25-10-2013
Por Miriam Maltos, DGDC-UNAM
En nuestro país los jóvenes enfrentan una brutal desintegración social e institucional, aunada a una gran vulnerabilidad generada por diversas causas. La escuela dejó de ser un mecanismo de ascenso social, el empleo se ha reducido, la informalidad aumenta y persiste la exclusión cultural.
Además, hay un gran número de madres solteras y desatención en el núcleo familiar, lo que significa que los aspectos más elementales que deberían aprenderse en la familia se aprenden distorsionados en otros sitios.
A raíz de una investigación que comenzó con el estudio de las bandas en la Ciudad de México y se extendió a construir una perspectiva más clara de los jóvenes, Héctor Castillo Berthier, sentó las bases de Circo Volador, un espacio de intervención con jóvenes en situación de violencia, el cual permitía tomar la cultura juvenil como un medio de integración social a través de lenguajes comunes.
La visión de esta propuesta se aleja de las problemáticas juveniles para enfocarse a las habilidades y deseos de expresión de este sector de la población, explicó el investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
“Nunca trabajamos sobre problemas, lo hicimos sobre habilidades y potencialidades. Les reafirmamos que sus sueños valen, sus habilidades pueden ser utilizados y sus potencialidades desarrolladas. Era una dinámica completamente diferenciada de acercamiento con estos grupos, no nada más es reconocerles su identidad es, sobre todo, generar esta empatía para saber que si se pueden hacer cosas colectivas”, indicó el sociólogo.
En 2004, la ONU (UN-HABITAT) les otorgó un reconocimiento por ser una de las mejores prácticas sociales del mundo, lo que propició que se diera a conocer el proyecto en diversos países. Esto también motivó a la creación de la Unidad de Estudios sobre la Juventud en el Instituto de Investigaciones Sociales.
La Unidad de Estudios sobre la Juventud tiene como objetivo el establecimiento de Modelos de intervención con jóvenes en situación de violencia, por ello comenzamos a diseñar herramientas metodológicas del asunto, expuso el especialista.
“Estamos próximos a publicar una guía de metodológica de experiencias exitosas en modelos de intervención con jóvenes en situación de exclusión social y riesgo de violencia. Este trabajo mostrará el paso a paso y ofrecerá todas las herramientas de la experiencia de los modelos de intervención”.
Hoy, el Circo Volador tiene como objetivo, literalmente, buscar demostrar que una acción social positiva puede tener efectos directos en la comunidad. Se trata de definir mediante actividades inter y multidisciplinarias, paralelas al trabajo de recreación, modelos de Intervención social con jóvenes en situación de violencia que puedan ser adaptados a las condiciones de la comunidad a atender.
“Durante 2010 y 2011, estuvimos trabajando en Brasil en tres ciudades aplicando el modelo y funcionó. El año pasado me pidieron regresar a México, en donde estuvimos trabajando en 12 entidades, entre ellas Tijuana, Ciudad Juárez, Nogales, San Luis Potosí, Iztapalapa y Chalco.”
Otro ejemplo de aplicación del modelo son las Fábricas de Artes y Oficios, conocidos como Faros, creados en 1997 como estrategia de gobierno del Distrito Federal.
El académico universitario puntualizó que no está tan seguro de si se puede hablar de un impacto de cambio, pero las cosas que han sucedido le permiten mantener la esperanza de que sí se puede hacer algo y que vale la pena hacerlo.
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