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Crisis de la niñez migrante

Entre 2001 y 2006 aumentó a 163% el número de niños migrantes en la frontera norte de México. Imagen: Erika López.

25-09-2014

Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM



La violencia en sus distintas expresiones, desde la familiar, la social, la política o la escolar, es una de las principales causas de la migración infantil.

A pesar de que los niños y niñas abandonan el lugar de origen en busca de una mejor vida, es probable que durante el viaje se violenten los derechos esenciales de todo niño, como tener una familia, educación, salud, protección y alimentación.

Esta problemática ha planteado la creación, rediseño y puesta en práctica políticas públicas y acuerdos entre países para garantizar la protección de estos menores, coincidieron especialistas  en el Cuarto Seminario Permanente de Investigación sobre Migración México-Canadá-Estados Unidos, que se llevó a cabo en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

Fenómeno visible

La migración de infantes y adolescentes no acompañados ha cobrado visibilidad desde finales de los años noventa. Esta población está integrada por menores de entre 12 y 17 años de edad. Uno de los problemas a los que se enfrentan es la vulnerabilidad ante grupos dedicados a la trata de personas y otras organizaciones criminales.

Tan sólo en la frontera norte entre 2001 y 2006 hubo un aumento de 163% de esta población, mientras que en ambas fronteras la atención de estos menores en albergues del DIF se incrementó en 96 por ciento. Asimismo, durante la década de 2001 a 2011 153 mil 209 niños y niñas menores de 18 años fueron deportados de Estados Unidos a su lugar de origen.

De acuerdo con la doctora Silvia Ramírez Romero, del organismo no gubernamental Caminos Posibles: investigación, capacitación y desarrollo, el tema de niñez migrante no acompañada ha conducido a la necesidad de profundizar en un análisis cuantitativo y cualitativo que permita una mejor comprensión de esta realidad social, cultural, económica y política. Agregó que las dinámicas de procesos migratorios para cruzar las fronteras territoriales colocan a esta población en una situación de vulnerabilidad social e indefensión para garantizar la protección de sus derechos.

Reconoció que aunque se ha avanzado en el debate y acuerdos sobre algunas definiciones y caracterizaciones sobre niñez migrante, es necesario saber cómo hacer operar estas acciones concretamente en apoyo de estos niños y adolescentes que provienen de regiones pobres y experimentan condiciones migratorias de alto riesgo.

El objetivo –dijo– es reconocerlos desde su vulnerabilidad y hacer prevalecer el interés superior del niño, respetar su identidad y garantizarle sus derechos dentro y fuera del territorio de origen.

La doctora Soledad Álvarez Velasco, del Kings College de Londres, señaló que en la frontera sur de México existen 13 puntos de revisión oficial frente a más de 200 entradas informales, por lo que estos ingresos clandestinos son utilizados por redes de traficantes (conocidos como coyoteros), tratantes de personas y narcotraficantes, entre otros. Agregó que los migrantes a lo largo de la ruta clandestina que recorren, son víctimas de alguna forma de violencia que en la mayoría de los casos queda impune, además de que transitan sin amparo estatal.

La especialista en niñez migratoria explicó que Ecuador es el país sudamericano del que más niños y niñas menores de 17 años son detenidos y deportados desde México; del total de estos más de 70 por ciento lo hace de manera no acompañada.

Por su parte la maestra Gabriela Morales, del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, señaló que la crisis de la niñez migrante es algo que ya se venía denunciando por las organizaciones de la sociedad civil desde hace algunos años y la respuesta que se ha tenido ante esta problemática es un aumento en el control y deportación de estos niños. Así, explicó que es importante diferenciar que la verdadera crisis surge en los países de origen y no en la frontera sur de Estados Unidos.

“Muchos de estos procesos de migración tienen que ver con la reunificación familiar, pero también con el desarrollo social, porque al blindarse la frontera de Estados Unidos con México y no permitir esa migración circulatoria que permitía que los padres pudieran tener algún tipo de contacto con sus hijos, estos lazos se rompen y sí hay una idea de reunirse con los padres, pero también de tener alguna alternativa de vida. Esto tiene que ver con la ausencia de desarrollo social en estos países”, concluyó.

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