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Ojos y otros órganos sensibles a la luz

La “vista de águila” o el tercer ojo de los reptiles, son ejemplos de la variedad de órganos sensibles a la luz

14-05-2018

Por Claudia Juárez con información de Naixielli Castillo

La conocida expresión “vista de águila”  confirma la sorprendente  visión de las aves. Estos animales han desarrollado una alta sensibilidad a la luz ultravioleta y son capaces de utilizar esta habilidad para ver algunos colores en los plumajes de los machos cuando eligen pareja, o la luz UV que se refleja en la orina de sus presas.

Las aves, además, necesitan detectar a sus depredadores y evitar obstáculos cuando vuelan a gran velocidad. Por eso han desarrollado mejor visión que los humanos.

De ahí que la expresión “vista de águila” se use para referirse a su extraordinaria agudeza visual, precisa Carlos Balderas, doctor en biología y expresidente de la Sociedad Herpetológica Mexicana A. C.

El ojo es el órgano fotosensible más común, tanto en humanos como en muchas otras especies, aunque con sus particularidades para cada una.

Los insectos tienen ojos muy específicos, se llaman ojos compuestos. “Estos están formados por muchas unidades ópticas, cada una con su propio lente y sus propios receptores que les permiten recibir la luz, tanto visible como no visible, desde diferentes ángulos y ver movimientos extraordinariamente rápidos en imágenes de poca resolución y en forma de mosaico”, explica el académico de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM.

Mariposas, avispas, abejas y coleópteros, entre otros insectos, son capaces de ver la luz ultravioleta, la cual no es visible al ojo humano.

¿Y los que no tienen ojos?

Otras especies no dependen de estos órganos para reaccionar a los estímulos de la luz, pero pueden contar con sensores diferentes.

Por ejemplo, las euglenas, son protozoarios de una célula, que no tienen ojos pero sí cuentan con un organelo fotoreceptor, llamado mancha ocular.


Cuando la euglena fotosintética se encuentra en presencia de luz, puede sintetizar azúcares para alimentarse gracias a los cloroplastos con los que cuenta. Pero si se encuentra en la oscuridad, se alimenta además de bacterias y elementos en su medio circundante, detalla Carlos Balderas.

Otros animales como la planaria (gusanos planos) desarrollan dos estructuras pigmentadas llamadas ocelos, a manera de ojos. Los forman a partir de la piel y pueden percibir la luz visible, su intensidad y dirección.

Los vinagrillos, artrópodos parientes de las arañas, tienen un flagelo o estructura con forma de látigo, ubicado a manera de cola atrás de su cuerpo, que al parecer puede percibir la luz del día y se está estudiando para entender cómo funciona.

Una visión fuera de serie

Por su parte, los saurópsidos no-aves, antes llamados “reptiles”, tienen en su cuerpo extraordinarias adaptaciones para interactuar con la luz.

Además de sus ojos normales, muchas especies tienen un tercer ojo, llamado ojo pineal.

Esta estructura, consiste en una terminal nerviosa fotosensible, que, aunque no sirva para formar imágenes, tiene la función de sensar la presencia de la luz, lo que permite fijar los horarios de actividad de los animales a lo largo del año.

Sin embargo, un órgano sensorial único en el reino animal, son las fosetas o fosas termosensibles que tienen en la cara muchas especies de serpientes, como las víboras de cascabel, pitones y boas.


Estos extraordinarios órganos son capaces de percibir en la oscuridad la luz infrarroja emitida de sus presas o depredadores de sangre caliente, como aves y mamíferos.

Su increíble sentido, puede convertir el estímulo infrarrojo en una imagen térmica que se sobrepone con la visión ocular en el cerebro. “Esto los convierte en unos de los mejores cazadores del planeta”, asegura el también profesor de la DGDC.

Diferentes condiciones

En el fondo de los océanos o en las cavernas submarinas, la luz del Sol prácticamente no llega. Algunos peces que viven ahí han desarrollado la capacidad de emitir luz (bioluminiscencia).

Otras especies marinas cuentan con grandes ojos —capaces de percibir el mínimo destello—, mientras que otros organismos de las profundidades carecen de ojos porque no los necesitan; pueden guiarse en su medio con otras estrategias, por ejemplo, sentir las corrientes eléctricas o la presión de las ondas de agua.

Todo tipo de ojos




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