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Coronavirus. Distribución de vacunas: los peligros del acaparamiento

Buscar dosis de refuerzo o la mejor vacuna son protecciones individuales temporales, con fuertes consecuencias para la salud pública.

04-10-2021

Por Liliana Morán Rodríguez, Ciencia UNAM-DGDC

“Mientras más oportunidades tenga el virus de seguir infectando y reproduciéndose, más posibilidades tiene de cambiar; y, si sigue cambiando lo suficiente, nos vamos a arrepentir”, advierte el doctor Malaquías López Cervantes, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Desde que inició la pandemia por el virus SARS-CoV-2 y puso a prueba a todos los sistemas de salud en el mundo, se han puesto esperanzas en que, desde la ciencia, se logren tratamientos más eficaces y un mejor control de la enfermedad mediante la vacunación masiva.

La función de las vacunas es la de crear inmunidad, resistencia adquirida para hacerle frente a la enfermedad. Si bien, son de gran ayuda, las disponibles hasta ahora protegen de la COVID grave, y por tanto, reducen el riego de muerte. El reto es que no son 100% efectivas para frenar la propagación del virus o la infección; es decir, aún vacunados se puede adquirir y seguir infectando, lo cual puede ser muy peligroso para quienes no han recibido protección. 

Estar inmunizado es un privilegio al que no todas las personas han podido acceder. Hasta el momento de escribir estas líneas (04/10/2021), la Universidad de Oxford en “Nuestro mundo en datos” reporta que sólo el 45.2% de la población mundial había recibido al menos una dosis de la vacuna COVID-19, distribuidas principalmente en países de ingresos altos. Sólo el 2.3% de las personas que viven en países de ingresos bajos han recibido al menos una dosis. Así, el 75% del total de las vacunas aplicadas ha recaído solo en 10 países de 194.


 Fuente: Universidad de Oxford: https://ourworldindata.org/covid-vaccinations


"Nadie está a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo"
Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS)


La inmunización generalizada masiva y universal podría ayudar a alcanzar la inmunidad de grupo, definida por la OMS como “la protección indirecta contra una enfermedad infecciosa que se consigue cuando una población se vuelve inmune, ya sea como resultado de la vacunación o de haber presentado la infección con anterioridad. La OMS apoya la postura de lograr la inmunidad colectiva mediante la vacunación, no permitiendo que una enfermedad se propague en un grupo demográfico, ya que ello daría como resultado que se presentaran casos y defunciones innecesarios.”

Uno de los problemas de que la población mundial no tenga acceso a las vacunas y no adquiera inmunidad al mismo ritmo, es que el virus siga propagándose y con su evolución natural, buscando nuevas formas de mutar. “Las variantes son muestra de la capacidad de escape a las inmunizaciones naturales y adquiridas”, explica el doctor Malaquías López, también integrante la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus de la UNAM.

En entrevista con Ciencia UNAM, el especialista en salud pública y epidemiología asegura que ”ahora estamos en una especie de carrera contra el tiempo porque si lográramos incrementar lo suficiente la inmunidad de la población, en teoría, se suspendería la transmisión del virus y esta población quedaría protegida de enfermar gravemente; pero es importante avanzar, cubrir con vacunas a la población de países que no han tenido oportunidad de vacunar porque mientras no logremos evitar que en todo el mundo se esté transmitiendo el virus, ese virus va a cambiar y se puede regresar contra nosotros”

Hace poco la OMS advirtió que “todas las variantes son peligrosas y las nuevas mutaciones pueden serlo aún más, porque el coronavirus se va haciendo más fuerte y rápido”

¿Dosis de refuerzo?

“Es dar chalecos salvavidas a quienes ya lo tienen y dejar ahogarse a los demás.” OMS

Adquirir más dosis para una misma nación o buscar dosis de refuerzo es una protección individual –o regional- contra este virus y quizá contra las variantes actuales. Países como Israel y EUA ya han iniciado la aplicación de una tercera dosis en sus poblaciones y muchos otros ya han anunciado que lo harán.

Este acaparamiento de vacunas no ha permitido que lleguen a otras poblaciones donde el virus podría cambiar radicalmente, como en otra cepa.

