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De la Periferia al Centro. Política de vivienda en México

Redificación de las áreas centrales, estrategia para detener la expansión de viviendas hacia la periferia.

21-09-2021

Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC

Desde hace unos años es común ver en ciertos espacios de la Ciudad de México empresas inmobiliarias que construyen viviendas en zonas céntricas. Algunos de los complejos habitacionales además de una vivienda ofrecen acceso a gimnasio, alberca e incluso a áreas comerciales.

Ha habido un boom de estas construcciones que ofrecen acceso a diversos servicios públicos, menores tiempo de traslado a sus empleos y, en general, una mejor calidad de vida. Sin embargo, el costo que tienen es muy alto y casi siempre están pensadas para la clase media o alta.

Lo contrario ocurre en las periferias de la Ciudad de México, en donde se han construido grandes conjuntos habitacionales cuyo costo de la vivienda es menor, pero también es menor la calidad de vida, ya que hay carencia de servicios básicos, de empleos, de instituciones de salud y educativas.

En el artículo Política de vivienda en México: entre la expansión y el retorno al centro, Luis Alberto Salinas Arreortua y Lisette Soto Delgado mencionan que “el desarrollo geográfico des­igual está configurando una periferia destinada al asentamiento de población de bajos ingresos, mientras que se destinan espacios selectos en las áreas centrales para población de ingresos me­dios y medio-altos, todo ello dentro del mercado formal de vivienda”.

Cambios en la política de vivienda

Entre los años cuarenta y cincuenta del siglo XX hubo un proceso de migración de mucha gente del campo hacia las zonas urbanas, por cuestiones de empleo. Sin embargo, mucha de esta población no podía acceder al mercado formal de vivienda, lo que ocasionó distintos asentamientos informales en las periferias.

Con la creación del Fovissste (para trabajadores del Estado) y el Infonavit (para trabajadores del sector privado), en los años setenta, también se crearon otros fondos públicos de vivienda y dio inicio un sistema crediticio para que los trabajadores pudieran adquirir una vivienda.

Para los años noventa, se dieron distintas modificaciones, tanto en el interior de dichos fondos como en la política de vivienda a nivel nacional, acordes con las distintas políticas neoliberales que se iban implementando en México. Lo que se conoció como estrategias facilitadoras por parte del Estado.  

“Es decir, el Estado iba a generar todas las condiciones que facilitaran la dinámica del mercado formal; se van a generar los mecanismos para que sea el sector privado quien participa en el proceso productivo de la vivienda y el Estado queda únicamente como un ente regulador que se va a encargar de otorgar los créditos a los trabajadores”, explica para Ciencia UNAM el doctor Luis Alberto Salinas Arreortua, del Instituto de Geografía de la UNAM.

Asimismo, una modificación que incidió en la política de vivienda fue la reforma del Artículo 27 constitucional, a principios de la década de 1990, que permitió la incorporación del suelo en propiedad social al desarrollo inmobiliario, es decir, muchas de las empresas, sobre todo de la Zona Metropolitana del Valle de México, compraron o accedieron al suelo para construir viviendas.

Estas modificaciones se verían reflejadas en el desarrollo de grandes empresas inmobiliarias y en el incremento de construcción de viviendas dentro del mercado formal en las periferias de la Ciudad de México.


  • Desde el año 2000 el Infonavit ha otorgado cerca de 500 mil créditos anualmente para el acceso a la vivienda. En los últimos 20 años ha concedido entre 75 y 80% de los créditos que se han entregado.

“Es muy marcado como hacia el año 2000 se incrementa el otorgamiento de los créditos para adquisición de la vivienda. Está subsidiaridad estatal fortalece a la oferta inmobiliaria, porque las empresas inmobiliarias saben que va a existir un mercado cautivo o que el Estado va a otorgar una cantidad muy importante de créditos para adquirir sus productos”, puntualiza el investigador.

Asimismo, destaca que este mercado formal de vivienda también afecta a los mismos acreditados, pues año con año se hacen reajustes de las deudas totales y va aumentando la deuda, por lo que si un trabajador compra una vivienda en 250 mil pesos, termina pagando por ella hasta un millón de pesos, es decir, de tres a cuatro veces su valor.

“La idea de la vivienda de interés social, en el contexto europeo, es que el propietario es el gobierno y la cede para su alquiler a población de bajos recursos, pero esto se ha tergiversado mucho. Aquí se piensa que una vivienda de este tipo es aquella a la que el trabajador accede a partir de un crédito de un fondo público. Sí, en efecto, es así, pero los créditos al estar tasados en salarios mínimos, finalmente van a aumentar y a mermar mucho los ingresos de los trabajadores. Esa es una de las características de los créditos que se han otorgado desde el año 2000”.

Redificación en el centro de la capital

Debido a que los suelos en las zonas periféricas de la Ciudad de México son más económicos, las empresas inmobiliarias construyen masivamente viviendas en estos lugares.

El modelo de la subsidiaridad estatal responde al conocido como “modelo chileno de producción de vivienda masiva”. A pesar de que en Chile se cuenta con bastantes estudios sobre las malas condiciones de la calidad de las viviendas, una década después de que se implementaron en dicho país, es retomado en México, ya que aunque ha sido un fracaso social, han representado un éxito económico para el sector inmobiliario, destaca el investigador.

Desde hace varios años se han realizado distintas investigaciones en torno a este tipo de viviendas y las condiciones de vida de quien las habita. Algunas de las problemáticas detectadas son la escasez de fuentes de empleo, la mala infraestructura y la baja calidad de los servicios básicos, así como la fragmentación de las relaciones sociales, el mercado informal de empleo, la inseguridad y la violencia. El doctor Salinas Arreortua destaca que esto ha propiciado que mucha gente prefiera salir de estas viviendas e irse a vivir a zonas más céntricas

  • México es uno de los países con el mayor número de vivienda abandonada.

Uno de los aspectos que contribuyó a buscar este retorno al centro de la ciudad es que entre el año 2012 y 2013 se desarrolló el Programa Nacional de Vivienda 2014 – 2018, en el cual se habla de no contribuir a la expansión de las periferias. Por el contrario, se buscan mecanismos para redificación de las áreas centrales, lo cual desaceleró la construcción de viviendas en las periferias, en comparación con hace una década.

“Hacia mediados de los noventa se generaron todas las condiciones para construir vivienda en la periferia urbana para población de bajos ingresos, y todo ello preparó el camino para expulsar a población de bajos ingresos. Hoy lo que se quiere es generar viviendas para población de ingresos medios y medios altos; entonces, se está pensando confinar a población de bajos recursos en las periferias, mientras que los espacios centrales están siendo elitizados”, concluye el investigador.


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