11-09-2013
Por Naix’ieli Castillo García, DGDC-UNAM
La cuenca amazónica, un enorme bosque tropical de 5.5 millones de kilómetros cuadrados, mantiene al menos el 83 por ciento de su extensión exactamente como era hace quinientos años y es, de acuerdo con investigadores brasileños, un lugar donde la atmósfera es casi igual que antes de que el hombre contaminara con su actividad el planeta.
Para Paulo Artaxo, investigador del Departamento de Física de la Universidad de Sao Paolo, esta es la razón de que constituya un excelente laboratorio atmosférico en el cual se puede estudiar cómo era la interacción entre la biología del bosque y la física y química de la atmósfera antes de la era industrial.
Por su estado prístino, en este lugar, la formación de aerosoles atmosféricos y los ciclos de vida de las nubes son representativos de cómo interactuaba el bosque con la atmósfera hace 5 siglos o incluso hace milenios.
Para la formación de nubes, el bosque es fuente tanto de vapor de agua como de otros gases que se transforman para convertirse en partículas de aerosol que influirán en el balance de radiación, crítico para la fotosíntesis, además de la emisión de partículas biológicas a la atmósfera. Todo esto influye en la producción de nubes y en la precipitación, que a su vez tiene efecto en el ciclo de nutrientes en el bosque.
Uno de los datos interesantes que los científicos han encontrado, estudiando la atmósfera de la Amazonia, es que, literalmente la vida está en el aire. Según sus estudios y muestreos, en agua de nube, hay numerosas especies de bacterias, además de partículas biológicas, como polen o esporas provenientes de hongos, a alturas que van de doce a quince kilómetros en la atmósfera.
El especialista en metrología y clima agregó que también investigan cómo influyen otro tipo de partículas en la atmósfera de la Amazonia brasileña, como el polvo y humo que se transporta desde África hasta Sudamérica, y que, acumulándose a lo largo de miles de años, podría haber sido una fuente de nutrientes para el bosque tropical.
Comentó que hay dos experimentos en curso que contribuirán a develar más secretos sobre la Amazonia. Uno de ellos se llama Go Amazon y tratará de entender el impacto de la ciudad de Manaus sobre la vegetación circundante y la formación de nubes. El otro proyecto lleva el nombre de Amazonian Tall Tower Observatory y consiste en una torre de 85 metros de altura, la cual está equipada para medir parámetros atmosféricos, así como otros aspectos del intercambio de materia entre el suelo y la atmósfera.
Paulo Artaxo resaltó que el reto es investigar el funcionamiento del ecosistema natural y cómo la influencia del ser humano en la Amazonia puede afectar el funcionamiento básico de esta selva tan importante para el clima global.
El científico brasileño presentó sus proyectos de investigación en el ciclo de conferencias Panorama Actual de las Ciencias Atmosféricas, organizado por el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.
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