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Obligación moral de científicos y autoridades considerar la posibilidad de un gran sismo

Científicos de Japón y México evaluarán el peligro sísmico en la costa del Pacífico mexicano. Imagen: Bárbara Castrejón

07-09-2016

Por Isabel Pérez S., DGDC-UNAM

Olas que se caracterizan por su enorme tamaño y energía, movimientos bruscos e intensos en el mar que agitan grandes extensiones de agua. Los tsunamis o maremotos, al igual que los sismos de magnitud importante, ocasionan a su paso desafortunados eventos en las zonas donde llegan a presentarse.

Para avanzar en el diseño y evaluación de protocolos y medidas de prevención y mitigación que contribuyan a enfrentar este tipo de fenómenos, la UNAM por medio del Instituto de Geofísica, conjuntamente con la Universidad de Kioto, Japón, lanzaron el proyecto “Evaluación del peligro asociado a grandes terremotos y tsunamis en la costa del Pacífico mexicano para la mitigación de desastres”.

En la presentación, Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM, indicó que de acuerdo con el diseño del proyecto, observaciones geofísicas como estas no tienen precedente en México, las cuales permitirán entender de mejor manera la interacción entre diferentes tipos de sismos y generar con esa información mapas de riesgo tanto de movimientos telúricos como de posibles tsunamis.

México, agregó, se encuentra geográficamente ubicado en una importante zona sísmica. En nuestra historia, guardamos registro de varios terremotos entre los que destacan los de 1911 con epicentro en Guerrero; en 1941 con epicentro en Colima, el de 1957 también con epicentro en Guerrero y el de 1985 que provino de entre los límites de Michoacán y Guerrero.

Fuertes movimientos en México

Víctor Manuel Cruz Atienza, jefe del departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM, y líder del proyecto en México, advirtió que nuestro país no está exento de pasar por escenarios como el de Japón hace unos años.

Si un terremoto comparable al de 1985 tuviera lugar en la brecha sísmica de Guerrero, los movimientos del suelo serían de dos a tres veces más intensos que los observados en aquel entonces en la zona del lago de la Ciudad de México.

Según el investigador, es una obligación moral de científicos y autoridades considerar la posibilidad de un sismo grande. “En este proyecto vamos a estudiar con mucho detalle el desplazamiento producido por terremotos hipotéticos y los que pudiéramos registrar en la red de observación, las sacudidas del suelo en superficie y los tsunamis generados”, puntualizó.

Proyecto innovador

Para Arturo Iglesias Mendoza, director del Instituto de Geofísica, este proyecto se trata de una de las propuestas más prometedoras y ambiciosas de los últimos años; no sólo por la sofisticación de la instrumentación, la complejidad de su instalación y el presupuesto invertido, sino también por el interés que los científicos de ambos países han comprometido en la elaboración y ejecución de la propuesta.

“Estamos hablando de un proyecto inédito. Como nunca, se instrumentará de manera geodésica y sismológica, en tierra y mar, la costa del estado de Guerrero y los datos recolectados serán de suma importancia para la mitigación del riesgo”, señaló.

Los resultados de este trabajo permitirán conocer con mayor detalle el potencial de generación de tsunamis y temblores en la costa de esa entidad pero además, permitirán reflejar ese conocimiento en acciones que eventualmente aminoren el peligro al que la población está expuesta.

Resultados fructíferos

Durante el anuncio del lanzamiento, Taido Tanose, viceministro parlamentario de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología de Japón, mencionó que tanto México como esa nación se ubican sobre el cinturón de fuego del pacífico; ambos son países con un alto grado de sismicidad, por ello es importante investigar el mecanismo de generación de  temblores y tsunamis y aprovechar los resultados a fin de contrarrestar los desastres con base en las experiencias de las dos naciones.

Precisó además que la observación y análisis de los llamados sismos lentos en las costas mexicanas con tecnología japonesa serán de mucha utilidad para simular la ocurrencia de un temblor de grandes dimensiones, así como para el avance de la investigación sobre el gran terremoto en Japón, que podría suscitarse en el canal de Nankai.

El proyecto cuenta con un financiamiento de seis millones 770 mil dólares, de los cuales el 60 por ciento será aportado por Japón y el resto por instituciones mexicanas.

 

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