06-11-2017
Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM, DGDC
Al sur de la Ciudad de México e inmersa en la Ciudad Universitaria, se encuentra la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA), en cuyas 237 hectáreas de extensión es posible encontrar una alta biodiversidad de la cuenca de México, pues aquí habitan especies nativas de flora y fauna.
De acuerdo con el Atlas de Riesgos de la REPSA 2016, es una reserva natural de carácter urbano y “uno de los últimos relictos del ecosistema del Pedregal al sur de la Ciudad de México”.
A pesar de los beneficios que ofrece (ecológicos, de investigación, culturales y de provisión de diversos servicios ambientales), existen distintos riesgos ambientales que afectan a este ecosistema. Uno de ellos es la introducción de especies exóticas.
El Atlas de Riesgos de la REPSA señala que “los términos exótico, introducido o no nativo se refieren a una especie que se encuentra fuera de su área de distribución original o nativa (histórica o actual), la cual no está acorde con su potencial original de dispersión y que llegó ahí por acciones humanas directas o indirectas”.
- Algunas de las especies exóticas que han sido registradas en la REPSA son ranas, tortugas, ardillas, perros y gatos, principalmente. Todos, animales que han sido abandonados en la reserva, modificando la flora y la fauna del lugar.
Una parte de estas especies exóticas e invasoras son fauna feral, es decir, animales que eran domésticos, principalmente perros y gatos, que regresaron a la vida salvaje o silvestre, explicó el biólogo Guillermo Gil Alarcón, responsable de Protección y Manejo de Flora y Fauna de la REPSA.
“Estos animales llegan a la Reserva al ser abandonados por sus dueños. La gente cree que como es un área verde aquí los pueden dejar; estos animales sufren mucho, sobre todo perros y gatos que son mascotas. El perro callejero es uno, es terrible, pero el feral es peor debido a que llegó a ese punto por la desidia de las mismas personas”, señaló.
La presencia de fauna feral en la REPSA trae consigo varios impactos negativos. Por ejemplo, modifican la conducta de la fauna nativa, la cual se desplaza y reduce, además de que transmiten enfermedades que pueden diezmar a las poblaciones. Por lo tanto, se considera que los perros y gatos ferales representan un riesgo de salud pública en Ciudad Universitaria.
Fauna nativa de la REPSA
Gil Alarcón explicó que esta problemática también se presenta en muchas áreas protegidas del país y, en general, de todo el mundo. En México la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) otorga los permisos de remediación de fauna feral para controlar aquellas especies que se tornen perjudiciales para el ecosistema, en este caso los perros y gatos.
“Todos los manejos que hacemos están bajo permiso de la SEMARNAT y son supervisados. Es costoso porque todo el manejo se hace con criterios y estándares muy altos para que los animales no sufran. Todo lo que se tiene que hacer lo paga la Universidad”, dijo.
- Cada año se abandonan en Ciudad Universitaria entre 40 y 80 perros.
El manejo para capturar perros ferales consiste en la colocación del cebo, la administración de fármacos para la anestesia del animal, la ubicación de las trampas y la participación del personal que trabaja en dichas maniobras. Cabe destacar que el permiso otorgado por SEMARNAT para control de esta fauna permite sacrificar todos los perros ferales que son capturados.
“Sería una irresponsabilidad sacarlos y darlos en adopción, porque son animales que no han estado vacunados, que comen, cazan y pelean con otros animales silvestres y existe el riesgo de que tengan una enfermedad, y si se llevan a un albergue o se intentan rehabilitar y conviven con otro animal, a lo mejor ahí está el vector de algo que no vamos a poder controlar”, señaló.
Dos de las especies nativas que son mayormente atacadas por perros ferales, son el cacomixtle y el tlacuache. La conducta que se ha observado es que no se los comen, sino que sólo los matan.
Los perros ferales son nocturnos principalmente, cazan conejo y ardillones, y completan su dieta con fauna nativa y desperdicios de humanos, lo cual ocasiona un daño al ecosistema. El biólogo Gil Alarcón explicó que son perros muy inteligentes, a diferencia de uno doméstico, que es dependiente completamente, pues los ferales son autónomos, cuidan sus espacios y están organizados, es decir, tienen líderes.
"Son animales cuya conducta es atípica, están completamente negados a la responsabilidad de la tenencia humana, a consecuencia del abandono humano y la indiferencia. Toman un camino ajeno, sin supervisión y se las arreglan de la manera más lógica, que es la silvestre”, puntualizó el universitario.
En cuanto a los gatos, en 2008 se estimaba que había alrededor de 400 de ellos en el campus universitario. El gato feral es un cazador más sigiloso y sistemático que el perro, además de que diezman a las poblaciones, pues va acabando con aves, lagartijas y ratones.
Para el biólogo Gil Alarcón, el abandono de estos animales es un grave problema social, del cual forman parte las personas que abandonan a sus mascotas, las autoridades, las organizaciones protectoras de animales y los propios universitarios o vecinos del lugar que los alimentan, gracias a lo cual pueden sobrevivir más tiempo en un hábitat al que no pertenecen.
“En el mundo se multa a quien alimenta animales silvestres y aquí todavía cualquiera lo hace sin ningún problema. En los países y las ciudades con problemas de tanta desigualdad, está íntimamente involucrada la falta de recursos con las poblaciones de perros sin control reproductivo”, puntualizó.
Desde hace algunos años, la UNAM ha buscado enfrentar este problema. En 2011 creó la Patrulla Ecológica para llevar acciones de control y mitigación y evitar que diversos riesgos ambientales, como la introducción de especies exóticas, provoquen la extinción de las especies nativas.
- De acuerdo con el actual Atlas de Riesgos de la REPSA, de 2012 a noviembre de 2016, se han capturado 76 perros ferales, 51 perros de libre rango y 41 gatos dentro de las áreas de la reserva.
En materia de protección animal el doctor César Nava Escudero, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, analizó qué especies deben protegerse dentro de la REPSA, si los cacomixtles y los tlacuaches (fauna nativa) o los perros y gatos (fauna feral). Toda vez que la supervivencia de los primeros se ve atacada por los segundos y estos últimos sobreviven gracias a que han logrado permanecer en la reserva.
En su libro Debates jurídicos ambientales sobre los derechos de los animales plantea que para evaluar qué derechos tienen mayor peso, si los de la fauna nativa o la feral, hay que considerar la “situación específica o circunstancia particular en la que se encuentran estas especies”.
Es decir, considera que los animales nativos son parte de un ecosistema único y ejemplar, que les pertenece y les es propio. A diferencia de la fauna feral, cuya presencia es producto del abandono y representan un riesgo para la supervivencia y el bienestar de la fauna nativa.
Para evitar este tipo de conflictos, concluye, lo prioritario es implementar mejores mecanismos de concientización entre la población para que no abandonen a los animales. Antes de adoptar un animal, es mejor evaluar si uno está en condiciones de ofrecerle los cuidados que requiere a lo largo de su vida.
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