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Una historia mal contada: Profecías mayas y el fin del mundo para el 2012

Dr. Jesús Galindo Trejo, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM. Foto: Sacbel Monsiváis.

18-10-2011

Por Sacbel Monsiváis y Gerardo del Castillo –DGDC-UNAM


La creencia de que los mayas pronosticaron el fin del mundo para el día del solsticio de invierno, el 22 de diciembre de 2012, a través de unas supuestas profecías, se ha popularizado tanto que el asunto ocupa espacios extensos en medios impresos, Internet y hasta en películas. Si se realiza una búsqueda en Google en español de la frase “profecías mayas”, se despliegan al instante unas 151 mil fuentes con alguna referencia a este tema.

Entre los supuestos vaticinios mayas, destacan ciertas catástrofes de origen natural, como el impacto de un gran cometa sobre la Tierra, la marcada elevación de la temperatura global y la inversión del eje terrestre debido a la aparición de grandes manchas solares. También se presagia la abertura del centro de nuestra galaxia, lo que rompería el equilibrio del sistema solar. 

No  podían faltar los sucesos ligados a la “conciencia colectiva del hombre”. Por ejemplo, se especula que si la sociedad no establece una armonía con el universo antes del 2012, todos los sistemas en los que se basa nuestra civilización (económico, político, religioso, entre otros) colapsarán.

Las aparentes profecías mayas presagian eventos a todas luces sorprendentes; sin embargo, un análisis breve permite vislumbrar que hay pocos elementos para creerlas. No es claro ni cuántas son, ni de qué trata cada una y, mucho menos, se sabe con certeza en qué parte de los restos de la antigua cultura maya se mencionan tales profecías; esto parece indicar que, más que tener su origen en la cultura maya, quizá estas profecías emanaron de la boca de algún charlatán.

A este respecto, el astrofísico y arqueoastrónomo Jesús Galindo Trejo, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien se dedica a estudiar la relación entre las diversas manifestaciones artísticas, como la pintura mural y la arquitectura de las culturas mesoamericanas con los eventos astronómicos que ocurrieron en esa época, nos habla sobre algunos hallazgos científicos relacionados con los mayas, así como de las especulaciones que caen en el plano de la ficción. 

Para empezar, creemos que es necesario aclarar si es cierto que los mayas hicieron algunos vaticinios, o si esto nunca ocurrió y lo que circula en los medios es mera invención o una mala interpretación. Doctor Galindo, ¿qué nos puede decir al respecto?

“Sí existen algunas profecías mayas. Éstas aparecen mencionadas en algunos libros (que todavía sobreviven) que los mayas escribieron en el siglo XVI, cuando ocurrió la mezcla entre la cultura prehispánica y la occidental. El asunto es que, por un lado, éstos son libros de contenido religioso, sólo comprensible para un cierto grupo de personas de esa época, debido al lenguaje esotérico que utilizan; por otro lado, las profecías mencionadas en ellos son muy generalizadas; por ejemplo, en los libros se menciona que habrá guerras, sequías y hambrunas. Pero esas no son profecías especiales en algún sentido, pues estos eventos siempre han ocurrido en la historia de la humanidad”.

Dado que existen estas profecías mayas, ¿por qué hay tantas inconsistencias en la información que manejan los medios?, ¿qué obstáculos hay para el estudio de las verdaderas profecías?

“El problema técnico que ha dado empuje al cuento del fin del mundo proviene de que, a pesar de que han transcurrido más de 100 años durante los que se han estudiado intensamente a los mayas, todavía hay muchos problemas de información. Este problema, yo creo, no se reduce sólo a lo que se sabe y se dice de los mayas. Por desgracia, México y Mesoamérica fueron sometidas a 500 años de destrucción consciente e inconsciente de información, así que cualquier aspecto de la cultura prehispánica que se analice, va a enfrentar este mismo problema”.

La llegada de los españoles a Mesoamérica en el siglo XVI fue un gran motor de cambio para las sociedades que ahí habitaban, debido principalmente a la imposición de una forma diferente de entender la vida y el cosmos. Todas las costumbres, las religiones y los textos de las antiguas culturas fueron destruidos o adaptados a la nueva religión. Este hecho constituye una interferencia para estudiar qué es lo que realmente dijeron los mayas prehispánicos.

El doctor Galindo continúa:

“Se puede decir que hay un problema académico no resuelto, porque después de más de 100 años de estudio, todavía no se comprende a plenitud el sistema de escritura maya, única en el continente, debido a que desarrolló altos niveles de complejidad. Aún no está resuelto actualmente cómo interpretar un lenguaje simbólico, reservado para que lo lea un cierto grupo de personas, quienes tienen sus propios códigos de comunicación.

