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Un llamado a integrar la atención de la salud mental y las adicciones al sistema de salud pública

María Elena Medina-Mora. Diseño: Bárbara Castrejón Gómez.

08-11-2012

Por María Luisa Santillán, DGDC-UNAM


Las enfermedades mentales se encuentran entre los padecimientos que más alto grado de discapacidad ocasionan y en México son muy frecuentes. Se considera que uno de cada cuatro mexicanos ha padecido alguna vez en su vida un trastorno mental el cual, de haberse detectado a tiempo, se habría podido controlar y, con ello, mejorado la calidad de vida del paciente.

Uno de los principales problemas que enfrentan los trastornos mentales es su diagnóstico tardío, pues es común que cuando la persona recibe tratamiento, la enfermedad se encuentra en estado avanzado, la calidad de vida del enfermo disminuyó y su núcleo familiar, laboral y social está afectado.

Para María Elena Medina-Mora Icaza, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, es fundamental que las enfermedades mentales, que tienen una gran brecha de atención en el país, sean diagnosticadas a tiempo. Para alcanzar este objetivo, es necesario integrar la atención de la salud mental al sistema global de la salud pública, consideró.

La especialista en salud mental apuntó que existe una gran co-morbilidad entre los trastornos mentales y la mayoría de las enfermedades crónicas, situación que si no se atiende de manera oportuna, ocasiona altos costos para los sistemas de salud.

Explicó que si un paciente diabético sufre depresión y por esta causa tiene menos adherencia al tratamiento, su padecimiento se vuelve más crónico y, finalmente, el costo de la atención se eleva.

Por tanto, uno de los mayores retos que enfrenta el sistema de salud nacional es el diagnóstico temprano de las personas con una enfermedad mental, el acceso a tratamiento para recuperar su calidad de vida y que puedan incorporarse a la sociedad, dependiendo de su enfermedad y de la gravedad de ésta.

Romper barreras estructurales

En nuestro país, la enfermedad mental más común es la depresión y sólo 16 por ciento de las personas que la padecen son tratadas. Ésta es considerada un padecimiento discapacitante a nivel laboral y familiar y, con frecuencia, cursa con trastornos de ansiedad.

Los trastornos de estrés postraumático y los de déficit de atención también son muy frecuentes entre la población. Los trastornos bipolares y la esquizofrenia son considerados los más graves y de menor prevalencia. Por último están las adicciones, a las cuales se les ha dado una gran importancia por el impacto que tienen en la población. Sin embargo, se estima que alrededor del 75 por ciento de las personas que padecen alcoholismo no son tratadas, por lo que ésta es la adicción con mayor rezago de atención y tratamiento.

La doctora Medina-Mora Icaza, coordinadora del tema Salud mental y adicciones de la Agenda Ciudadana de Ciencia, Tecnología e Innovación, apuntó que debe considerarse que en el primer nivel de atención médica no hay disponibilidad de servicios que diagnostiquen y traten al enfermo mental, además de que existe un estigma hacia estos padecimientos que en ocasiones causan vergüenza y culpa, por lo que familia y paciente no los reconocen.

Asimismo, explicó que otra barrera importante la pone la misma enfermedad “es decir, una persona que tiene diabetes o cáncer normalmente busca al mejor médico, en cambio, la depresión limita que la gente busque ayuda por sí misma; la enfermedad misma la incapacita. Por ello, tenemos que ser capaces de establecer mejores puentes entre las necesidades sentidas por la población y la manera como ofertamos los servicios, de tal manera que seamos capaces de responder a estas necesidades y llegar al tratamiento de la enfermedad.”

Enfermedad mental y adicciones

La asociación entre enfermedad mental y adicciones es muy frecuente. María Elena Medina-Mora comentó que la mitad de las personas con alguna adicción también presentan un trastorno mental. En los alcohólicos, este porcentaje sube a una tercera parte y en los adictos graves, que están en programas de tratamiento, este vínculo es de hasta 80 por ciento.

Cabe destacar que en ocasiones la adicción es la que lleva a un trastorno mental, pero otras veces es al revés. Para ejemplificarlo, la especialista acotó que han encontrado que tres cuartas partes de los trastornos de ansiedad y la mitad de los casos de depresión ocurren antes de que aparezca la adicción.

Explicó que los trastornos de ansiedad pueden iniciar alrededor de los siete años y cuando el niño no es diagnosticado y tratado llega a la adolescencia con un padecimiento, lo cual aumenta 10 veces la posibilidad de que abuse y desarrolle dependencia a las drogas, en comparación con las personas que están bajo tratamiento o no lo padecen.

La relación entre los trastornos de la mente y las adicciones deriva del efecto de la sustancia, pues crea la ilusión de una automedicación para sobrellevar la enfermedad mental, indicó la especialista.

Por lo anterior, uno de los retos más importantes es integrar la atención de las adicciones al sistema de salud pública, pues al ser un problema presente de manera constante en la sociedad, se debe trabajar para reducir los daños y proteger a los niños y adolescentes del abuso de sustancias. Asimismo, la doctora Medina-Mora agregó que “necesitamos trabajar en encontrar respuestas que no tengan las consecuencias y los daños que vemos en muchas ocasiones.”

Aportes de ciencia y tecnología

En México se desarrollado investigación importante sobre enfermedades mentales, además de que existe mucha información sobre éstas. De acuerdo con Medina-Mora, lo que haría falta es establecer puentes para llevar la evidencia científica a la práctica clínica y a la sociedad, lo cual formaría parte de un modelo de investigación que debe ser financiado.

La directora del Instituto Nacional de Psiquiatría, quien ha colaborado con la Organización Mundial de la Salud en los campos de adicciones y salud mental, explicó que la ciencia y la tecnología son necesarias para investigar y conocer sobre la etiología de la enfermedad mental, su vulnerabilidad biológica y genética, así como aspectos de prevención y mecanismos de protección eficaces que permitan diagnosticar y tratar de manera oportuna a las personas con algún trastorno mental.

"Estaríamos pensando para el futuro que todas aquellas personas que tienen una enfermedad mental, para la cual tenemos un tratamiento disponible, estén bajo ese tratamiento y hayan adquirido el control de sus vidas. El costo de no hacerlo es muy elevado, pues un trastorno que empieza de una manera menos grave evoluciona hacia la gravedad y las personas tienen muy mala calidad de vida en la familia y la comunidad”, concluyó la investigadora, quien recibió el Premio a la Excelencia 2011 por el National Institute on Drug Abuse (NIDA), por su liderazgo y aportaciones en el campo de las adicciones.

   

  

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