“Si se llegara a producir una nueva cepa, el virus sería el SARS-CoV-2, pero cambiado lo suficiente como para ya no reconocer la inmunidad actual de las vacunas. Si eso pasa tendremos que empezar desde cero, otra vez vamos a tener la posibilidad de enfermarnos como si no hubiéramos tenido nunca ni la vacunación ni la enfermedad porque sería, digamos, otro virus”.

Un ejemplo es el virus de la Influenza, del que hay del tipo A y B (que afectan a humanos) y las C y D. Todas surgen del mismo virus, pero tienen algunos cambios. En el tipo A existen también diferentes tipos como la AH1N1 y la AH3N2 de las que van surgiendo nuevas variantes y por eso cada año se requiere una nueva vacuna que incluye protección contra esos cambios. Cuando la AH1N1 surgió, parecía que empezábamos de cero y tomó tiempo adaptar las vacunas y los tratamientos; ese tiempo pueden ser la pérdida de miles o millones de vidas.

El mismo SARS-CoV-2 es parte de una gran familia de coronavirus, pero es muy diferente a los otros tipos. Este ejemplo nos ayuda a entender la gravedad de que surja un nuevo coronavirus; el individualismo no cabe para la salud pública.

El desafío de la distribución

Los problemas de distribución no sólo han sido a nivel internacional o regional;, por ejemplo, hace unos meses la distribución en la Unión Europa se notaba en desigualdades como que Polonia y Portugal recibían el mismo número de dosis, pero Polonia tenía cinco veces más casos que Portugal. O el caso de Israel que ha anunciado a toda su población vacunada, pero ha dejado de lado a los palestinos.

También se distinguieron casos de forma interna, como las decisiones de distribución en Francia que aplicaba vacunas en la periferia, en lugar de la región de París donde se concentraban el mayor número de casos.

“En México también tuvimos la situación en la que vacunaron a los ´municipios de la esperanza´ donde no había infectados, pero dejaron que los casos aumentaran en donde estaba la mayor circulación del virus. Aún siguen echando el agua a donde no están ardiendo los árboles y donde sí están ardiendo no le echan agua, como el caso de los adolescentes”.

El doctor  Malaquías considera un problema de inequidad que los ciudadanos menores de 18 años aún no estén considerados en el plan de vacunación nacional, en especial para los que ya existen vacunas aprobadas. “¿Por qué? Todos tienen derecho a recibir una vacuna para proteger su vida. No sólo se trata de si es menos probable que mueran; debemos evitar que enfermen y mueran, es un derecho fundamental del respeto a la vida”.

A partir del mes de octubre,  el plan de vacunación en México comenzó la vacunación únicamente de menores de 12 a 17 años de edad en situación de vulnerabilidad por problemas de salud que puedan incrementar el riesgo de Covid grave o muerte.   

 ¿La vacuna que me toque es buena?

México es un caso particular; hasta ahora, se están utilizando al menos 9 tipos/marcas de vacunas: Astra Zeneca, BIBP (Sinopharm), BioNTech-Pfizer, Cansino, CoronaVac, Covaxin, Johnson & Johnson, Moderna y Sputnik V. Con esta multitud de vacunas, hasta el 30 de septiembre, se han aplicado 100, 516, 964 millones de dosis y se tiene un 35.8% de la población vacunada completamente, según datos de la Universidad de Oxford y el informe de News Google.

“Con el tiempo se ha podido ver que cualquier persona vacunada con cualquiera de las vacunas que están en el mercado, muy probablemente, ya no se muere aunque sí se infecta. No podemos mentir y decir que son iguales, algunas tienen niveles más altos de protección contra infectarte que otras; pero al menos han ayudado a proteger y evitar la muerte de la población más vulnerable como los adultos mayores”.

Sin embargo, debe quedar claro que es peor no ponerse una vacuna que nos proteja y a los demás, aunque su efectividad no sea la más alta. El riesgo de que nos enfermemos sigue siendo alto porque en México no se ha vacunado ni al 40% de la población y existen personas que no quieren hacerlo; eso nos pone en peligro a todos.

Debemos seguir con las medidas de contención como el distanciamiento social, el uso de cubrebocas, la ventilación de los espacios, el lavado de manos para ayudar a bajar la frecuencia de casos. Tener el privilegio de estar vacunados no nos exime de seguir con las otras medidas. Los casos Texas, Israel y hasta Wuhan nos muestran que la vacunación en el presente no nos hace completamente inmunes y pueden retornar los brotes de la enfermedad. 


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