesca furtiva en época de veda y eso provoca problemas”.
Agrega que el mero rojo del Caribe y el pulpo son dos especies que son emblemáticas de la pesquería yucateca, las cuales se exportan a Estados Unidos y Europa; sin embargo, está disminuyendo su pesca, lo cual ha puesto en alerta a los pescadores; como parte de un trabajo en la unidad Sisal de la UNAM, la doctora y sus colaboradores están investigando la reproducción en cautiverio de ambas especies.
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