Aún hoy, no todos los especialistas se ponen de acuerdo al respecto. Si vemos un letrero en la calle, todos estamos de acuerdo con lo que dice, pero esto no pasa necesariamente con la epigrafía maya. 

Al no haber una equivalencia para descifrar los jeroglíficos mayas, como sucede con los egipcios, para los cuales un mismo texto puede verse escrito en otros idiomas, aumenta la dificultad del objeto de estudio”.

Un obstáculo para el estudio de la escritura maya es su complejidad. Entre los años 50 y 60 del siglo XX, fue Yuri Knorozov, epigrafista ruso, uno de los especialistas que comenzó el desciframiento sistemático de los glifos.

Hoy se sabe que la escritura maya antigua era logosilábica, es decir, los símbolos individuales o glifos podían representar una palabra o una sílaba, aunque había glifos diferentes que se podían leer de la misma manera. Había también glifos abreviados: un elemento de un glifo sustituía parte de otro. Sucedía además que estos glifos podían representar un ente o un concepto, por lo que en ocasiones la pronunciación del concepto representado podía tener un sentido fonético-silábico.

En muchos sitios se menciona que, en el momento final, surgirá del centro de nuestra galaxia un potente rayo de energía que sincronizará a todos los planetas, ¿esto es posible?

“Astronómicamente, eso es un disparate. Nuestra galaxia, la Vía Láctea, no es del tipo de las que ‘lanza rayos’, como dicen. Los medios asocian los rayos con relámpagos, pero en realidad, cuando se mencionan estos rayos, se hace referencia a flujos de materia de alta energía que ciertas galaxias emiten de manera perpendicular al plano donde está girando todo el material”.

Por la información astronómica que se tiene hasta el momento, se sabe que en el universo existen muchísimas galaxias de distintos tipos. La Vía Láctea, por ejemplo, es una galaxia aplanada en forma de espiral que, a pesar de que emite ondas de radio, se le considera no activa. En cambio, hay otras que sí son activas, tienen forma elíptica y emiten grandes cantidades de energía en forma de chorros gigantes de materia. En ocasiones, a éstas se les denomina radiogalaxias.

También se habla de un fuerte impacto sobre la Tierra por un cometa, ¿qué tan probable es que suceda?

“Bueno, todos los días hay ese peligro. A pesar de que hay años de investigación constante en muchas partes del mundo para escudriñar el cielo, hasta ahora nadie puede predecir si en media hora nos caerá un asteroide o un objeto similar del cielo, o si lo hará dentro de tres millones de años. Predecir algo así, tan preciso, es imposible.”

¿Qué nos puede decir respecto a la intensa actividad solar que se vaticina en las supuestas profecías, y que se dice, provocará un repentino calentamiento global?

“Cada once años, el Sol entra en fase de gran actividad, y es posible saberlo por el comportamiento y la cantidad de las manchas de su superficie, así como las erupciones y las explosiones que ocurren en él. Sin embargo, se ha notado que a veces pasa algo raro: el periodo de actividad empieza antes o después, o termina antes. También puede presentarse un máximo de actividad solar dentro del periodo donde se esperaría un mínimo. En conclusión, el Sol tiene una actividad regular, pero esto no significa que esta regularidad sea estricta.

Por otro lado, a pesar de que hemos observado al Sol sistemáticamente durante alrededor de 400 años, desde Galileo hasta la fecha, sin duda lo hemos hecho durante un periodo de tiempo muy corto comparado con la edad del Sol, que es por lo menos de 4 mil 500 millones de años. Así que predecir algo con base en las observaciones que hemos hecho a lo largo de un espacio de tiempo tan pequeño, es infundado.”

En este tema, algunos especialistas, como el astrónomo y antropólogo Anthony Aveni, de la Universidad de Colgate, en Nueva York, Estados Unidos, sostienen que no hay evidencia de que los mayas concedieran importancia a las explosiones solares, las manchas del Sol o los campos magnéticos, o que siquiera los conocieran.

Sin embargo, es factible que los antiguos mayas podrían haber observado las manchas solares. El doctor Galindo comenta: “Cada 11 años, generalmente se presentan en el Sol manchas grandes, éstas pueden alcanzar esporádicamente un tamaño suficiente para ser observadas a simple vista. Sobre todo sólo cuando la atmósfera baja pudiera filtrar la luz solar en una salida o una puesta del Sol”.

