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Monitorear y medir el riesgo sísmico

La conjunción de peligro y vulnerabilidad.

29-09-2017

Por María Luisa Santillán. Imágenes: Beatrix Gutiérrez de Velasco, Ciencia UNAM, DGDC

Con relación a los sismos, hay conceptos que engloban estudios probabilísticos. Uno de ellos es el de riesgo sísmico, que es la conjunción de peligro y vulnerabilidad.

El primero se refiere a lo que nos encontramos expuestos y que no podemos cambiar (por ejemplo, sabemos que la Ciudad de México está en una zona sísmica). El sismo de magnitud 7.1 del pasado 19 de septiembre mostró que a pesar de que se tienen caracterizadas las zonas de mayor peligro sísmico, la capital del país sufrió graves daños en cientos de edificios.

La vulnerabilidad está relacionada en cómo nos preparamos para resistir el movimiento, por lo tanto, somos más endebles cuando tomamos menos previsiones. La sociedad civil, después de la experiencia de 1985, estuvo mejor preparada para responder ante una emergencia sísmica; se tienen protocolos de seguridad para evacuar un lugar y se dispone de la alerta sísmica (aunque por la magnitud y cercanía del evento telúrico no se activó).

Todos los sismos producen diferentes sacudidas, lo cual marca la intensidad del movimiento que se cuantifica dependiendo de la distancia donde se produjo, del tipo de suelo, de la atenuación sísmica y de otras variables.

Para medir la magnitud y localizar el epicentro de los sismos se cuenta con el Servicio Sismológico Nacional; sin embargo, para registrar sismos grandes y monitorear la distribución de las aceleraciones, se cuenta con la Red Acelerográfica Nacional del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

Esta red proporciona información para conocer cómo se comportan las ondas sísmicas desde que se producen hasta que llegan a lugares en donde existen ciudades, pero sobre todo se puede saber qué ocurre con los edificios cuando son sometidos a distintas aceleraciones.

El doctor Jorge Aguirre González, coordinador de Ingeniería Sismológica del Instituto de Ingeniería, explicó que “caracterizar el efecto de sitio implica reconocer que no todos los lugares, aun estando a una distancia similar de donde ocurre el epicentro del sismo, van a responder de igual manera,” tal como sucedió en el sismo del 19 de septiembre de este año. 

Ciudad sísmica

La Tierra se mueve

En el planeta existen 15 placas tectónicas. Cuando dos de ellas están en contacto existe una fricción que genera energía. Si la fricción se vence, la energía se libera y surgen los sismos. Hay cinco placas tectónicas interaccionando en México. Las dos que genera el mayor número de sismos son la de Cocos y la Norteamericana.



 Subsuelo blando

La Ciudad de México se asentó sobre una zona lacustre que al secarse formó distintos estratos en el subsuelo. Aunque pareciera que es suelo firme, debajo aún puede encontrarse agua que satura los estratos sedimentarios y genera depósitos lacustres muy blandos, lo cual provoca que las ondas sísmicas tengan un efecto mayor.


Historia sísmica

Algunos sismos que han marcado la historia de la capital del país son: el de 1957, conocido como del Ángel, que tuvo una magnitud de 7.7 y que provocó que se cayera el Ángel de la Independencia ubicado en Paseo de la Reforma; el de la Ibero, ocurrido en 1979 y con una magnitud de 7.6 y el de 1985, que alcanzó 8.1 grados.


 

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