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Evolución humana a la luz de los fósiles de Atapuerca

Eudald Carbonell, director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social. Diseño: Bárbara Castrejón.

01-04-2013

Por Naix’ieli Castillo García, DGDC-UNAM


La Sierra de Atapuerca, en España, ubicada en el norte de la Península Ibérica, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es un referente para cualquier estudio sobre la evolución humana.

Sus cuevas, contienen un rico registro fósil de un millón y medio de años. En ellas, los científicos buscan develar los secretos de los primeros seres humanos que habitaron Europa.

En los contenedores geológicos de los yacimientos de Atapuerca, se encuentran restos fósiles de por lo menos cuatro especies de seres humanos, entre ellos, Homo sapiens y Homo antecessor.

Mediante ingeniería inversa, y gracias a los conocimientos de las ciencias de la vida, las geociencias y las ciencias sociales,  se ha logrado la reconstrucción de la memoria de este sistema que tiene registros de todos los periodos conocidos, desde 1.3 millones de años hasta la actualidad.

Con excepción de fósiles de Neandertal clásico de hace 40 mil años, en los yacimientos de Atapuerca se han encontrado todas las especies de humanos que han habitado Europa. Es por eso que se le considera un enorme laboratorio empírico para contrastar teorías e hipótesis sobre la evolución humana, no solo mediante discusiones filosóficas o epistemológicas, sino también mediante evidencias empíricas.

Durante una visita a la Facultad de Ciencias de la UNAM, en el marco del Simposio Internacional Wallace 100 años después, Eudald Carbonell, director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) dio a conocer algunas de las aportaciones de los estudios realizados en los yacimientos de Atapuerca.

Evidencia de canibalismo hace un millón 200 mil años

En los yacimientos de Atapuerca, las antiguas cuevas se convirtieron en contenedores geológicos que resguardan las evidencias más antiguas de canibalismo en el género humano, de hace un millón doscientos mil años.

También se ha encontrado evidencia adicional de prácticas de canibalismo sistemático en la primera especie humana europea, Homo antecessor, hace 800 mil años. Los científicos los saben porque entre el 40 y el 60 por ciento de los restos esqueléticos encontrados en el sitio conocido como Gran Dolina, tiene marcas de corte de cuchillos y golpes de piedra que confirman que estos homínidos practicaban la antropofagia.

Los fósiles tienen señales de decapitación en las vértebras cervicales anterior y posterior; se encontraron marcas de corte (horizontales y consecutivas para poder destazar la parte poscraneal) y señales de abrasión en huesos del cráneo para levantar el cuero cabelludo. Los cráneos también mostraron huellas de golpes para poder abrir y consumir la materia craneal.

Por otro lado, en huesos largos de las extremidades, se observaron marcas de golpes que indican desmembramiento posterior a la decapitación, así como señales de desgajamiento de las falanges y huellas de dentición humana en las mismas.

En el yacimiento también se localizaron los artefactos con los que se llevaba a cabo la carnicería, como piedras para romper cráneos y huesos tanto de humanos como de animales.

Eudald Carbonell y sus colegas han planteado la hipótesis de que la práctica de canibalismo entre estos homínidos tenía la finalidad de eliminar la competencia por alimentos en la zona, ya que todos los individuos canibalizados que encontraron eran  jóvenes y niños. La idea, explicó Carbonell, pudo ser eliminarlos antes de que fueran adultos que compitieran por alimento.

Los restos craneales hallados en esa zona, asociados al canibalismo, corresponden a la especie Homo antecessor. El maxilar de este homínido, aunque es parecido al Homo sapiens, presenta similitudes en la dentición con otros homínidos antiguos eurasiáticos y africanos. De acuerdo con los especialistas, deriva de las antiguas especies africanas como Homo habilis y Homo ergaster.
 

Homo anteccesor


Los estudios de Eudald Carbonell han planteado la hipótesis de que la especie humana, encontrada en Atapuerca  y denominada Homo antecessor, trata de la primera especie formada por alopatría en el subcontinente europeo.

La alopatría es un mecanismo de especiación o de formación de especies que sucede cuando parte de la población de una especie queda aislada geográficamente de otra. Las dos poblaciones se desarrollan separadamente. Una nueva especie se forma cuando los individuos de una población ya no pueden aparearse ni tener descendencia con los de la otra.

