19-01-2018
Por Carla Torres, Ciencia UNAM, DGDC
Todos los días Gloria, a sus 36 años, se levanta a las cinco de la mañana, se baña, despierta a su marido, prepara a los niños para la escuela, deja lista la dosis diaria de medicamentos para su madre y les da desayuno a todos. Con el tiempo encima, corre para llegar a tiempo a su trabajo en una oficina.
A su salida, recoge a sus hijos de la escuela, atiende a su madre, lava la ropa, ayuda a los niños con las tareas escolares y prepara la cena. Finalmente, pasadas las 11 de la noche intenta dormir. Al día siguiente será la misma rutina.
Gloria, como muchas mujeres, es una cuidadora víctima del descuido de los demás. Se entiende como cuidado a la acción de preservar, conservar, ayudar o asistir a uno mismo o a un ser vivo con la finalidad de mantener su bienestar.
Aún en la sociedad actual es común observar que regularmente quien se encarga de los cuidados en el hogar y la familia es la mujer, pues suele adjudicarse como algo “natural”, señala la doctora Marta Lamas, investigadora adscrita al Programa de Estudios de Género de la UNAM.
“El problema es que el mandato de la cultura designa a este tipo de trabajo como el que le toca a las mujeres. El trabajo de cuidados sí es muy desgastante, pero tiene gratificaciones, ellas sí piden una gratificación emocional haciendo este trabajo, y es esto, más el mandato de la cultura, lo que hace que muchas mujeres tomen este trabajo sin cuestionar que habría una responsabilidad por parte de la sociedad de organizar de otra manera más colectiva el cuidado”, agrega la antropóloga.
Si bien la investigadora señala el trabajo en conjunto por parte de ambos géneros, existen mujeres que no aceptan apoyo por parte de sus parejas o externos, porque consideran que sólo ellas pueden hacer bien el trabajo de cuidado.
En este sentido, la maestra Marta Clara Ferreyra, integrante del Seminario “Movimientos e Instituciones” en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, señala que las sociedades contemporáneas denigran o han quitado importancia a los cuidados, porque se ha considerado que es una obligación natural de las mujeres.
La división sexual del trabajo es una compleja organización de las tareas. Las responsabilidades y las obligaciones que dividen el mundo están intrínsecamente relacionadas con la construcción social de géneros, en donde se destaca la división sexual del trabajo que señala a las mujeres como quienes mantienen la vida y el espacio doméstico y a los hombres de la previsión de fondos y la defensa.
“Es necesario que los hombres den el paso hacia el mundo de los cuidados, no como ayuda a la mujer, sino porque es parte de sus responsabilidades humanas.; cambiar la sobrerepresentación de los hombres en el espacio público y disminuir la sobrerepresentación de las mujeres en lo doméstico”.
El fenómeno es complejo porque a pesar de que se entiende la construcción del sistema relacional, donde ambas partes están funcionando a la par, las mujeres se han enfocado en hacerlo solas, por lo que –resalta- es necesario aprender a soltar y a dejar entrar a los varones. La contrucción de la sociedad debe ser un camino en paralelo entre hombres y mujeres, en todos los espacios.
El Gobierno de la Ciudad de México ha impulsado el tema por medio del libro “El descuido de los cuidados. Sus consecuencias en seguridad humana y desigualdad laboral”, una publicación que recopila información de diversas expertas con el objetivo de incidir en la creación de políticas públicas que beneficien a las cuidadoras.
Amalia Dolores García Medina, secretaria del Trabajo y Fomento al Empleo de la Ciudad de México, opina que no hay una demanda ciudadana y tampoco gobiernos que incluyan en la agenda política este tema.
“Se requiere de una ciudadanía que lo empuje, que proteste; se requieren funcionarios públicos que entiendan de qué va el tema y que lo pongan en la agenda. No hay un solo camino, se necesita empujar desde abajo y desde arriba para que suceda, pero sin una protesta ciudadana no se va a avanzar. El tramo que se tiene que recorrer para garantizar los cuidados es todavía muy grande”, comentó en entrevista con Ciencia UNAM.
En la historia de la humanidad, los trabajos de cuidado no han sido reconocidos como un trabajo, ya que se parte de una concepción de que lo que no se paga económicamente, no se reconoce como tal; sin embargo, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los trabajos de cuidado equivalen aproximadamente al 24 por ciento del Producto Interno Bruto, lo que muestra la importancia de que se reconozca su valor y de las tareas que se realizan en el hogar.
- La Constitución de la Ciudad de México, en sus artículos 9 y 10, reconoce el derecho de todas las personas a los cuidados. Las personas cuidadoras también tienen derechos, por lo que requieren de medidas y de una visión que desarrolle políticas públicas integrales.
El libro publicado por el Gobierno de la Ciudad de México, la Secretaría del Trabajo y el Consejo Económico y Social, también incluye la colaboración de investigadoras como Martha Lamas, Marta Clara Ferreyra, como María Edith Pacheco, Coordinadora Académica del Doctorado en Estudios de Población del Colegio de México (COLMEX); Lucía C. Pérez Fragoso, integrante del Grupo de Género y Economía en América Latina; y Ana Ruth Escoto, Doctora en Estudios de Población por el COLMEX.
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