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Homo naledi, nuestro primo lejano

Homo naledi, un caso de democracia en la investigación.

23-11-2015

Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM

En septiembre pasado circuló en los medios de comunicación la noticia del descubrimiento de una nueva especie del género Homo. El hallazgo ocurrió en la cueva Rising Star, a unos 50 kilómetros de Johannesburgo, en Sudáfrica. Esta especie fue bautizada como Homo naledi (Naledi, significa estrella en Sesotho, una lengua local).

El descubrimiento consistió en la localización de más de 1500 fósiles de por lo menos 15 individuos, considerados de la misma población.

Homo naledi se caracteriza por tener un cerebro pequeño, pero con características de locomoción y masticación propias de la especie Homo. Sin embargo, en cuanto a la estructura de su vértebras y costillas se parecían más a las de nuestros antepasados más antiguos, los Australopithecus.

¿Qué representa este hallazgo para la antropología? “Es un mosaico que nunca hubiéramos imaginado. Una combinación con un cerebro no muy grande, pero ya es de nuestra familia; con una dentadura muy moderna, pero con una columna vertebral más bien primitiva. Estos rasgos tan particulares nos recuerdan que la evolución se abre camino en todas direcciones y que no se dirigía necesariamente a nosotros”, declaró el doctor Alejandro Terrazas Mata, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

Los investigadores que lo descubrieron consideran que este Homo naledi tiene más de 2 millones de años, lo que lo colocaría como una de las especies del género Homo más antiguas que se conocen, sin embargo, no se ha podido determinar con exactitud su antigüedad.

Otro aspecto importante de este descubrimiento es el hecho de que se piensa que los restos se encontraron en esa cueva porque ahí fueron colocados por sus propios parientes, lo cual habla de un comportamiento ante la muerte.

Esto es muy complejo, dijo el antropólogo, porque una de las marcas de la humanidad es esa percepción de la muerte y no se había pensado que hace 2 millones de años una especie enterrara a sus muertos, situación por la que algunos investigadores en el mundo piensan que tan sólo podría tener alrededor de 400 mil años, época en la que ya se realizaban este tipo de prácticas mortuorias.

Del estudio de los fósiles

Dos de las especies más antiguas que se conocían del género Homo eran el Homo habilis y el Homo rudolfensis. El registro de Homo naledi podría situar a esta especie como una de las más antiguas de nuestra especie.

De acuerdo con el doctor Alejandro Terrazas, este hallazgo es importante desde dos vertientes: el primero es a partir de los fósiles y el segundo en cuanto a la investigación.

En cuanto a los fósiles explicó que a través de ellos nos es posible conocer y saber que hubo una época en que compartíamos el mundo con diferentes especies y que cada especie no vivió a la vez, sino que podían haber coexistido al mismo tiempo el Homo habilis, el Homo rudolfensis, el Parantropus boisei y posiblemente el Homo erectus.

Los fósiles nos ayudan a cambiar el paradigma en el que durante décadas se habló de que en la evolución humana hubo una carrera por la supervivencia (una especie aparecía tras la extinción de otra) a una visión de biodiversidad, en donde se reconoce que un ecosistema con mucha biodiversidad es saludable y uno con poca biodiversidad es débil y fácilmente puede ser alterado o destruido.

“Esta nueva especie nos ayuda a recordar que en el pasado hubo esta gran diversidad, muchas especies diferentes compartiendo el ecosistema, compitiendo y coexistiendo durante millones de años sin destruirse. Nosotros no somos los ganadores de ninguna carrera, al contrario, somos los únicos que quedamos de un linaje que en otro tiempo fue muy sano”, puntualizó el doctor Terrazas.

Acceso público a Homo naledi

La segunda aportación de este descubrimiento se dio en materia de la investigación, pues una vez que fueron descubiertos los fósiles, el investigador principal del hallazgo, el paleoantropólogo Lee Berger, preparó la publicación donde demuestra que es una nueva especie, digitalizó los fósiles e hizo modelos 3D para computadora y los dejó de libre acceso para que cualquier persona en todo el mundo pudiera estudiarlos. También publicó el artículo en una revista de acceso gratuito, permitiendo que sea accesible a todo el mundo.

Esta nueva forma de democracia en la investigación es muy poco común y rompe el paradigma de los monopolios científicos. Además, es un ejemplo para los demás investigadores del mundo para que hagan accesibles sus datos y cualquier persona –aunque no piense lo mismo que el descubridor– pueda estudiarlos libremente. “Y si se demuestra que yo estaba equivocado, esto es un avance para toda la ciencia”, concluyó el doctor Terrazas.

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