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Especial Esquizofrenia: el trato a los pacientes

“La esquizofrenia no puede entenderse sin comprender la desesperación”.Roland Laing

13-06-2018

Por Leticia Monroy Valentino, DGDC-UNAM

Al principio eran sólo sonidos metálicos que se confundían con el ruido de su entorno, ahora son voces vidriosas que no denotan sentimiento alguno pero que no cesan de repetir frases de doble sentido que poco a poco se tornan obscenas y perversas. Otras veces las voces son de niños pequeños, de personas buenas y malas que le dicen qué hacer o no; también le habla Dios.*

Las alucinaciones auditivas son uno de los síntomas más característicos de la esquizofrenia, pero estas alteraciones también pueden afectar a los demás sentidos. Algunos pacientes han afirmado percibir olores nauseabundos, ver objetos y seres amenazantes, o bien que su cuerpo está infestado dentro y fuera de insectos u otros animales, esto último provoca que algunos se hieran para librarse de sus imaginarios huéspedes.

El término alucinación (percepción que no corresponde a ningún estímulo físico externo) fue propuesto por Jean Étienne Dominique Esquirol, a principios del siglo XIX. Este psiquiatra francés afirmó que las alucinaciones eran un fenómeno de origen cerebral que nada tenían que ver con los sentidos.

Esquiva e indefinible

Además de las voces que lo importunan a toda hora y en cualquier lugar desde que tenía 25 años, y que lo llevaron a vivir alcoholizado por mucho tiempo buscando evadir su ‘realidad’, ahora ve por todos lados figuras que se transforman en caras que se burlan de él.*


La esquizofrenia también se acompaña de otros síntomas como delirios y alteraciones de la conducta y el pensamiento. Debido a esto, durante siglos esta afección, que conjunta varios síntomas de otras enfermedades mentales, ni siquiera tuvo nombre.

A principios del siglo XX, el psiquiatra Emil Kraepelin enmarcó en el término demencia precoz los brotes psicóticos de los pacientes que presentaban problemas mentales a edades tempranas y los diferenció de otras formas de demencia; asimismo afirmó que el paciente con demencia precoz nunca se recuperaría de este mal crónico degenerativo, sentencia que en la actualidad ha perdido toda validez.

Lleva más de una década viviendo con esquizofrenia, periodo en el cual ha intentado quitarse la vida dos veces, sin embargo ha logrado dejar de beber, vive de manera digna en una institución asistencial y trabaja dibujando historietas, su talento le ha permitido participar en varias exposiciones.*



Con base en las aportaciones de Kraepelin, en 1911 Eugene Bleuler acuñó el concepto esquizofrenia para este trastorno. Este psiquiatra francés, quien vivió de cerca la esquizofrenia en un hospital para enfermos mentales, observó que lo común entre los enfermos era la ruptura con la realidad (escisión de la conciencia), etimológicamente ese es el significado de la palabra esquizofrenia.

Si bien a finales del siglo XVIII y principios del XIX las investigaciones y la clínica de las enfermedades mentales habían hecho aportaciones importantes para entenderlas mejor y por ende tratarlas –los padecimientos fueron considerados procesos que procedían de alteraciones internas y externas, los síntomas, las observaciones y las entrevistas con los enfermos ganaron terreno para establecer el diagnóstico.

Aún existían muchas interrogantes acerca de los factores que desencadenaban algunos de los síntomas de la esquizofrenia. Por ejemplo, los profesionales se preguntaban si las alucinaciones tenían su origen en los órganos sensoriales o en el cerebro y si siempre eran patológicas.

“Las enfermedades mentales son similares a las enfermedades físicas. No se desencadenan porque la persona sea mala o por haber llevado una vida fuera de las normas culturales. Al igual que cualquier otro padecimiento, la esquizofrenia no se busca ni se desea”. Dr. José Benjamín Guerrero López, Coordinación Clínica del Programa de Salud Mental, UNAM 

Fármacos, diagnóstico y terapias

El descubrimiento de los neurolépticos o antipsicóticos en la década de los cincuenta contribuyó a disminuir el número de internos en los hospitales psiquiátrico de todo el mundo, en muchos de los cuales, a pesar del avance en las disciplinas médicas, químicas, biológicas, asistenciales y sociales, se seguía violando las garantías y derechos individuales de los enfermos.

El primer antipsicótico o neuroléptico, la clorpromazina, fue descubierto por los médicos franceses Henri Laborit, Jean Delay y Pierre Deniker. Este medicamento demostró su eficacia en el control de los síntomas de la esquizofrenia (alucinaciones y delirios), aunque sus efectos secundarios fueron considerables.

Los antipsicóticos mejoran los síntomas debido a que actúan sobre el sistema dopaminérgico, el cual tiene un importante papel en la regulación de las emociones, el control de la motivación, la modulación de la percepción, así como en la organización de los comportamientos adaptativos lo que contribuye a reducir los síntomas de la esquizofrenia, sin embargo, suelen producir somnolencia y llegan a disminuir las reacciones ante estímulos ambientales,

Si se consideran los efectos clínicos de estas sustancias, se distinguen los neurolépticos de primera generación, asociados a efectos adversos neurológicos, y los neurolépticos de segunda generación, mucho mejor tolerados desde el mismo punto de vista.

Sus alucinaciones son menos frecuentes gracias a la medicación, y aunque éstas no remitan del todo está dispuesto a asumir su enfermedad.*

También en la primera mitad del siglo XX, se instauraron modelos de salud mental basados en la recuperación, para ello se recurrió a las psicoterapias, las cuales han demostrado su eficacia como complemento en la rehabilitación de los pacientes con esquizofrenia.

Entre ellas se encuentra la cognitivo-conductual, cuyo objetivo es contribuir a que el paciente identifique sus síntomas y a que proceda de manera adecuada cuando se presente alguna crisis. Asimismo, le permite mejorar sus relaciones sociales y desarrollar talentos y capacidades para valerse por sí mismo.

Otras terapias tienen como fin que los pacientes trabajen en talleres de pintura, cerámica, encuadernación, danza y expresión corporal (el trabajo con el cuerpo es muy importante porque muchas personas con esquizofrenia no aceptan su cuerpo, están retraídos física y emocionalmente). El trabajo creativo de estas personas les ha valido la exposición de sus obras y la comercialización de sus productos.

Como se mencionó con anterioridad, el trato que recibieron durante siglos los pacientes con esquizofrenia en la mayoría de los hospitales para enfermos mentales, más que ayudarlos los convirtió en seres vejados, discriminados y estigmatizados.

Después de la Segunda Guerra Mundial, se revelaron las condiciones de insalubridad, abuso y hacinamiento que privaban en estos establecimientos y se redactaron los primeros manuales para su diagnóstico.

En 1952, el Comité de Nomenclatura y Estadística de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense editó el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM-I). Sin embargo, a principios de los años setenta los criterios para el diagnóstico de la esquizofrenia aún eran poco confiables y confusos. Desde entonces se han propuesto y evaluado más de 40 criterios de diagnóstico para la esquizofrenia. El manual vigente hasta el año 2018 es el DSM-V.


* Paráfrasis de caso publicado en Voces del laberinto: historias reales sobre la esquizofrenia, de Ricardo Ruiz Garzón.


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