En el sur de España se encontraron los restos europeos más antiguos datados hace un millón 400 mil años, los cuales pertenecen a una especie de homo que no se ha identificado. Los especialistas creen que este cráneo podría pertenecer a una especie que fue el último antepasado común de Homo sapiens y Homo neanderthalensis.

Primeros rituales funerarios

En la zona conocida como Sima de los Huesos, los investigadores localizaron una comunidad de 29 individuos pertenecientes al pleistoceno medio.  Por primera vez en la historia es posible,  a través de estos restos, estudiar de modo sistemático los hábitos, anatomía y nutrición de Homo heildelbergensis. Cabe mencionar que en Atapuerca, se encuentra el 95 por ciento de los ejemplares de esta especie humana.

Los estudiosos de los yacimientos Atapuerca, creen haber encontrado una acomodación intencional de cadáveres asociados a un hacha de mano, que probablemente constituye el inicio de los rituales funerarios en el género homo, hace 450 mil años.

Se trata de un pozo vertical de 12 metros de largo y dos metros de diámetro. Los huesos encontrados ahí fueron acumulados durante el pleistoceno medio, y no muestran señales de canibalismo, ni están asociados a otros animales, con excepción de osos que accidentalmente caían ahí, roían algunos huesos e intentaban salir sin éxito.

De todos los fósiles encontrados, se ha identificado que solo hay tres especímenes que sobrepasan los 35 años de edad y uno que llega a los 45 o 50 años, mientras que la gran mayoría murió entre los 11 y los 20 años de forma seguramente catastrófica.

Estos homínidos convivían con muchos depredadores como leones de hasta 400 kilogramos de peso. Las hembras morían muy frecuentemente al tener su primer parto alrededor de los 15 años.

Uno de los cráneos más enteros hallado en este depósito de cerca de 5,000 fósiles,  muestra características muy diferentes a la especie Homo antecessor, la cual era más antigua. El científico indicó que, mediante tomografías, se pueden reconstruir los cerebros y los huesos del oído medio.

Indicios de lenguaje hace 450 mil años

De forma indirecta, analizando los huesos fosilizados del oído medio, el martillo, el yunque y el estribo, y haciendo una reconstrucción del registro auditivo, Eudald Carbonell considera posible que hace 450 mil años los primeros europeos tuvieran un lenguaje parecido al nuestro.

Ya antes el filósofo y lingüista estadounidense Noam Chomsky había planteado que nuestra especie, de forma innata, ya tenía potencial estructurado para el lenguaje. En el grupo de investigación del paleontólogo catalán, se ha planteado la tesis de que todas las especies de Homo han tenido las estructuras y la posibilidad de un lenguaje.

Para demostrar su hipótesis buscaron los tres huesos fundamentales del oído medio humano, así como grandes colecciones de cráneos para de forma digital, mediante una reconstrucción por computadora, colocar los huesos del oído en su posición exacta dentro del cráneo y hacer un modelo mecánico. Los resultados han permitido saber que las frecuencias de audición de estos homínidos corresponden a una audición en banda ancha.

Eudald Carbonell explicó que si nosotros, que pertenecemos a la especie Homo sapiens, escuchamos en banda ancha, no es descabellado suponer que estos homínidos estaban ya capacitados para recibir un lenguaje articulado; sugirió que en ellos estaba innata la posibilidad hace medio millón de años. Algo que no sucede en el tracto bucal de otros primates.

En conclusión, el también codirector de los Yacimientos Atapuerca dijo que los homínidos que habitaron ese lugar, hace 500 mil años, ya tenían el fuego y podían socializar alrededor de las prácticas relacionadas con el mismo.

También contaban con un lenguaje con el que eran capaces de comunicarse, además de que se han encontrado pruebas de arte primitivo en el norte de África en individuos de hace 450 mil años, lo cual es muestra de los inicios de la gran complejidad de las especies del género Homo.

Los trabajos futuros de Carbonell y colaboradores consistirán en buscar estas especies de homínidos europeos en África, así como continuar las investigaciones en las decenas de yacimientos pendientes por explorar en Atapuerca y estudiar la anatomía de homínidos más recientes, de hace 10 millones de años, para reconstruir su historia biológica y social.

  

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