06-11-2018
Por Tania Trejo Baxin, Ciencia UNAM
“La divulgación de la ciencia en México es importante porque es una de las cosas que va a empujar al país; es el motor de la economía mexicana y nuestro recurso más valioso”, dice el astronauta José Hernández Moreno, en entrevista para el portal Ciencia UNAM.
Ir al Espacio fue un sueño que el astronauta Hernández hizo realidad; después de haber alcanzado esa meta, hoy tiene una nueva: hacer divulgación de la ciencia para inspirar a las nuevas generaciones a cosechar sus propias “estrellas”, sueños y logros.
José Hernández Moreno es reconocido como el primer astronauta en enviar mensajes desde el espacio a la Tierra en el idioma español, su lengua materna porque, aunque es originario de French California, sus raíces son michoacanas.
A José le vienen memorias de los sembradíos al otro lado de la frontera, donde en sus vacaciones de verano trabajaba con sus padres para ayudar a la economía familiar. Su infancia estuvo llena de carencias, por eso sus padres decidieron echar raíces en Estados Unidos en calidad de migrantes, para que él y sus hermanos pudieran tener una vida digna y una buena educación.
Con tan solo 6 años, el astrónomo José Hernández no medía su altura de la cabeza a los pies, siempre lo hacía mirando al cielo, pues soñaba con tocar las estrellas: quería ser como Neil Amstrong, el primer astronauta en pisar la Luna, pero sabía que para lograrlo tenía que estudiar muy duro.
Cursó la licenciatura en la Universidad del Pacifico de Stockton y después un posgrado en ingeniería electrónica y computación en la Universidad de California en Santa Bárbara; cuando terminó sus estudios universitarios trabajó en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, donde participó en el desarrollo de técnicas de análisis de imágenes en rayos X cuantitativas, que sentarían las bases del primer sistema de mamografía digital de campo completo para la detección temprana del cáncer de mama.
A los 30 años decidió continuar con su sueño; realizó por primera vez su examen a la NASA, pero no tuvo éxito. “Hice 11 veces más mi examen y finalmente me escogieron, por eso creo que no hay que darse por vencido porque todo es posible en la vida; ese es mi lema, se vale soñar en grande”, dice con gran convicción el ingeniero.
En 2004 fue aceptado en la generación 19 de astronautas de la NASA, pero tuvo que prepararse dos años más para poder participar en una tripulación. Después de aprender buceo, sobrevivencia en el mar, paracaidismo, entrenarse físicamente y mentalmente, así como memorizar los 18 sistemas del transformador, el 15 de julio de 2008 fue seleccionado como parte de la tripulación Discovery.
Él era el ingeniero de vuelo, la persona que debía saber las reacciones del transformador para prever cualquier accidente.
Para el doctor Hernández, un joven puede “alcanzar sus propias estrellas” si estudia arduamente y se propone una meta, crea un mapa para llegar a esa meta y sazona la ruta con las ganas y constancia, esa es la receta que le dio su padre.
Recientemente, el astronauta visitó México donde presentó la inspiradora conferencia “Cosechador de estrellas”.
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