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Cueva Madre Cristalina, fascina a científicos y turistas

Madre Cristalina, cueva de 3 mil 500 metros de longitud, aloja vestigios de actividades humanas. Diseño: Bárbara Castrejón.

21-02-2014

Por Naix’ieli Castillo García, DGDC-UNAM



Las cavernas del estado de Yucatán fueron testigos de las actividades de los antiguos mayas y su relación con la naturaleza.  En ellas, además de refugio, encontraban agua y otros recursos que sumados con los de la superficie les ayudaron a sobrevivir y a desarrollar la cultura que conocemos gracias a las crónicas de los historiadores.

Las características geológicas de la Península de Yucatán son especialmente propicias para la formación de grutas, cuevas y cavernas. Muchas de ellas permanecen inexploradas resguardando secretos de esta civilización prehispánica.

Fátima Tec Pool, miembro del Grupo Espeleológico Ajau, explica que las cavernas de la región de Yucatán se caracterizan por ser cavidades de desarrollo horizontal, la mayoría con evidencia humana y hermosas formaciones o paisajes pétreos.

Aunque algunos espeléologos distinguen entre grutas, cuevas y cavernas, de acuerdo con la longitud de la hoquedad, y los espeleobuzos también hacen una distinción entre los tres conceptos de acuerdo con la longitud y la profundidad, los habitantes de la península de Yucatán utilizan el término indistintamente para fines ecoturísticos.

En el 2004, en colaboración con habitantes de la comunidad de Santa Rita, en el municipio Chemax, en el estado de Yucatán, integrantes del Grupo Espeleológico Ajau exploraron por completo una cueva llamada por los pobladores locales Madre Cristalina.

Su propósito fue, desde el principio, según relata la espeleóloga, estudiar si la cueva sería útil para establecer un proyecto ecoturístico que contribuyera a mejorar la calidad de vida de la gente de Santa Rita, pero sin afectar el medio ambiente ni el patrimonio geológico y arqueológico que ahí se encuentra.

Los habitantes de la comunidad se constituyeron como una cooperativa para pedir financiamiento a diversas instituciones gubernamentales y solicitaron el apoyo de miembros del Grupo Espeleológico Ajau, quienes se encargaron de la asesoría, la exploración de la caverna e hicieron un croquis de las cavidades y la propuesta de una ruta turística.

Madre Cristalina

Entre todas las cuevas ubicadas en el municipio Chemax, Madre Cristalina destaca por su tamaño – 3 mil 500 metros de longitud de extremo a extremo - su morfología y sus vestigios de actividades humanas.

En los años que siguieron al inició del proyecto, en 2004, se llevaron a cabo varias expediciones para conocer mejor la cueva. La primera exploración tuvo como objetivo principal el reconocimiento, pero más adelante se llevaron a cabo otras para hacer la topografía, un registro fotográfico y un registro de especies animales y vegetales. Ahora está lista para recibir visitantes

El espeleólogo Carlos Augusto Evia Cervantes, quien estuvo presente en prácticamente todas las expediciones durante el proceso de exploración de la cueva, explica que toda la península de Yucatán está formada por un terreno llamado carso cuyo principal componente es el calcio.

El calcio se combina con diferentes elementos químicos para formar una gran masa pétrea que a pesar de su gran solidez tiene la propiedad de dejar que el agua se filtre fácilmente. El agua de lluvia al pasar por la  la capa de vegetación incrementa su acidez y en su camino hacia los mantos fréaticos, desgasta la roca, y deposita materiales formando formas caprichosas. Así se forman las cavernas y los depósitos minerales tan preciados para los espeleólogos.

En la cueva Madre Cristalina abundan los espeleotemas, depósitos minerales que se forman en las cuevas tras la formación de la propia caverna.  Estos espeleotemas en conjunto constituyen paisajes pétreos fascinantes. Algunos otros tienen formas que asemejan objetos como una tinaja o una jaula. Se pueden observar pisolitas, también llamadas perlas de las cavernas que son formaciones naturales de rocas de uno a tres centímetros de diámetro que por la interacción con el agua han adquirido la forma de canicas.

Entre otras fascinantes espectáculos naturales se pueden encontrar formaciones que acumulan líquido y por lo menos un cenote que realmente se conecta o comunica con el manto fréatico del subsuelo. Este fue encontrado en las exploraciones y esta poblado por bagres y camarones.

Huellas de los antiguos mayas

Justo en la boca de la cueva, donde todavía se puede ver con luz natural, los espeleólogos encontraron unos metates que los antiguos mayas utilizaban para moler granos, y vasijas empleadas para llevar agua.

De acuerdo con Carlos Augusto Evia, en la entrada de la cueva había algunas albarradas, una especie de trampas, que los antiguos habitantes de la península utilizaban para cazar tepezcuintles que son una especie de roedores grandes de hasta 80 centímetros de longitud.

Los especialistas del Grupo Espeleológico Ajau han escrito artículos científicos tratando de interpretar a través de los vestigios arqueológicos las diversas funciones que los antiguos mayas dieron a la cueva. Una de las hipótesis es que la entrada de la cueva, donde hay metates y fragmentos cerámicos, era un área doméstica para moler granos aunque no necesariamente habitacional.

A través de la cerámica encontrada en diversas áreas de los túneles, se ha identificado cerámica del periodo clásico de la cultura maya y del clásico tardío, esto significa de acuerdo con Fátima Tec Pool, que la cueva estuvo ocupada desde el año 300 a. C. hasta 900 o 1000 d. C.

Cámara de rituales funerarios

Los espeleólogos Carlos Evia y Fátima Tec Pool explican que al explorar exhaustivamente Madre Cristalina identificaron que está dividida. Hacia la mitad de la cueva encontraron un muro que parece delimitar un espacio público de un espacio privado al que muy pocos tenían acceso.

Hacia el final de la cueva, se encontró una cámara con huesos humanos dispersos y fragmentos más grandes de vasijas, así como manifestaciones gráfico-rupestres de manos y un personaje que presenta elementos de varios animales.

Esta parte es el fondo de la caverna, pero también podría considerarse el inicio porque tiene un acceso. Sin embargo, este acceso es a través de un pequeño pozo natural que solo permite el descenso con cuerdas o usando las raíces de los árboles. Como en ese lugar la presencia de restos óseos es más abundante se cree que podría ser un espacio que tuvo usos funerarios.

Las cuevas todavía guardan muchos secretos e información sobre las civilizaciones que habitaban la península de Yucatán. Por eso los espeleólogos expresaron su deseo de que los visitantes aprecien estas bellezas naturales, pero contribuyendo a la conservación y protección del patrimonio geológico que constituye Madre Cristalina y el resto de las cavernas en el estado de Yucatán.

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