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La Noche de las Estrellas, un regreso a nuestros orígenes

La Gran Fiesta Astronómica se realizó en más de 100 sedes, con asistencia de miles de personas

27-11-2017

Por Emiliano Cassani, Ciencia UNAM-DGDC

Todas las culturas antiguas, sin excepción, observaron el cielo y lo utilizaron como un referente. Pero de especial forma, las culturas mesoamericanas tenían una obsesión y una devoción muy especial por mirar los cuerpos celestes, dijo el doctor José Franco, coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, en entrevista para Ciencia UNAM durante la celebración de la Noche de las Estrellas 2017, en la sede de las Islas de Ciudad Universitaria.

Fray Bernardino de Sahagún relata en el Códice Florentino, que había unos espacios en las azoteas de las casas donde cabía un hombre acostado, se cubría con una tela delgada sostenida por postes de madera y con la cuadrícula que le daba la tela, realizaba mediciones astronómicas. Ese personaje de la cultura mesoamericana era conocido como un observador del cielo.

“Durante la Colonia, con la presencia hispana, las culturas mesoamericanas ya no pudieron ejercer esa devoción por el cielo, aunque nunca se perdió. Pero en estos momentos, que estamos celebrando el evento más grande de observación astronómica de toda América Latina, nuestro país está regresando a esa pasión por el cielo. La Noche de las Estrellas es un reto y un retomar ese entusiasmo que caracterizaba los mexicanos”, expuso José Franco, ex director de Divulgación de la Ciencia de la UNAM.

Observación del cielo

El desarrollo del conocimiento del cielo fue la materia prima de la cual se alimentaron las cosmovisiones de todas las culturas antiguas del mundo.

Stonehenge, ubicado en Inglaterra, fue un centro ritual prehistórico alineado con el movimiento del Sol; uno de sus propósitos era también determinar los periodos de “abundancia de alimentos” a través de los ciclos de estaciones como primavera y verano. Es por eso que uno de los ejes de Stonehenge se alinea con el Sol naciente en el Solsticio de verano y con la puesta de Sol en el Solsticio de invierno.

Pero el Universo y el tiempo tenían significados muy diferentes en Europa y en América: en Europa eran regidos por la religión, lineales e inmutables, mientras que en América, eran cíclicos, regidos por el conocimiento del cielo; morían y renacían continuamente.

En Mesoamérica, uno de los principales calendarios que se desarrollaron fue el maya Tzolkin, que consta de 260 días (13 grupos de 20 días), por lo que no es un calendario solar, sino lunar.

El Tzolkin era el calendario maya sagrado, y el Haab, el calendario civil, que consta de 365 días (18 meses de 20 días, más cinco días adicionales; más exactos y complejos que los europeos). Aunque no está bien claro cómo se llegó a esta cuenta tan precisa de los días, sí se piensa que los antiguos mayas heredaron conocimiento matemático de la cultura Olmeca.

Ambos calendarios mayas coincidían cada 52 años, marcador del tiempo cósmico que siguió la cultura Mexica, con los rituales denominados Tonalpohualli y Xiuhpohualli. Cada 52 años, la cultura también conocida como azteca, celebraba la ceremonia del Fuego Nuevo, que representa la búsqueda del equilibrio y orden del Universo en un nuevo ciclo.

Vocación astronómica

Ayer como hoy, los humanos seguimos mirando hacia el cielo con gran ímpetu, como lo mostraron los miles de asistentes de todas las edades que acudieron al evento celebrado este sábado 25 de noviembre en distintas sedes.


“Para esta novena edición de la Noche de las Estrellas, sobre todo niños, pero también jóvenes y adultos, pudieron disfrutar de una noche esplendorosa en todo el país; el cielo estuvo despejado en las 100 sedes, por lo que los visitantes pudieron observar entre otros cuerpos celestes, la nebulosa de Orión, la galaxia Andrómeda y el cúmulo estelar de las Pléyades”, dijo el también organizador de esta fiesta astronómica.

Del total de artículos de astronomía que se producen en todo el mundo, 2.1 por ciento tiene como uno de los coautores a un mexicano. En la actualidad hay alrededor de 250 astrónomos en el país que realizan astronomía de la más alta calidad, ya mencionaba el doctor Luis Corral, en la pasada Feria Internacional del Libro. Pero a partir de la Noche de las Estrellas, se espera que la lista de astrónomos mexicanos empiece a aumentar. 

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