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Interculturalidad en la salud

La medicina tradicional, un elemento importante en la interculturalidad.

03-09-2020

Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC

Al conjunto de conocimientos y tradiciones que caracterizan a un pueblo o sociedad se le llama cultura. En 1871, el antropólogo Edward Burnett Tylor la definió como un conjunto de conocimientos, creencias, artes, moral, leyes, costumbres, y cualesquiera otras actitudes y hábitos adquiridos por el humano como miembro de la sociedad, transmitiéndose de una generación a otra.

Basándose en esta definición, podemos decir que existen dos tipos de cultura médica en Latinoamérica: una, es la que ya conocíamos antes de la Conquista española y que subsiste hasta la actualidad; la otra, es la que marca la entrada de la medicina europea al continente americano que al mismo tiempo, significó una transmisión sociocultural con características históricas. 

Así lo señaló Roberto Campos Navarro, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, en la conferencia Interculturalidad en el ámbito de la salud: experiencias en América Latina. Interculturalidad, dijo, son las actitudes y relaciones de las personas o grupos humanos de una cultura con respecto a otro grupo cultural, a sus miembros o a sus rasgos y productos culturales. 

En ese sentido, existen dos tipos de interculturalidad: una negativa, entendida como una serie de actitudes y relaciones destructivas de una de las partes, así como actitudes y relaciones que conducen a la disminución de una de las partes creando dependencia. 

Interculturalidad negativa y positiva 

Durante el seminario “La salud y la enfermedad en el marco de lo social y lo cultural: La salud y su construcción sociocultural: miradas interdisciplinarias”, organizado por la Escuela Nacional de Trabajo Social, destacó que un ejemplo de interculturalidad negativa fue la de Hernán Cortés, cuando el 13 de agosto de 1521, decidió destruir el Recinto Sagrado de los mexicas en Tenochtitlán, y deshacerse de todas las construcciones y pirámides dedicadas a Tláloc, Huitzilopochtli y Quetzalcóatl para conformar la nueva Ciudad de México. 

En tanto, “la interculturalidad positiva es considerada como una actitud y una relación de simple tolerancia, es decir, ambas partes se aguantan sin perjudicarse, pero no hay mutua aceptación. Se da un respeto y entendimiento, que, en todo caso, significaría un enriquecimiento cultural de ambas partes”, acotó. 

En el evento que se llevó a cabo vía streaming, habló también sobre la interculturalidad en salud, la cual definió como la capacidad de moverse equilibradamente entre conocimientos, creencias y prácticas culturales diferentes respecto a la salud y la enfermedad, la vida y la muerte; el cuerpo biológico, social y relacional. Son percepciones que pueden ser incluso, contrapuestas. 


Medicina tradicional y la salud pública 

“Existen dos vertientes de interculturalidad en la salud: las acciones cuyo propósito es la valoración de la medicina tradicional, su recuperación y uso en el sistema de salud pública, y las acciones de adecuación intercultural que pretenden adaptar el servicio institucional de salud a las creencias y prácticas de la población originaria”. 

Para Roberto Campos, la interculturalidad está enfocada también a la práctica y proceso relacional que se establece entre el personal de salud (médicos y enfermeras), y los pacientes y sus familiares, en el que ambas partes pertenecen a culturas diferentes, y en donde se requiere de un entendimiento recíproco para que los resultados del contacto, es decir, consulta o intervención, sean satisfactorios para las dos partes. 

En el caso mexicano, explicó, la fundamentación de esta interculturalidad se establece en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El artículo 1º, reformado en junio de 2011, establece que todos las personas gozarán de derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte. 

Salud, un derecho constitucional  

  • El artículo 2º constitucional señala que para abatir las carencias y rezagos que afectan a los pueblos y comunidades indígenas, las autoridades federales, estatales y municipales tienen la obligación de asegurar el acceso efectivo a los servicios de salud mediante la ampliación de cobertura del sistema nacional, aprovechando debidamente la medicina tradicional. 

El académico recordó que Hernán Cortés fue el primero en fundar un hospital en México (1524). Se trata del Hospital de la Purísima Concepción de María. Es el hospital más antiguo en América Latina y hasta el día de hoy continúa brindando servicio. Posteriormente, cambió de nombre al de Jesús Nazareno (1665), y actualmente lleva por nombre el Hospital de Jesús, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México.  

Es hasta el Siglo XX, en el año 1982, que una institución de salud en nuestro país como es el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), crea un hospital especial para la atención de comunidades rurales e indígenas llamado IMSS-COPLAMAR. 

“Fue en esta época que por primera vez, se dio una interacción positiva con médicos tradicionales, pues anteriormente no eran tomados en cuenta, estaban totalmente invisibilizados”, precisó. 

Recordó que a partir de 2010, la Facultad de Medicina de la UNAM, incorporó de manera obligatoria la materia de Antropología Médica e Interculturalidad en América Latina, donde se destaca la importancia de la medicina tradicional y ancestral, y sus grandes contribuciones hasta nuestros días. 


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