Está bien establecido que el calendario fue un instrumento fundamental para las antiguas sociedades mesoamericanas, porque además de que servía para medir el tiempo, se utilizaba para intentar dilucidar la voluntad divina y para establecer una conexión entre las actividades humanas y los ritmos de los astros. ¿Cómo funcionaban los calendarios para los mayas?

“El sistema calendárico mesoamericano estuvo vigente por más de tres mil años. Éste consta de dos calendarios: uno, basado en el movimiento aparente del Sol,  ya que es el astro más brillante y fácil de observar; también es el objeto celeste más regular en su movimiento aparente, pues durante grandes periodos de tiempo su posición no varía demasiado. Este calendario está formado por 365 días, organizado por 18 períodos de 20 días más cinco días, y fue llamado por los mayas Haab. El segundo calendario, conocido como Tzolkín, es ritual y consta de 260 días, organizado en 20 períodos de 13 días.

Ambos calendarios empezaban al mismo tiempo y corrían simultáneamente, hasta que después de los primeros 260 días, se desfasaban. Sin embargo, al cabo de 52 períodos de 365 días del calendario basado en el Sol, y 73 periodos de 260 días del calendario ritual, ambos calendarios volvían a coincidir y a empezar de nuevo.

En el período de 52 años, cada año se nombraba con un glifo (de cuatro posibles) y un número (de 13 posibles). Sin embargo, cada nombre de año se repetía cada 52 años. Los mayas del período clásico (entre los años 100 a 800 d.C.) idearon una variante muy exacta del calendario. Como en el Occidente, el tiempo fue medido a partir de un inicio en el pasado lejano, de tal forma que cualquier acontecimiento en ese período se describía como el número de días que habían transcurrido desde ese momento inicial. Así, una fecha la expresaban por medio de cinco dígitos, que corresponden a los coeficientes de las potencias de su base numérica que fue el 20, como en toda Mesoamérica.

¿Cómo se ha relacionado la cuenta larga de los mayas, con la famosa fecha del fin del mundo?

“Para empezar, la fecha establecida por los mayas para su inicio mítico es arbitraria, del mismo modo en que en Occidente utilizamos un hecho histórico específico, el nacimiento de Cristo, para iniciar nuestra propia cuenta del tiempo.

Como acabamos de explicar, los mayas plantearon, por convención matemática, que una determinada fecha la expresarían como el número de días que habían transcurrido desde el inicio mítico. Según los especialistas, se calcula que el origen mítico que establecieron los mayas, traducido a nuestro propio calendario, se ubica en el 13 de agosto de 3114 a.C. Ahora bien, por supuesto, hay que decir que en esa época no habían mayas tal como los conocemos. De esta manera, para el día del solsticio de invierno del 2012 la fecha en cuenta larga tendría la forma: 13.0.0.0.0”. 

Dado que la fecha de inicio de la cuenta del tiempo varía entre las distintas culturas del mundo, el doctor Galindo lanza al aire una pregunta muy pertinente: 

“¿Qué privilegio tendría la cultura maya, para asegurar que la evolución de la Tierra o del universo estuviera vinculada a la cuenta del tiempo que ellos hacen? Sobre todo, si se considera que es arbitraria y que la hace una sola parte de la humanidad, ¿qué dirían los judíos, los chinos, los árabes con sus cuentas calendáricas propias?”

Hay distintas propuestas sobre las fechas de inicio para el calendario maya de la cuenta larga, ¿podría hablarnos al respecto? 

“De hecho, existen más de 50 arranques propuestos o correlaciones calendáricas. Es decir, el 13 de agosto de 3114 a.C. es una alternativa, pero para algunos, el 13.0.0.0.0 de la cuenta maya pasó hace 258 años, mientras que para otros, ocurrirá dentro de 261 años”.

Jesús Galindo planteó una propuesta sobre el inicio del calendario de la cuenta larga, basada en las evidencias obtenidas a partir de un mural ubicado en las ruinas de Mayapán, Yucatán. Dicho planteamiento tiene como referencia no al solsticio de invierno, como se ha establecido en otras, sino a la relación con el tránsito de Venus por el disco del Sol.

“Mi propuesta surge de los resultados de un proyecto de investigación que se lleva a cabo en el IIE sobre la pintura mural prehispánica en México. Hace cerca de 15 años, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) exploró la ciudad de Mayapán, una ciudad que se dice es heredera de Chichén Itzá. Ahí se encontró una pintura mural muy llamativa, muy astronómica, que podría decirse, es “muy solar”.

Dicho mural está en un edificio adosado a la pirámide principal de Mayapán; se encuentra ubicado en su muro central, del lado sur y norte. El mural está formado básicamente por unos soles grandes, amarillos, con rayos rojos; dentro de cada sol aparece un personaje descendiendo. Cada disco solar está enmarcado: a los lados de cada disco aparecen dos personajes armados con lanzas, como custodiándolo, aunque estos personajes no tienen perfil maya.

