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Cenotes en la reserva natural de Kilix Ha

Los antiguos mayas creían que los cenotes eran puerta hacia el inframundo. Diseño: Bárbara Castrejón.

21-02-2014

Por Naix’ieli Castillo García, DGDC-UNAM



Para los antiguos mayas, los cenotes no solo eran reservorio de agua fresca y cristalina, sino también  espacios sagrados. Creían que eran una puerta de entrada al inframundo, al Xilbalbá. Ahí se encontraba el origen de la vida, el lugar donde residían los muertos y eran un sitio al que solo personas cercanas a los dioses tenían acceso.  Por esta razón, los mayas llevaban a cabo ceremonias para purificar a quienes querían entrar por estos pasajes.

Incluso en la actualidad, usando equipo especializado, el acceso a los cenotes es complicado. Eso ha llevado a investigadores como Arturo Montero García, arqueoastrónomo egresado de la maestría en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras  de la UNAM, a preguntarse cómo los antiguos tenían acceso a los mismos. La respuesta es que en muchas ocasiones, los cenotes se forman cerca de un gran árbol de álamo o ceiba.

Estos árboles, expone en su libro Nuestro patrimonio subterráneo, extienden sus raíces hasta el fondo de los cenotes, “nacen y emergen desde el mundo subterráneo, se alzan sobre el plano terrestre hasta alcanzar una altura impresionante”. Por ahí bajaban, en muchos casos, los antiguos mayas al inframundo, subraya el doctor en Antropología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

Durante una visita de CIENCIA UNAM al cenote El Caracol, ubicado en la reserva natural de Kilix Ha, en Quintana Roo, Tania Santillan, etnohistoriadora de la ENAH, señaló que hay una conexión entre las actuales comunidades mayas y los antiguos mayas que consideraban estos lugares sagrados y llevaban a cabo en ellos ceremonias rituales. Las generaciones de hoy se preocupan por la preservación y cuidado de sus cenotes, porque estos pertenecen a una parte muy significativa dentro de su pensamiento. 

¿Cómo se forman?

En el pasado, hace aproximadamente 200 millones de años, la península de Yucatán estuvo sumergida. El suelo que conocemos ahora está formado en parte por antiguos sedimentos marinos que antes fueron arrecifes y que proceden del Cretácico temprano. Sobre estos se extiende una capa de piedras calizas, rocas sedimentarias porosas formadas por carbonatos.

Las rocas de este lugar están compuestas por minerales que son solubles en agua y por la acción del líquido se va perfilando el terreno. La dilución de las rocas se ve favorecida por la presencia de CO2 en el agua. El agua aumenta su concentración de CO2 cuando se filtra por el suelo cubierto de vegetación. Así, con el paso del tiempo y del agua por el suelo, se forman las grutas, cavernas y cenotes.

Un estudio llevado a cabo en la década de los 80, y publicado en la Revista Mexicana de Ciencias Geológicas, cuyo autor principal fue Salvador Gaona Vizcayno, del Instituto de Física de la UNAM, sugiere que la formación de los cenotes se debe también, en buena medida a la actividad orgánica de sus aguas. En ese estudio, se encontró una relación entre la profundidad de los cenotes y la actividad orgánica de los mismos.

Existen varios tipos de cenotes, algunos de ellos se encuentran a cielo abierto y asemejan una alberca,  otros se encuentran semiocultos en cavernas o están casi completamente cerrados y solamente puede accederse a ellos mediante pequeñas aberturas en la superficie. Unos más se encuentran dentro de grutas o cavernas de miles de metros de longitud y muy pocas personas pueden conocerlos.

La Reserva Natural Kilix Ha

En el ejido de Jacinto Pat, en el municipio de Tulum, en Quintana Roo, se encuentra la reserva natural de Kilix Ha, cuyo nombre significa Santuario del Agua. Aquí se pude visitar el cenote El Caracol. También se puede conocer otro cenote seco que ejemplifica la evolución de estas formaciones geológicas.

Los cenotes presentan un gran atractivo turístico, pero esta actividad puede ser devastadora para el medio ambiente. Por esta razón, durante años Kilix permaneció cerrada al público, pero ahora Carlos Velázquez, guía de la empresa Go Natural, forma parte de un proyecto ecoturístico importante, el cual se ha propuesto como un  objetivo desarrollar infraestructura turística con bajo impacto ambiental, usando materiales locales y cuidando de no dañar o desplazar a las especies endémicas.

Además de visitar los cenotes, en Kilix Ha es posible nadar en parte del río subterráneo más grande del mundo. El sistema se conoce como Sac Actún y tiene más de 2 mil kilómetros de longitud.

El guía ecoturístico, dijo que los visitantes pueden apreciar cómo en esta región los ríos subterráneos se encuentran interconectados con el mar. En un ojo de agua se observa el fenómeno llamado haloclina, en el que el agua salada se mezcla con el agua fresca y dulce, y debido a la diferencia de salinidades y temperaturas esta se ve como si estuviera turbia y aceitosa.  

Carlos Velázquez relató que con el fin de minimizar el impacto ambiental de los visitantes, en Kilix Ha se han implementado diferentes tecnologías como páneles solares, sistemas de riego economizadores de agua y baños con sistemas de degradación de la materia en cuatro etapas para evitar la contaminación de los mantos freáticos.

Actualmente, señaló, se lleva a cabo un registro fotográfico para documentar la vida vegetal y animal existente en el parque. Entre las especies emblemáticas de la región está el árbol de chicle o chicozapote y la flor conocida como tajonal con la que las abejas meliponas producen un tipo muy especial de miel a la que se le atribuyen propiedades curativas.

Para dar a conocer a los turistas las maravillas de Kilix Ha, los propietarios de la reserva natural colaboran con la empresa Go Natural, establecida en Playa del Carmen, Quintana Roo, que se especializa en grupos pequeños y tiene como filosofía contribuir con las comunidades que visitan y respetar al medio ambiente. 

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