Pero, ¿qué tiene dentro cada representación del Sol? Sólo hay dos opciones: una, es que se trata de un planeta interior, pasando frente al disco del Sol. La otra opción es que se trata de una mancha solar, pero como ya se dijo, éstas no siempre se llegan a percibir. Ahora bien, mediante excavación arqueológica se determinó que la pintura fue realizada alrededor de los años 1200-1400, durante los cuales sucedieron cuatro tránsitos de Venus. Dos de estos tránsitos se observaron durante el ocaso solar.

En el códice maya de Dresde, Alemania, está claramente escrito el periodo en que el planeta Venus podía ser observado o no desde la Tierra. Sabiendo que los mayas seguían a Venus con tanto cuidado, entonces puede concluirse que, probablemente, lo que están representando dentro del Sol en el mural de Mayapán, podría ser Venus durante un tránsito.

En 2004, intentamos dar el paso siguiente para investigar este asunto. Obtuvimos el permiso del INAH y fuimos con TVUNAM a Mayapán, para observar a simple vista el tránsito de Venus frente al Sol desde ese sitio. La observación de Venus en México, en ese momento, podía realizarse sólo en la Península de Yucatán. Desde Mayapán, únicamente teníamos como seis minutos para realizar la observación. Desafortunadamente estuvo nublado, y no lo pudimos ver.

El próximo tránsito de Venus por el Sol, observable desde todo México, será el 5 de junio de 2012, a partir de aproximadamente las cinco de la tarde. Tendremos cerca de tres horas para admirar a Venus dentro del disco del Sol, hasta que penetre al horizonte.

Ahora bien, ¿qué tal que el 13.0.0.0.0 de la cuenta larga maya no estuviera relacionado con un solsticio de invierno, sino que apuntara al 5 de junio de 2012, es decir, que estuviera relacionado con el siguiente tránsito de Venus por el Sol? Eso movería el inicio mítico de los mayas, pero lo movería apenas 200 días, que son 10 veces 20, en referencia al ritmo de las veintenas de los mayas. 

Es una propuesta que se fundamenta en el hecho de que sabemos que los mayas seguían cuidadosamente el movimiento aparente de Venus, y en que sabemos que los astrónomos mayas tenían la posibilidad de observar un fenómeno relativamente raro.

Cualquier aspecto de la cultura prehispánica que podamos estudiar choca con la falta de información; en este caso no hay mucha, pero sí lo suficiente como para decir: “Esto son los mayas, y no los que imaginamos viendo que el mundo se acabe”. El mundo se acabó para los mayas, sí, pero cuando llegaron los europeos a su territorio”.

Los estudios formales sobre los mayas (como los arqueoastronómicos o los epigráficos) han generado mucha información interesante. Pese a ello, la creencia de que los mayas hicieron unas profecías sobre el fin del mundo cuenta con muchos adeptos, ¿por qué cree que se han popularizado de esa manera?

“Creo que lo que pasa es que en este mundo tan complicado, la gente busca nuevas emociones. He llegado a pensar que la gente ya está cansada de ideologías, de religiones, quieren nuevas emociones y ¿quién les da esas emociones?, pues los ovnis, los fantasmas, el fin del mundo, temas que a la gente por lo menos la entretenga, aunque a veces le provoque terror.

También es resultado de la globalización, porque la gente que propaga este tipo de creencias está en busca de alguna ganancia… Imagínense sacar un libro con el tema del momento, que resulte tan espectacular y por lo tanto garantiza una buena venta”.

¿Qué considera importante resaltar respecto a esta historia mal contada de las profecías mayas?

“Esto del fin del mundo siempre ha pasado en la historia de la humanidad: si no ocurrió en el año mil, pues ya será en el dos mil. De vez en cuando aparecen situaciones como éstas. 

Los mayas eran muy buenos astrónomos, pero hay que estar conscientes de que ni siquiera la ciencia actual, con todos sus adelantos, puede predecir los eventos de un cataclismo planetario; esto no se puede hacer hoy, aún cuando nuestra ciencia presente tiene una cierta capacidad predictiva, ya que estudia todas las circunstancias relacionadas con un fenómeno. Meter en las personas ese miedo de que les va a pasar algo, de que les vaya a caer algo del cielo, es irresponsable.

Pienso que es necesario aclarar a la gente de dónde proviene esta leyenda fantástica, y que no tiene que ver ni con la cultura maya ni con la realidad astronómica”. 

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